jueves, 11 de septiembre de 2025
Dominical/ Creado el: 2014-11-23 12:29

Secuestro del general Alzate fortalece el proceso

El secuestro del general Alzate, la abogada Gloria Urrego, el cabo Jorge Rodríguez, así como los dos soldados en Arauca, César Rivera y Jonathan Andrés Díaz, reavivó el rechazo por este método bárbaro.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | noviembre 23 de 2014

Ricardo Mosquera M.*

El secuestro del general Rubén Darío Alzate y sus acompañantes generó una crisis que puso a prueba el proceso de paz, llevó al gobierno a suspender las conversaciones pero que gracias a la gestión de los países garantes -Cuba y Noruega- y la mediación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ya está en marcha el operativo para su pronta liberación. ‘Iván Márquez’, jefe de la delegación de las Farc, reitera su compromiso y reconoce los avances en temas decisivos: 1) Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral; 2) Participación política: Apertura democrática para construir la paz; 4) Solución del problema de las drogas ilícitas por lo que “no es sensato que continuemos matándonos en una confrontación, que de no parar, generará prisioneros e incidentes que pueden poner en peligro la continuidad de la Mesa de Conversaciones y la anhelada posibilidad de llegar a la firma del Acuerdo Final”.

En un principio se temió que este secuestro podría poner fin a las negociaciones como ya había ocurrido con el del exministro Argelino Durán Quintero mientras se adelantaban diálogos en Tlaxcala-México (gobierno Gaviria 1992) o con el del senador Jorge Eduardo Géchem, el 20 de febrero de 2002 por cuenta de las Farc, que finalizó las negociaciones en el gobierno de Andrés Pastrana, poniendo fin a la zona de distensión.

El secuestro del general Alzate, la abogada Gloria Urrego, el cabo Jorge Rodríguez, así como los dos soldados en Arauca, César Rivera y Jonathan Andrés Díaz, reavivó el rechazo por este método bárbaro que condena la comunidad internacional, que enfureció al propio Hugo Chávez y detonante de una de las mayores movilizaciones de la historia, cuando el 4 de febrero de 2008 millones de colombianos gritaron en las calles “No más mentiras, no más secuestros, no más Farc” que aún retumban en los oídos de los colombianos que también rechazan las voladuras de oleoductos, carreteras y torres eléctricas, quema de vehículos y tractomulas, generando desconfianza  hacia el proceso de paz. Igualmente alimenta a los buitres que quisieren devorar las negociaciones de La Habana, como es el caso del uribismo, altos exoficiales y al mismo Procurador, convencidos que “es más fácil hacer la guerra que la paz”.

Pero al mismo tiempo ha fortalecido el proceso de paz, que en declaraciones a RCN Pablo Catatumbo (tercero al mando de las Farc) anuncia liberar a los secuestrados como “un gesto de paz, de reconciliación, de buena voluntad y de compromiso” de la guerrilla con las negociaciones para poner fin a un conflicto de más de 50 años.

Es que las condiciones del secuestro de Alzate, oficial de más alto rango capturado por las Farc, que encabeza la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, al mando de 2.500 militares para combatir la guerrilla, el narcotráfico y la minería ilegal en esa zona del país, son una incógnita. Algunos se preguntan qué hacía el alto oficial y sus acompañantes una tarde de domingo cuando visitaba de civil el caserío Las Mercedes, a orillas del Atrato rompiendo los protocolos de seguridad correspondiente a su jerarquía. El propio presidente Santos ha pedido explicaciones: "Mindefensa y comandante general: quiero que me expliquen por qué el brigadier general Alzate rompió todos los protocolos de seguridad y estaba de civil en zona roja", lo que es compartido por la opinión pública y  por su esposa Claudia Farfán: “Quiero preguntarle por qué iba de civil y sin escolta cuando lo tenga a mi lado”.

El reconocido periodista y escritor Enrique Santos Calderón señalo al periódico El Espectador del 17 de Noviembre: “A primera vista parece una embarrada militar que no debe poner en riesgo el proceso de paz” y complementó para La FM: “Con este caso del general Alzate, no hay mal que por bien no venga, tienen una enorme oportunidad de demostrar su compromiso con la paz, con la liberación inmediata y sin condiciones del general, eso sería un mensaje para  la sociedad colombiana y para el proceso que me parecería muy positivo”, subrayando  que no se hable de secuestro, pues un general aún de civil sigue siendo un jefe militar.

Muy oportuno resulta su libro ‘Así Empezó Todo’ (Bogotá, Noviembre-2014), donde de manera precisa en 189 páginas revela pormenores de cómo se llegó al 24 de febrero de 2012 hasta llegar el 26 de Agosto a firmar el Acuerdo General de La Habana para la Terminación del Conflicto Armado en Colombia. En esta síntesis destaca el respeto mutuo para la “construcción de confianza entre dos adversarios que hacía 10 años no se veían las caras sino a través de la mira del fusil”. Entender que una victoria militar no es factible y quizás no deseable y abrir las puertas a una organización armada que lleva más de 50 años echando plomo y que también entiende que no llegarán al poder por las armas. Recuerda la recomendación de un asesor externo para el caso del Ejército Republicano Irlandés (IRA): “Armarse de paciencia frente a las previsibles arengas ideológicas contra el Estado capitalista, la oligarquía guerrerita, la política paramilitar…Darles espacio para el desfogue, no empujarlos a tomar decisiones, pero sí mucha claridad de que se asume que se trata de ponerle fin al conflicto armado” (Pág. 34).

En la estrategia general se acordó que el gobierno no cesará operaciones militares y que lo que suceda en el campo de batalla no debe interferir las conversaciones para blindar el proceso del ruido de la guerra. Recuerda Santos que en las palabras de apertura destaco su mayor experiencia  en estas lides, cuando fue miembro de la comisión de diálogo con el M-19 y el Epl (1982 - Betancur), en La Uribe conversó con Jacobo Arenas y Alfonso Cano, firmó la tregua con el M-19 en Corinto y años después el acuerdo con el Epl. Viajó a Remolinos del Caguán, a la instalación de un Consejo de Rehabilitación en una misión presidida por ‘Iván Márquez’ por las Farc, y Calos Ossa por el gobierno Barco, y estuvo en la zona de despeje del Caguán (recordar “silla vacía”) cuando señaló que no le veía futuro a ese proceso. En la sesión inaugural instó a las Farc a no desaprovechar la oportunidad histórica y a mirar alrededor, cómo la lucha política abierta y de cara al pueblo, se puede expresar libremente en las urnas, solo bastaría mirar al vecindario  y ver “a exguerrilleros en el poder: Brasil, El Salvador, Nicaragua, Uruguay, Colombia, en el Senado o la Alcaldía de la capital” (Página 182).

Aunque las Farc mantienen algunas zonas de influencia son débiles militarmente y  reconocen que la lucha armada no es la única forma de llegar al poder. El tiempo apremia y si liberan pronto y sin condiciones al general Alzate y sus acompañantes, renuncian  al secuestro de civiles y militares por fuera de combate, dan señales inequívocas de querer la paz,  como dijo Granda: “¿Santos quiere pasar a la historia como el constructor de la paz en Colombia? Podemos ayudarlo”. Concluyamos con E. Santos: “El estigma no es haber empuñado las armas. Es no saber deponerlas”. *Ex Rector, Profesor Asociado UNAL