Unos ríen y otros lloran
Los grandes beneficios tributarios se concentran en los sectores petrolero, minero y bancario, y si persiste la dependencia de estos sectores, es de esperar que las desiguales tasas de tributación también lo hagan y con ellas la desigualdad se incremente.

Juan Carlos Echeverry elegido nuevo presidente de Ecopetrol con 6 votos a favor de 9 posibles, que ya fue Ministro de Hacienda tiene un enorme reto que asumir como el de dar fin al proyecto de la refinería de Cartagena, enfrentar la caída de los precios del petróleo que sostiene gran parte del presupuesto general de la Nación (20% de los ingresos corrientes) cuyo precio de 49,32 dólares por barril exigen otras fuentes de financiación que bien podrían ser la exportaciones no tradicionales, sin embargo estas constituyen menos del 50% de nuestras ventas al exterior, que están a la baja con balanza comercial deficitaria y con un dólar revaluado $2.600 (por dólar). Escamotea una realidad de que la devaluación no compensa la caída de los precios del crudo y por el contrario hace más costosa nuestra deuda externa que se incrementa en más de dos billones de pesos.
Otro reto es el manejo de las relaciones con su sindicato (USO) que anuncia una huelga el 19 de marzo, pues dada la crisis de precios se verían enfrentados a la pérdida de 25.000 empleos; los contratistas empiezan a sentir los estragos de la coyuntura, hacen recortes de nómina en la cadena de suministro, se reducen la tarifa de los contratos y la nómina fue congelada. A la agenda, Echeverry debe sumar los episodios de corrupción que empañan el buen nombre de la compañía, insignia de la economía nacional, además tendrá que sacar adelante el Megaplan 2030 (Ecopetrol se ceñirá a estándares internacionales y habrán grandes cambios en materia de exploración), nuevo Plan Estratégico de la compañía. El mercado internacional presenta una sobreoferta de hidrocarburos, lo que disminuye la demanda interna y exige buscar nuevos mercados reduciendo costos para ser competitiva, lo cual exige un agresivo Plan de Inversiones que ya se redujo 25% (US $2.640 millones menos que en 2014), lo cual supone procesos de exploración y realizar nuevos hallazgos que le permitan al país mantenerse sus exportaciones compensando la caída de precios.
La única razón que explicaría el que el nuevo presidente de Ecopetrol aparezca sonriente, es el mega salario que percibirá de $66 millones mensuales, y adicional, vehículo privado, un bono vitalicio que cubre el 90% de gastos educativos de sus hijos hasta que culminar universidad. Pero sus coequiperos no se quedan a tras: el Vicepresidente Desarrollo y Producción ($60.5 millones), Director del Centro ($47.3 millones), Vicepresidente de Activos ($44.6 millones), Director Relaciones Laborales ($37.4 millones), Jefe Unidad de Mercadeo ($24.6 millones), Jefe de Asuntos Jurídicos Laborales ($24.6 millones), Coordinador de abastecimiento ($24.4 millones), Jefe de Relaciones Sindicales ($24.6 millones), y Jefe de Unidad de Servicio Comparativo ($24.5 millones).
Es verdad que los obreros del sector petrolero están bien remunerados respecto del resto del mercado laboral del país pero no se entiende que en una coyuntura de crisis que registra una caída de 41% en sus utilidades de la empresa con relación a 2013 y mientras el salario mínimo para el resto de colombianos es del orden de $700.0000 se mantengan estas diferencias.
Estas elevadas remuneraciones reabren el debate sobre equidad y brecha de ingresos (Gini), ni siquiera el sector de la construcción que ha sido objeto de los mayores incrementos salariales en 2015 (4,54%; energía gas y minería 3,89%) alcanza ese nivel. Con razón el informe publicado por la firma Human Capital, basado en la encuesta Total Rewards (2015) plantea diferencias salariales con otros sectores de niveles jerárquicos por ciudades: La alta gerencia recibe salarios en promedio de $39,4 millones, $35,5 millones y $25,9 millones en Bogotá, Medellín y respectivamente, entre tanto, los empleados de nivel operativo tienen un salario para las mismas zonas de referencia, de $1,7 millones, $1,6 millones y $1,1.
