jueves, 11 de septiembre de 2025
Dominical/ Creado el: 2015-05-02 11:25

La hija de Pizarro sale de la clandestinidad y recupera su apellido

A sus 37 años tiene resuelto que lo más importante es exaltar a su padre. Y empezó por recuperar su identidad, salir de la clandestinidad, porque se ocultaba bajo el apellido Varón, que la alejaba de los peligros de la persecución y el asesinato.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | mayo 02 de 2015

Hoy, cuando tiene la edad de su padre cuando fue asesinado, puede decir a los cuatro vientos que su apellido es Pizarro, que es hija del entonces máximo comandante del M-19, que días después de firmar la paz fue acribillado a tiros al interior de un avión en vuelo.

-Yo me exilié por última vez a los 24 años, tengo varios exilios atrás, también varias identidades. La persecución empezó desde que nací hasta que mi padre fue asesinado, y luego a raíz de la publicación del libro "Mi confesión", de Carlos Castaño.

Castaño dijo que él había ordenado la muerte de mi padre, que él había estado ahí en el momento del asesinato, quizá atribuyéndose mucho porque él no era más que un gatillero. El problema es quiénes son los autores intelectuales, que nunca fueron ubicados y condenados.

Salí entonces del país, con mi hija, muy pequeña en aquél entonces, porque no quería repetir la historia de mi padre.

¿Por qué levantar la mano ahora, después de 25 años,  y decir yo soy la hija de Pizarro?

Porque mi padre luchó durante toda su vida para ser parte de la historia de este país, lo hizo aún a pesar de haber escogido la lucha armada como opción de vida, pero hizo hasta la guerra con ética, con honor y con valores.

Mi padre no se merece el olvido. Lo que hago es un reconocimiento, un acto de amor profundo, por él y también por este país.

¿Su madre?

Ella me ha acompañado. Las cartas son públicas porque ella decidió entregármelas. Ella ha hecho su duelo, a su manera. Ya no eran compañeros al momento de su muerte, él ya tenía otra compañera, pero eso no quiere decir que no hubiesen mantenido una profunda amistad, y un respeto el uno por el otro. Mi madre me ha acompañado en este camino de dignidad.

¿Cuántos son los hijos de Carlos Pizarro?

Somos cuatro...

¿De la misma pareja?

No. Mi padre tiene una hija de crianza que es Claudia, mi hermana mayor. No es hija biológica pero es hija de crianza, conmigo, de la primera compañera que es mi madre. Luego se separan, él tiene otra compañera que es Laura, con ella tiene otra hija. Y finalmente, al final de sus días, en esos últimos 45 días, tiene un hijo póstumo con otra mujer.

Entonces somos tres hijos biológicos, de tres madres diferentes.

¿Y el hijo póstumo es con quién?

El hijo póstumo es con... Yo no la conozco realmente, lo he visto a él muy pocas veces, y seguramente fue una persona que lo acompañó.

¿La mamá cómo se llama?

En estos días yo preferiría no mencionarla.

 ¿Se ven los hermanos, se encuentran?

 Sí.

¿Tienen una buena relación?

Ha sido un proceso difícil. Obviamente las relaciones son especiales con mi hermana mayor.

Con los otros dos hermanos ha sido más difícil, finalmente nos estamos acercando más con mi hermana María del Mar, y con Carlos Andrés realmente nos hemos visto pocas veces. pero en medio de ese poco contacto hemos intentado construir una relación.

¿Cómo era Pizarro en familia?

Digamos que por la situación de clandestinidad no es que hayamos podido tener una casa juntos, como una cotidianidad en el hogar. Lo que recuerdo es por los momentos en que lográbamos vernos a pesar de las condiciones, del cerco y de la persecución.

Él era un hombre tranquilo, cariñoso, ecuánime. Transmitía un aura como de tranquilidad, y también de necesidad de afecto y de cariño.

¿El libro es la suma de notas, cartas?

Es una compilación de cartas, escritos, intervenciones públicas, algunas intervenciones internas entre los compañeros, entre los miembros del M-19. Van de 1973, es decir, cuando él había desertado de las FARC, justo cuando deserta de las FARC ese año, hasta el año 1990 cuando es asesinado.

¿Y habla usted del papá, del hombre, del ser humano?

Hay un poco de todo. Ahí está el hijo del comandante general de las Fuerzas Armadas, ahí está el padre, el compañero, el comandante, el personaje público, ya en el periodo más epistolar que es el periodo de las cartas, donde hay una faceta mucho más íntima, cercana, más humana...

¿Por qué el libro (De su puño y letra)?

Bueno, porque por un lado se cumplen 25 años de su muerte, en una situación muy particular del país. Entendí que debía recuperar la voz, las experiencias de ese otro que está en la otra orilla a veces desconocido. Yo creo que puede contribuir a alivianar ciertos climas de tensión que hay, de desconfianza, y creer que se puede lograr una paz negociada.

Yo creo que leyendo a un hombre como Carlos Pizarro uno puede recuperar la confianza en que esos escenarios son realizables.

Usted pone el libro sobre la mesa y dice: léanlo y entenderán que sí se puede hacer la paz….

Exactamente, pasaron ya 25 años y ese país no fue posible. Estos últimos 25 años lo que vivimos fue el recrudecimiento de la guerra.

Estamos ad portas ojalá de firmar un proceso de paz, y estamos diciendo ¿cuáles son los 25 años que vamos a escribir hacia el futuro?

Los hijos de padres asesinados suelen irse a la guerra o a la política. ¿Se le ha ocurrido?

