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Dominical/ Creado el: 2014-09-21 08:37

‘Se necesita una generación educada en la cultura de la reconciliación’

El filósofo y teólogo Miguel Alonso Zúñiga, disertó sobre el tema del posconflicto y el cuándo realmente arranca la paz.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | septiembre 21 de 2014

Según él lo que se adelanta en La Habana es un acuerdo del fin del conflicto.

Miguel Alonso Zúñiga, filósofo y teólogo docente de la Universidad Santo Tomás en las carreras de filosofía y teología, también estudió Relaciones Internacionales y actualmente trabaja en un grupo de investigación avalado por Colciencias en la línea de desarrollo humano. Ponente en universidades  en Ankara, Turquía  y Oxford, Inglaterra.

En Neiva participó en el III Foro Universitario de Filosofía, organizado por la Universidad Santo Tomás con la ponencia ‘Acciones reflexivas para un filósofo contemporáneo, tres categorías que orientan un proceso posible para el posconflicto en Colombia’.

DIARIO DEL HUILA dialogó con él para conocer la visión desde el punto de vista de la filosofía sobre el tema del posconflicto y los diálogos que se desarrollan en La Habana, Cuba.

¿Qué es realmente el posconflicto?

Desde la perspectiva de la filosofía, un posconflicto es como su nombre lo indica después del conflicto, pero hay que identificar dos situaciones, uno que hay que creerle a acabar con la guerra, que es el proceso que se adelanta hoy en La Habana, un acuerdo de fin al conflicto; el posconflicto vendría después de ese acuerdo y el proceso de paz se inicia después de dicho acuerdo. La paz no va a llegar con la firma de La Habana, el proceso de la paz se inicia después de la firma del acuerdo.

¿Según eso, en cuánto tiempo podríamos hablar de paz en Colombia?

La paz es un proceso y como proceso demanda de etapas que las realizan las personas y ellas deben caer en cuenta de algunos aspectos que ya se nombraron, pero como tiempo yo le pondría unos quince años, porque se necesita una generación educada en la cultura de la reconciliación. Hay elementos desde el punto de vista filosófico que podemos compartirle a la gente y es que para que exista paz toca buscar las causantes, toca buscar la verdad porque la verdad implica justicia y la justicia demanda a un proceso de reconciliación.

Entonces el trabajo que se adelanta en La Habana está bien enfocado.

Lo que se pretende en La Habana es una respuesta más de carácter de negociaciones Estado, ahora luego de negociar los diferentes puntos el Estado tendría que mirar cómo va a propiciar la paz en Colombia. Aquí es importante la academia y concretamente los filósofos porque Colombia se ha pensado desde lo económico y lo político y hemos obviado lo filosófico que es constitutivo en todas las situaciones. Desde lo académico, después que se firme el acuerdo en La Habana debe haber algo fundamental y es que según el concepto antropológico de los colombianos que se tenga de persona, si no le damos cabida a que tenemos que cultivar la mente, el cuerpo y el espíritu vamos a ser parciales en el proceso de paz. El aporte de la filosofía viene siendo el compartir con la ciudadanía un proceso de reconciliación, la necesidad de justicia, la necesidad de verdad, pero sin obviar que se es mente, cuerpo y espíritu, por eso el Estado no le puede solamente dar comida a la gente y ya, el Estado debe alimentar la mente de los colombianos de una manera sana, en cuerpo sano y un espíritu sano.

¿Entonces cuándo arranca el proceso de paz?

En el momento en que se firme la paz arranca realmente el proceso de paz, el proceso de sanación y para éste se inicie debemos tener en claro el concepto de hombre y es que somos una unidad de cuerpo, mente y espíritu, no somos separados y los colombianos tenemos que tener claro eso porque si no nos podremos dejar llevar por las vísceras del cuerpo o la soberbia de la razón o el intimismo del espíritu.

¿Y eso a dónde nos llevaría?

Nos llevaría a ser parciales y totalitarios, si nos dejamos llevar solo por el cuerpo terminaríamos otra vez empuñando las armas, si nos dejamos llevar solo por la mente seríamos unos intransigentes o unos retóricos pero sin acciones concretas y si nos dejamos llevar solo por el espíritu nos vamos a ausentar del mundo y no vamos a asumir la realidad.

¿Pero hoy somos retóricos sin acciones concretas?

Claro que sí, porque hace falta filosofía, porque la filosofía no es asunto de la mente sino que es asunto de la vida y cuando miramos el mundo solo desde la menta nos inventamos discurso como los que escuchamos, pero si nos preocupáramos por la vida caeríamos en cuenta que no somos solos sino que hay más conmigo también.

Entonces el posconflicto arranca cuando se firme el acuerdo.

Sí, porque lo que se está haciendo en La Habana son unas negociaciones de fin al conflicto, la paz comienza después de la firma del acuerdo.

¿Hasta cuándo podríamos hablar de posconflicto?

Este es un ejercicio de reconciliación, de verdad, de perdón, de responsabilidad histórica, de una nueva generación.

¿Qué hacer para que cada uno asuma su papel en el posconflicto?

Eso va mucho en el papel de la escuela y la familia, la escuela debe tener claro que no debe producir máquinas en serie para que respondan a una situación de mercado, debe tener claro que es compartir y socializar la vida con personas que van a construir sociedad y vida. La primera responsabilidad está en la escuela junto con la familia porque los padres al ausentarse de los hijos, por responder precisamente a situaciones materiales, a darles lo que ellos han llamado ‘lo que yo no tuve’, se ausentan y se presentan vacíos de afecto y la solución a estos conflictos los niños los van a solucionar o en la calle o con otras personas que no permiten su dignificación.

¿Cómo cambiar esa mentalidad?

No tenemos que tener una mentalidad de quienes ganan o quienes pierden, sino ganamos todos porque somos personas, y así haya habido injusticia, así el victimario haya hecho lo que haya hecho debo considerar el ponerme en los zapatos del otro, al hacerlo cada uno debe reconocer su responsabilidad. Este es un proceso de racionalización, de solidaridad.

¿Según la filosofía qué tiene de bueno y qué tiene de malo lo que se desarrolla hoy en La Habana?

Le sumo la iniciativa de arrancar un proceso de paz porque históricamente se ha evidenciado que la guerra no lleva a nada, la única paz posible es la paz a partir del diálogo. También le avaló la preocupación por las víctimas, por dejar las armas, la reforma agraria. Que le critico la politización del proceso, se ha querido politizar y evidentemente se ha sesgado.