Dónde queda el discurso sobre equidad y los reiterados anuncios sobre la reducción del coeficiente de Gini (0,539 en 2013); no es defendible que el presidente de la estatal petrolera devengue un salario equivalente a más de 102 veces el SMLV ($644.350), y que la brecha entre los altos ejecutivos, los magistrados, los parlamentarios, procuraduría, contraloría y organismos de control devenguen 50 veces el salario mínimo y al mismo tiempo se quiera hacer inclusión social. La CEPAL en su último informe sobre la pobreza en América Latina (2014) señalo que la reducción de la pobreza y la indigencia en la región se estancó en lo últimos años y solo países como Paraguay, Perú y Chile mejoraron al pasar de 49,6% a 40,7%; de 25,8% a 23,9% y de 10,9% a 7,8% en su orden. Algunos países sacan de la línea de pobreza e indigencia mayor población que la que registra Colombia dada su brecha salarial.
El Nobel de la Economía J. Stiglitz en el “Precio de la Desigualdad” (2012), sostiene que el 1% de la población tiene lo que el 99% necesita y que “el fracaso del mercado para crear puestos de trabajo (es el peor fallo del mercado), fuente de ineficiencia y causa de la desigualdad. Estados Unidos había creado una maravillosa maquia económica que solo funcionaba para los de arriba”. Pero si por allá llueve por acá no escampa y con razón ríen mientras otros lloran pero no por causa del amor sino por causa de un capitalismo salvaje no regulado por el estado.
Pero la regresiva tributación en Colombia también es responsable de que la inequidad persista, las reformas tributarias en el país no son estructurales (como lo fueron las de 1975 y 1987), resultan de improvisaciones y reflejan lo equivocadas que están las políticas fiscales y económicas; los mayores capitales tributan proporcionalmente mucho menos que las personas de ingresos más bajos y que se constituyen en los mayores aportantes a los ingresos de la Nación; prueba de ello es que los dividendos no se encuentran gravados, algo que contrasta enormemente con lo que ocurre en los países de la OCDE, donde la carga es en promedio 24%; en cuanto a la tributación por parte de las personas más acaudalados que sería conforme a sus ganancias, tampoco se da, sumado a que tanto petroleras, como bancos y multinacionales han hecho todo lo posible para que los vientos sigan soplando a su favor (lobby).
Si en la teoría de los salarios dependen de la productividad y por esto no se puede incrementar el SMLV, ¿Qué tan productivas son las instituciones del Estado? Recordemos que la productividad de un empleado en EE.UU es 4,5 veces la de un empleado colombiano, amén de una frondosa burocracia que hace lentos los procesos y la tramitología facilita la corrupción.
Una crítica no menos importante es que los grandes beneficios tributarios se concentran en los sectores petrolero, minero y bancario, y si persiste la dependencia de estos sectores, es de esperar que las desiguales tasas de tributación también lo hagan y con ellas la desigualdad se incremente. La tesis es que se paga un precio muy alto por la desigualdad con un sistema económico ineficiente que maneja un lenguaje retorico respecto de la democracia y la equidad pero mantiene intacta una burocracia estatal que está blindada frente a las crisis. Es por ello que Stiglitz refiriéndose a la crisis financiera del 2008 señala que esta desencadeno, una nueva conciencia de que el actual sistema económico no solo es ineficiente e inestable sino básicamente injusto. “Se percibía que era escandalosamente injusto que muchos responsables del sector financiero (los banqueros) se marcharon a sus casas con bonificaciones descomunales mientras que los que padecían la crisis provocada por esos banqueros se quedaban sin trabajo” (El Precio de la Desigualdad 2012). Cualquier parecido con nuestra realidad sobre todo en el sector petrolero no es mera coincidencia.
* Ricardo Mosquera, Ex rector de las universidades Nacional y Surcolombiana. Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia.