Vida y obra de José Eustasio Rivera
Félix Ramiro Lozada Flórez

No sé, pero hay momentos en que José Eustasio Rivera parece un viajero extraño en su Tierra de Promisión. De principio a fin era un ser exótico, de recia constitución, iba de la seriedad huraña, al regocijo y de éste a las violentas sacudidas de su temperamento agresivo, el mismo con el que estremeció de un puñetazo a uno de sus compañeros de la Normal. Seguramente fue un golpe rápido y violento, razón por la cual sus condiscípulos de inmediato empezaron a llamarlo “La caña brava del Huila”.
Con ese mismo temperamento se enfrentó en agria polémica con Eduardo Bonilla, Manuel Antonio Bonilla y Luis Trigueros; a Monseñor Esteban Rojas y a la dirigencia conservadora. Con ese mismo talante formó parte de la Comisión de Límites colombo-venezolanos y cuestionó al ministro de Relaciones Exteriores; con ese mismo coraje y a pesar de su enfermedad, viajó a México, Cuba y Estados Unidos e intentó traducir “La Vorágine” al inglés y llevarla al cine.
No había comenzado este último proyecto cuando la muerte lo llamó en la ciudad de Nueva York, el 1° de diciembre de 1928. Entonces el poeta regresó al país en ataúd. Volvió en barco y llegó primero que los dos ejemplares de la quinta edición de su novela realizada por la Editorial Andes, creada por él para su proyecto literario, en la ciudad que lo vio emprender el viaje al más allá.
La fatalidad no deja de atormentarlo ni en la muerte, pues aún allí le ronda y orquesta nuevas desdichas, coladas casi a manera de letanía, razón por la cual es casi inexplicable saber que el cadáver se adelante al famoso vuelo inaugural entre la citada ciudad y , a cargo del piloto Benjamín Méndez.
Alucinadora y majestuosa faena de las múltiples facetas de un hombre con una vida plena de contraste, reencarnado por sí mismo en Arturo Cova, tal como lo podemos apreciar a partir del momento en que éste emprende su viaje sin retorno, “…Luego, cuando la arrojaron del seno de su familia y el juez declaró a mi abogado que me hundiría en la cárcel…”, hasta la frase final “¡Los devoró la selva!”, esa trágica peregrinación de los personajes de la obra, es parecido al jugueteo sinfónico y conflictivo padecido por Rivera y por muchos seres humanos en las ciudades; es decir, el horror de la selva semeja la tragedia del hombre en las urbes. En tal sentido, Arturo Cova es muchas cosas y es a la vez sombra de sombras, ojo de ojos, fuerza de fuerzas, concebidos como un todo, de manera que Cova, desde el inicio deja claros y permanentes los contrastes de la vida, el amor y la violencia, “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”.
NOTA. Estas palabras a propósito de la invitación que me hiciera la Tertulia El Botalón, para hablar de uno de los hombres más destacados de las letras del habla hispana: José Eustasio Rivera. El momento es importante para recordar no solo su vida, sino para decirle a los huilenses lo que significa y representa como literato y humanista, también para reiterar que en su memoria el mayor y más destacado líder de finales del siglo XX y comienzos del XXI, doctor Guillermo Plazas Alcid, no sólo hizo posible la Universidad Surcolombiana, sino también la Bienal Internacional de Novela José José Eustasio Rivera, a la que acuden escritores del mundo hisponablante para rendirle tributo al gran José Eustasio. El gobernador del Huila, doctor Carlos Julio González, a quien queremos y apreciamos por su especial apoyo a la educación y la cultura, desde la Fundación Tierra de Promisión, agradecemos su manifestación de apoyar la Bienal y una Semana Cultural como preámbulo de este magno evento en cuatro municipios del departamento. ( Félix Ramiro Lozada Flórez. Neiva 29 de julio de 2016.)