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Dominical/ Creado el: 2014-07-06 10:23

Pablo Guzmán, paisaje provisional

El poeta huilense habla de su paisano, el agustiniano Pablo Guzmán, un joven que se abre paso en el mundo del arte. Ahora expone en Bogotá.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | julio 06 de 2014

Pablo Guzmán, nació en San Agustín, Huila, en el año 1987, recibió título de maestro en Artes Plásticas en la Universidad de Antioquia, Medellín, en el año 2008 y complementa sus estudios como ampliación de los horizontes artísticos en el campo del Grabado en el Taller la Estampa de Medellín.

Es un joven artista que durante siete años ha venido sosteniendo una importante y prolífica  producción plástica, la que se inicia en el año 2008 con la mención obtenida por el trabajo de grado.

Estos siete años de presencia en el panorama de las artes plásticas le han permitido poner a consideración de la crítica y del público su obra, en exposiciones individuales y colectivas tanto en Colombia como a nivel internacional, es así como a la fecha, son 32 los escenarios donde se han expuesto sus creaciones y varias las distinciones como reconocimiento a su trayectoria y a su obra, así como el formar parte de Colecciones Públicas y el ser invitado especial en septiembre de 2011 para ilustrar el No. 63 de la publicación Leer y releer Revista especializada del sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia.

Paisaje Provisional, la exposición de Pablo Guzmán en la Galería la Cometa de Bogotá, que en palabras del maestro Armando Montoya se constituye en esa especie de Mirada Detenida, abstracciones encontradas, y es a la vez, un breve, sintético e intenso repertorio iconográfico arquitecturado por 12 obras entre óleos y acrílicos sobre lienzo, miradas entre caminos, entre orillas, que nos plantean nuevas gramáticas situacionales en el campo de lo simbólico.

Aquí Pablo Guzmán, se nos presenta como un artista que pinta con el alma en tanto ella está y se hace palpable en lo que él ve y toca desde su sensible mirada creativa, y en cuyo proceso: el lienzo, los diversos materiales y los estilos con los que se pone en escena, su mirada, los motivos, los objetos referenciales, las miradas fotográficas se constituyen en el lugar de encuentro entre la realidad, la creación, el arte y el hombre, obra que se hace comunión en el sentido de común unión en la galería de arte entre los espectadores y el artista como oficiante, como propiciador de nuevas miradas del mundo.

Pablo nos propone, nos revela, nos desnuda un mundo otro, un universo que se afinca en las cosas, en objetos elementales, nos propone una pintura que se hace con el alma en tanto el hombre es más humano cuando se revela en ellas, cuando funde su ser en ellas, cuando  se expresa desde ellas, se realiza y se complace en las cosas que ve, captura, toca, exalta, incorpora, encuentra por sorpresa, por viaje imaginero, por caminante, por transeúnte, y que definitivamente, integra a su estilo que lo particulariza y lo hace original, desde los más mínimos detalles,  desde los planos más elementales y cotidianos como instantes de destello rescatados del olvido.

Desde esas pequeñas cosas, desde las cosas elementales que hacen humana y digna la vida del hombre, Pablo desde la plástica hace cátedra y estética, y nos brinda una lección inaugural en tanto que desde su pintura se instala un súbito e inesperado régimen de visibilidad de una ciudad, no vista así por el común de la gente y de los artistas, régimen que descansa en detalles elementales, que habitan y forman parte como estados del alma de los espacios, de la vida de los hombres, del obrero, del artista o del simple transeúnte, fragmentos visuales que nos empujan a complejas o simples visiones del mundo donde se tensan imágenes, representaciones, posturas, temporalidades, sitios, detalles, aglomeraciones, corrugados, todos ellos, detalles plenos que cobran vida, nos hablan de ella y nos revelan otra.

Pablo Guzmán como creador, como artista, va más allá de ese importante concepto planteado por Louis Nizer en el que considera que: “el que trabaja con sus manos es un trabajador manual, el que lo hace con sus manos y su cabeza es un artesano, pero el que trabaja con manos, cabeza y corazón es un artista”, Pablo va más allá, en tanto que los instantes creativos están tocados por un ánima que desde el latín representa el alma del hombre y desde el griego el soplo, y es así que desde el alma del artista restaura el alma de las cosas mediante un animismo que proyecta su obra con nuevos sentidos, con rostro, con presencia humana, tal los casos de sus obras: Recostados, Aglomerados, Tendidos, que para romper el silencio y el olvido, se nos presentan como si fueran extensión, complemento del cuerpo del hombre que merecen un espacio, un lugar, un tiempo, unas formas, un instante para el reposo, para el descanso y en esencia para volver a ser presencia humana única e irrepetible, es decir: obra.

Desde el alma del hombre están tocadas sus obras, lo mismo sucede con ese paisaje provisional contundente en su expresión y representado en la obra Temporal comoente, como un su ser cotidiano, elemental, como oficio humilde del hombre, allí el polisombra no es otra cosa que un telón de boca de un escenario urbano que nos permite intuir una construcción del otro lado, una obra en proceso que desde su perspectiva estética es un anunciación, una epifanía, pues desde la instauración de sus lenguajes, el artista nos convoca a descubrir las realidades secretas, las presencias fugitivas, las existencias complejas que tienden a escapar a la expresión y a la concreción pictórica, a la vida interior y a la relación con los objetos que nos excitan y concitan nuestro humano interés, en un mundo que se deshace, se deshumaniza, que muchas veces se agota en la indiferencia, en una existencia cada día menos significativa.

Por eso Pablo Guzmán nos devuelve en su pintura instantes inolvidables de cierto equilibrio encantado como generador de presencias y de vida. Con él el mapa de las rutas mejor trazadas no existe, por eso siempre nos ha convocado desde Reflexiones de la realidad y la ficción, exposición iniciática de oficiante de las artes plásticas del año 2008,  a los momentos actuales del Paisaje provisional del año 2014, a ese algo por venir, provisional, provisional no por efímero, sino por evocador, revelador y susceptible al cambio y a los nuevos asomos y asombros de la vida, fundados en una obra que son poemas en perspectiva de silencios expresivos y objetos con capacidad enunciativa y parlante, como lo planteara Octavio Paz respecto de la obra de André Bretón: un arte que es materia de contemplación y lectura.

La presentación de sus imágenes dan cuenta indiscutiblemente de agudos e inusuales detalles que forman parte de un gran relato urbano, cuyas historias íntimas las sabe el artista y nos convoca cómplice a que también se rehagan y se recreen por cuenta de nuestra propia imaginación, nos reta así a un ir al encuentro de la obra como esa otra parte de nuestro cuerpo y de nuestras propias historias, y es allí donde se ponen en juego nuestras miradas, la memoria que tenemos de los lugares, de nuestro cuerpo y nuestra imaginación, para dar cuenta o adivinar  las geografías, los imaginarios, los caminos andados y desandados en los entornos urbanos, unas veces próximos, otros cercanos pero también distantes y las más de las veces olvidados, o recobrados en ese país dolido e inasible que se configura y que sólo encontramos en la difusa patria que constituyen los sueños.

Aquí están los instantes, las cosas y los trabajos humildes, reivindicados en un arte que los libera, que los hace más humanos, más humanamente vivibles y por ello cercanos, hermanados a nuestra cotidianidad y a la dignidad de la vida.

 

 

ÓRINZON PERDOMO