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Dominical/ Creado el: 2015-02-16 07:11

La trágica historia de un laboyano inmigrante en EE.UU

En el 2012 a un laboyano le correspondió vivir la peor pesadilla de su vida, que inició con el anhelo de llegar a EE.UU. buscando una nueva vida.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 16 de 2015

RODRIGO ROJAS GARZÓN
Diario del Huila, Pitalito

El nombre el protagonista de esta historia fue cambiado para proteger su identidad y seguridad personal, por acuerdo con él lo vamos a llamar Raúl García Robledo, quien entre  mayo  y julio del 2012 vivió una experiencia que transformó su vida al tratar de ingresar de manera ilegal a los EE.UU.  por la frontera con México.

Tenía dos expectativas: vivir la aventura de ingresar a la tierra del Tío Sam cruzando la frontera  utilizando documentación falsa; de lograrlo, su segunda expectativa era establecerse,  conseguir trabajo, generar ingresos, hacer un buen capital y luego regresarse a Colombia. Lo que él no se esperaba era que su aventura se convertiría en un infierno.

El ingreso a la boca del Tío Sam

El viaje inició por tierra desde  Pitalito-Bogotá, luego tomó un vuelo a México D.F. y luego se dirigió hacia la frontera a San Luis Río Colorado que es frontera con el estado de Baja California.

“Allí la persona con la que yo iba hizo contacto con un pollero-traficantes de inmigrantes procedentes de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Peruanos, Africanos, Rumanos  para el cruce  la frontera… existe  una mafia”.

Cuenta que inicialmente los ubicaron en casas cerca del rio Colorado en zona desértica, inmuebles de estratos bajos habitados personas muy pobres, por lo regular familiares de los traficantes   en donde permanecen encerrados  durante dos o cuatro días, todo depende de la ruta escogida para pasar a los inmigrantes a territorio estadounidense.

“Si  es con documentos falsos, las personas tienen que aprenderse nombre, número de identificación, en dónde trabajan, para donde viajan, y documentos que la Policía de Fronteras podría pedir al momento de pasar por el puesto de control”.

El primer filtro

El primer filtro para saber si la persona está lista lo hacen los coyotes o polleros, quienes preguntan  el contenido de los documentos falsificados, solo si pasa la prueba y le informa cuando será el día en el que van a pasar la frontera. En esta ruta los inmigrantes son llevados en vehículos a dos minutos del puesto de control fronterizo, y luego se pasan a otro vehículo que es el que buscará llevarlos a los EE.UU.

“La correría inicia a las 4 de la mañana y sobre la 5 se empieza  hacer fila, luego le señalan el vehículo que se debe abordar en cuestión de segundos;  porque hay cámaras por todos lados. Se inicia el recorrido hasta llegar al control de frontera… con migo iban dos personas, mi compañera sentimental en ese instante y  el conductor”.

Señala que cuando  se fueron acercando al puesto de control, lo sorprendieron las filas de toda clase de vehículos tratando de ingresar a los EE.UU.  Recuerda como si fuera hoy que todo era tranquilidad al interior del vehículo, hasta el momento que llegaron a la garita, allí un Policía de Fronteras les pidió los documentos.

“Se queda mirando la identificación del conductor…no dice nada, se va. Al regresar pide la identificación de nosotros dos y cuando nos consultó en más de dos ocasiones que si éramos nosotros, le contestamos que sí. Nos hacen bajar y nos dicen que quedamos detenidos por tratar de ingresar a los EE.UU. de manera ilegal con documento falso que eso es considerado una felonía-delito menor”.

Inicia la pesadilla

Destaca que desde el mismo momento que fueron detenidos son esposados de pies y manos,  entre ocho y quince horas mientras se efectúa el proceso de judicialización y se define a que cárcel serán enviados.

“Sobre la madrugada me pasaron a un cubículo frío, construido en paredes de hierro, sin cobijas, sobre una base de cemento a unos quince centímetros del piso. Al otro día junto con todas las personas que capturan tratando de pasar la frontera, lo  hacen subir a un bus con ventanas enrejadas, vidrios polarizados, blindados”.

Dice que el interior del bus huele a ‘mil demonios’, porque es la reunión de los inmigrantes muchos de ellos con días sin bañarse, otros con el olor de la marihuana impregnada en su ropa: mexicanos, hondureños, salvadoreños, nicaragüenses,  africanos, japoneses, rumanos.

“Estábamos esposados de pies y manos, con grilletes. Nos tocaba caminar como pingüinos, me sentía como el peor terrorista del mundo, es el modo de tratar a quienes infringen sus leyes”.

Pasaron por  cárceles iniciando en San Diego California, Brownsville, paso Texas , Baja California y la Florida, recuerda  a su paso   por las cárceles transitorias  de los EE.UU. es que no  registran  hacinamiento.

“Allá un preso es distinguido por su color rojo o azul- para quienes ingresan por primera vez, el verde o naranja distingue a inmigrantes que han tenido más entradas o son peligrosos. En la estadía existen dos opciones: portarse bien o portarse bien, porque si usted es problemático lo envían a un sitio que llaman ‘el hueco’, una habitación muy pequeña totalmente oscura, le meten la comida por debajo de la puerta y está completamente aislado”.

Durante el tiempo que duró detenido, cuenta Raúl, se dedicó a leer la Biblia, a orar con sus compañeros de celda y se convirtió en una especie de guía espiritual en medio de 20 salvadoreños, 2 guatemaltecos, 5 hondureños, un italiano y un joven de portugal.

“Todos se aferran a Dios al ver que su sueño americano fue frustrado-la posibilidad de ingresar y trabajar bajo cuerda, y enviar a sus países de origen dinero para la manutención de su familia”.

Le mataron la esposa y su hija

Recuerda la historia de un hondureño quien trató de pasar la frontera con su hija y su esposa junto con una buena cantidad de inmigrantes. Le cuenta  que durante el trayecto tratando de pasar  la frontera se iba quedando gente, unos porque  no tenían dinero para pagar el paso de la frontera, otros: jóvenes bonitas u  hombres  a quienes los grupos de narcotraficantes entre ellos los Zetas los habían, violado, ultrajado, asesinado.

“Me contó que a su hija la habían violaron y luego asesinaron porque se negó a pasar narcóticos en su espalda,  su esposa se metió a defenderla, fue violada, y descuartizada viva. El continuo el camino, y  pasó la frontera, pero sin rumbo, se entregó a las autoridades  fue detenido y se encontraba en la cárcel con el trauma de perder a sus seres queridos de la manera más ruin por parte de integrantes de las mafias mexicanas”.

Otras rutas

Según nos contó Raúl existen varias rutas para tratar de pasar la frontera: por el desierto,  cruzando el río Colorado, o por el puesto de control en la frontera. Destaca que quienes buscan cruzar por el rio son utilizados por bandas de narcotraficantes para llevar base de coca, o marihuana empacada en tulas a sus espaldas.

“El 80% de las personas que llegan a estas zonas los acopian, y en vez de cobrarles por mostrarles la ruta de ingreso, les montan a su espalda cualquier cantidad de kilos de marihuana, o cocaína y que trafiquen por esas zonas desérticas”.

Su repatriación

Fueron dos meses y 20 días en los cuales Raúl solicitó frecuentemente su repatriación, a través de cartas dirigidas a Inmigración, donde les daba cuentas de sus muchos ingresos a los EE.UU. que anteriormente realizó de  forma honesta como periodista.

“Finalmente nos llevan a tomar un avión en el cual veníamos 300 colombianos, unas 20 mujeres el resto eran hombres, entre quienes se encontraban integrantes de los carteles de Cali y Medellín”.

Recuerda con profunda tristeza que hasta durante el vuelo estuvo con grilletes en los pies y las manos, los cuales solo se los quitaron cuanto aterrizaron en el Aeropuerto Militar  de Catam e iba a pisar el suelo de su patria añorada.

“Es busca del sueño americano se arriesga el bien más preciado de una persona, la vida. Mucha gente se muere de hambre, de sed, otros fueron picados por culebras en el desierto,  ahogados en el rio Colorado, y en el peor de los casos caen en las  manos de mafias”.