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No le teme a la vida ni a la muerte

Ante la amenaza de las Águilas Negras de apagar su vida, Olmo Guillermo Liévano ha resuelto no temer.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | septiembre 21 de 2014

Por el contrario aferrarse a todo lo que ama, su esposa, su familia, el arte y la filosofía. DIARIO DEL HUILA conversó con el artista y diplomático.

El 12 de septiembre, tres días antes de su cumpleaños, en un seminario sobre paz realizado por la Universidad Surcolombiana, Olmo Guillermo Liévano, de 69 años, se enteró de una noticia que cambió en segundos su panorama. Se trata de una amenaza pública realizada el 9 de septiembre por el grupo paramilitar autodenominado Águilas Negras, que con ofensivas palabras lo declara objetivo militar junto a 89 personas más.

El Asesor de Paz, DD.HH., DIH, Víctimas y Posconflicto de la Gobernación del Huila no sintió miedo en ese momento. Tal vez porque lo repentino del hecho le generaba más escepticismo que angustia. O porque desde niño ha estado expuesto al amor y el odio, a la guerra y la paz. Porque ha vivido el conflicto bipartidista en carne propia, escondiéndose de los conservadores que perseguían a su familia, observando los conflictos en las calles y escuchando las oraciones de su madre que en medio de la zozobra se confundían con el sonido de las balas. Y ha decidido no tener miedo a vivir, a explorar, arriesgarse y descubrir.

Sin embargo, las llamadas de sus seres queridos no se harían esperar y ante el temor de su familia, el líder social reconoció lo vulnerable de su humanidad y divisó la magnitud de la amenaza. Ante el afán de dejarle algo a sus hijos, de mostrar todo esa complejidad que inunda su interior, tantos años de luchas, amores y sueños que lo convierten en la persona que es hoy. Olmo Guillermo abrió las puertas de su alma y de su casa para esta publicación del DIARIO DEL HUILA, vestido con la camisa con que pinta que se ha convertido con el paso del tiempo y los pincelazos en un cuadro más, testigo de largas horas de inspiración. Con la sencillez que lo caracteriza y desnudando lo más íntimo de su ser, ha recordado los pasajes de su vida.

Precisamente ante la amenaza de muerte, su cosmovisión aflora mucho más. El hombre de cabellos plateados y mirada de mar, no le teme al fin, porque sabe que no existe. “Somos eternos, no le tengo miedo a la muerte pero sí pienso en mi familia, en el dolor que podría provocarle. Cuando hablamos un poco de que no existe la muerte y que el cuerpo es sólo un vehículo que utilizamos mientras estamos aquí, todo se resume a un solo camino que es el amor y el amor es una energía- y no una abstracción- que disuelve el miedo. Cuando sentimos amor no tememos a nada”, responde con estoicismo mientras que sus manos posan relajadas en sus piernas y su mirada celeste transmite tranquilidad.

Es así como nos habla de sus primeros sentimientos de amor por las personas, por el arte, por las mujeres y por la existencia: “Yo estaba frente a una flor y se me reveló mágicamente, fue un portal que me transportó, entendí que tengo alma y que la vida es mucho más que esto que tocamos”, cuenta Olmo, que más allá de los trajes formales que disfrazan su espíritu creativo en las oficinas y reuniones sociales, es ante todo un artista de mente despierta, que desde niño ha explorado su mundo con capacidad de asombro.  “La primera vez que salí a la calle solo fue al Parque Santander, y había una pelea tremenda, la gente estaba animando la riña y yo no entendía qué pasaba, sólo me dejé llevar por mi impulso y siendo muy niño, separé con todas mis fuerzas a los dos señores que se estaban golpeando. Sus miradas me agradecían por haber parado eso”, recuerda.

Desde su niñez además de forjarse como gestor de paz, también cultivó una gran admiración por el género femenino, “recuerdo que tenía 4 años y jugábamos a lanzarnos de las escaleras, de un momento a otro apareció otra niña de rizos rubios sorprendentes, como nunca más he visto en mi vida. Me enamoré inmediatamente, todo fue tan mágico, duré muchos años enamorado de ella y nunca se enteró”, dice el activista con sonrisa tímida. Décadas después la vida lo sorprendería de nuevo de forma dulce y conocería a Gloria Cecilia Gómez, “recuerdo la primera vez que la vi, tan inteligente y bella, con tanto carácter pero también tan delicada, como una porcelana. Me enamoré inmediatamente y les dije a mis amigos que por esa mujer dejaría todo”, afirma y suspira.