Sí, y se me sigue ocurriendo. Lo que pasa es que afortunadamente soy hija mujer y tengo otra estructura y otra composición por el simple hecho, además del género, pero también por el simple hecho de ser hija de quien soy hija, y de haber tenido una experiencia particular.

Para mí sería muy fácil montar ejércitos mercenarios porque a mi padre lo asesinaron, montar una guerrilla porque a mi padre lo asesinaron. Pero como esas no fueron las enseñanzas ni el legado que yo recibí pues creo que podemos aportar desde otros lugares. Precisamente en reconocimiento a la postura y a la posición que tuvo mi padre.

La política es una opción y yo creo que en lo que hacemos también hacemos política. La memoria es política, todo lo que hacemos está obviamente inmerso en unos mensajes políticos, y seguramente llegará el momento en el que uno pueda -ojalá- aportar en la construcción de este país desde otras perspectivas diferentes, pero nunca desde la perspectiva, digamos de la lejanía. Puede sr electoral pero con posturas.

Yo creo que la reivindicación, por ejemplo, de Iván Cepeda, o de muchos otros es válida. Ahora, cada uno tiene sus caminos. ¿Quién va a estar contento o feliz porque le asesinaron a su padre?

En mi caso lo que buscamos es verdad, justicia, memoria, y lo que buscamos es poder escribir unas páginas diferentes, y aportarle al país que soñamos.

Ahorita están sentados hombres de 60, 70 años, decidiendo el país que nosotros viviremos en los próximos 25 años y del cual seguramente seremos -ojalá- protagonistas muchos.

¿Quedamos en que la cosa electoral no le llama la atención?

No, sí me llama, pero tal vez en este preciso instante no es el momento.

Veremos, habría que analizarlo, igual uno no se cierra a nada porque este es un país grande.

¿Siguió usted conectada con los amigos políticos de su padre?

Sí, con algunos sí... Sí, claro.

¿Con Navarro, con otros?

Sí, pues ha habido una relación más bien distante, no es una relación de cercanía profunda, de amistad, pero ahí están.

Me refiero a si ellos se han preocupado por la familia, o sucede como en política, cuando se pierden las elecciones y todo el mundo se aleja…

Sucede como en la política.

¿Es decir que no les importó qué sucedía con los hijos de Pizarro?

Eso sucede, eso sucede.

¿Por qué asesinaron a su padre?

Bueno, era casi que una muerte anunciada, ese runrún que empieza, esa certeza de que lo van a matar, sobre todo después de que asesinan a Bernardo Jaramillo… ya la certeza fue aún mayor.

Yo creo que fue un hecho que sacudió al país porque se abría una esperanza y se abría un camino, fueron 45 días de vida legal que le permitieron tener a Carlos Pizarro. Extrañamente la gente lo recuerda como si hubiese sido mucho más tiempo ese periodo en la legalidad, fueron solo 45 días.

Yo he intentado encontrar otros casos de mercenarios, asesinos en un avión en pleno vuelo, pero creo que este es el único. Y sacudió al país.

Recuerdo que se decretaron tres días de duelo y las filas al Capitolio se tornaron interminables, fueron tres días de filas continuas despidiendo a mi padre. El recorrido hacia el Cementerio Central era impresionante, la cantidad de gente que acompañó.

¿Cómo transcurrió el momento al interior de la familia?

Fue absolutamente demoledor y partió en dos la historia familiar. Fue muy difícil reconstruirse después de eso, y en ese proceso presento este libro, el documental, el trabajo de memoria. Por un lado hay un propósito político, pero también es de una catarsis personal muy fuerte. Superar de una manera diferente dolores que uno lleva profundos, incrustados en el alma.

¿Cómo fue ese proceso de maduración del libro?

Lo fui descubriendo. Hacer públicas estas cartas también fue un proceso de maduración de muchos años, no solamente en la recolección del material, pero también en tomar la decisión de hacer público el mundo íntimo de mi padre, o parte de ese mundo íntimo.

Es la maduración de un proceso personal, en el que llevo trece años. He tenido exposiciones, documentales, he hecho todo un trabajo a través del arte y de la memoria, y además de mi padre no había casi nada escrito, yo creo que es lo primero que se escribe a fondo sobre él.

¿Qué es lo más conmovedor que encontró en su investigación y el libro?

Que no me estaba hablando de una sociedad de hace 25 años, que me estaba hablando justo del momento que estoy viviendo.

Esa sensación de que Colombia da vueltas en círculos, y que a pesar de que han pasado tantos años el mensaje es absolutamente actual, vigente, para el momento de hoy. Hasta cuando se refiere a la sociedad del futuro me está describiendo a mí en el momento histórico en el que estoy viviendo.

Entonces yo veo una capacidad de proyectarse, y de reinterpretarse muy profunda, que realmente me conmovió, me sensibilizó profundamente. Sentí que yo con ese hombre podía compartir no solamente la genética, la sangre, sino también el pensamiento, y la forma de concebir y de soñar el mundo.

¿Ha tenido cercanía con familiares como su tío Eduardo Pizarro?

La guerra pasa por las familias y rompe absolutamente todo. Entre otras cosas, rompió la posibilidad de tener una relación muy cercana con mi familia, con mis tíos especialmente. Con mi abuela es otra cosa porque yo me crié con ella. Pero con ellos tal vez no se dio esa posibilidad.

A partir de mi exilio vi al tío una vez en Barcelona. Nos vimos en enero en el entierro de mi abuela, la madre, la matrona de esta familia. No puedo decirte que haya tenido una relación entrañable, cercana, con mi tío, pero bueno, es el tío.