Amor y arte, uno solo

Como el uróboro (aquella serpiente que devora su propia cola eternamente) Guillermo Liévano ha devorado en repetidas ocasiones la música, la literatura y la pintura, y estas tres artes lo han devorado a él. Es como si al darle cualquier instrumento a Olmo, su genio no pudiera quedarse quieto e inmediatamente lo convirtiera en arte. Por eso muchos libros, majestuosas ediciones antiguas de la Divina Comedia, El Quijote y otras joyas literarias dan peso a su biblioteca; pinturas suyas y de colegas, un piano Wagner en perfecto estado y otros instrumentos musicales, una hamaca, varias plantas, un enorme árbol que lo observa desde la ventana y la dulce compañía de su esposa, hacen de su hogar un rincón tranquilo del mundo.

Y con cada arte vive una apasionada y profunda relación que lo envuelve impertérritamente. “El piano sentí que no podía tocarlo más, porque hubo un momento en que me perdí de vista a mí mismo en el proceso creativo. No volví a saber del mundo y me perdí grandes acontecimientos, me di cuenta que me estaba devorando”, confiesa Olmo, que ha inculcado los mismos gustos culturales a sus hijos, tanto así que conocen la obra de Obregón, su artista colombiano favorito.

La pintura ha sido su amor de toda la vida, en cada cuadro está plasmada una parte de su alma y firma como “Olmo” un nombre que le daría la causalidad y que adoptó para la cotidianidad.  “Cada lienzo en blanco es para mí un reto completo, un momento de crisis creativa, es una lucha tremenda, no sólo es un gozo, a veces se sufre mucho porque es una lucha constante. Se tiene que establecer una relación armoniosa con los colores, una relación amorosa, porque los colores también me pueden protestar. Yo converso con ellos a medida que voy creando”, explica el pintor y músico, que en sus últimos años pretende retirarse de la vida pública y dedicarse al estudio de la filosofía.

La corbata no le quita lo artista

La solvencia económica de su familia le permitió estudiar en las mejores instituciones académicas del país. Pero su espíritu rebelde y el deseo de formación de su padre, lo llevaron a formarse también en colegios y universidades públicas, donde fortaleció su sentido social. Es así como es arquitecto graduado de la Universidad Javeriana y licenciado en artes visuales de la Universidad Surcolombiana. estudiante del Gimansio Moderno y bachiller del Colegio Nacional Santa Librada de Neiva.

Posteriormente desempeñaría cargos públicos. De ser el joven nadaísta de espíritu bohemio que vivió un gran número de retiros espirituales en lugares como la India, con cabello largo y vestir desprevenido, pasó a ser concejal de Neiva, jefe de Planeación, diputado de la Asamblea del Huila, director del Instituto Huilense de Cultura y Alcalde de Neiva.

Pero en ninguno de sus cargos dejó de ser un artista liberal. Su amor por la cultura se manifestó en cada una de sus gestiones, es por ello que en el 72 creó el parque del Amor y la Amistad, en el 78 creó la Biblioteca Pública Municipal de Neiva, en el 81 promovió la creación del Bachillerato Artístico Ceinar y el Fondo Mixto para Promoción de la Cultura (Fomcultura); construyó las piscinas de la Villa Olímpica de Neiva y el coliseo cubierto de la Usco. Además fue coautor del proyecto de Ley General de la Cultura presentado en Cartagena de Indias, en el año 96 donde defendió la creación del Ministerio de Cultura. “Fueron épocas pesadas, incluso cuando nació uno de mis hijos, yo conocí sus ojos seis meses después, porque siempre salía temprano y llegaba muy tarde de trabajar”, afirma.

Además de ser un sensible artista, Olmo Guillermo es un agudo intelectual, de amplios intereses, por ello en su hoja de vida se suman un gran número de estudios superiores relacionados al cine, la administración, la historia, la filosofía, el diseño, la gestión y planeación, la resolución de conflictos, paisajismo, democracia, el cine y hasta el teatro.  No solo los pinceles aman sus manos, las plumas y los teclados también, por eso ha destacado como autor. Entre sus publicaciones se encuentra la "Arquitectura como Terapia" y "El erotismo en la estatuaria Agustiniana”.  Y entre sus destacados proyecto urbanísticos está  "Para volver a mirar el Río Magdalena" que realizó el Centro Histórico de Neiva hace 14 años.

Un artista modesto

Olmo Guillermo se caracteriza por su modestia, a pesar de todos sus logros conserva la misma ternura para hablar a chicos y grandes, ejecutivos y obreros. Esa humildad le permite reconocer en medio de su genio, a otros artistas de la región a los que admira profundamente. Entre ellos está Filomeno Hernández, que es para él un colega y un hermano. Y Marío Ayerbe, del que aprecia el manejo del color y la expresividad de sus pinturas. 

“Soy una persona feliz y sin miedos”, Olmo Guillermo Liévano.

Al nombrarle estas palabras al artista, esta fue la primera respuesta que dio:

Neiva: Río las Ceibas

Olmo: Omm

Futuro: Paz

Gloria: Olmo

Paz: Blanco