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Dominical/ Creado el: 2015-01-04 01:05

En Palestina compraron votos para ubicar la iglesia

Al sur del Huila, los habitantes del municipio de Palestina guardan en sus memorias la historia de la elección popular que compraron sus primeros moradores para ubicar la iglesia. Frente al parque no está la construcción.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 04 de 2015

De la primera piedra erigieron un pabellón y doña Saturia tomó una de las cintas. Ella no la recuerda bien pero hay una placa que señala la fecha exacta de ese día. El 15 de agosto de 1951 inició la construcción de la iglesia del municipio de Palestina -en ese entonces inspección de Pitalito- pero para saber dónde ubicarla sus habitantes tuvieron que comprar votos.

Esta pequeña población se encuentra al sur del Huila sobre dos colinas divididas por una quebrada, a un lado y al otro están la zona comercial y la institucional. Sin embargo, para que llegara a ser así, el templo católico hizo parte de una confrontación de fuerzas para definir dónde recibirían misa los creyentes. Los que tenían tierras fueron quienes protagonizaron la elección.

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"Cada voto valía cinco centavos", recuerda don Joel Ortiz a sus 87 años y cinco meses (así lo dice) y mientras enreda en una malla la tela que formará un tapete. Es el esposo de doña Saturia Silva y entre los dos cuentan lo que fue una elección para decidir el lugar de la parroquia. “Unos pedían que fuera a este lado y los de allá que la hicieran allá”, recalca don Joel.

El "lado", o la colina que más votos comprara y finalmente, más dinero recogiera, ese se ganaba el derecho de tener la iglesia más cerca. Esa fue la estrategia que definió el padre Santacruz, el mismo que llegaba a lomo de mula a realizar la eucaristía desde el Valle de Laboyos porque en ese entonces no había carretera.

Heriberto Herrera, después de llamar a su padre vía teléfono celular y confirmar la cifra, afirma que los votos costaron veinte centavos. Para él los principales protagonistas de la compra fueron Martín Coy y Julio Mosquera, finqueros cuyas propiedades quedaban más próximas a "lado" que finalmente ganó, el del occidente.

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El parque Los Fundadores queda entrando al casco urbano y muy cerca está la edificación donde funciona la Alcaldía. Lo rodean además los locales de comercio de abarrotes, droguerías, cantinas, cafeterías y heladerías pero no la iglesia. La iglesia queda "al otro lado", pasando el puente, subiendo una pequeña cuesta, y luego de unas escaleras de baldosa roja.

A partir de la primera piedra para la construcción, siguieron las mingas cada semana para trasladar los materiales de río o ayudar en las obras. "Las bases no son de cemento, son de cal y los primeros materiales los trajeron en bestias. Era mucha gente trabajando", asegura don Joel. Las tejas fueron de barro, hechas en una fábrica local, y el piso, en un primer momento, fue de tierra; las paredes, rústicas.  

"Los planos los hizo el padre Santacruz que era español y arquitecto. Las vigas, que aún están, son de madera de balsero que es fina, la regaló un finquero y ya casi no se consigue", reseña Heriberto en la comodidad de su sofá, en la sala de su casa. Él recuerda aquello que leyó en un libro viejo de historia y las anécdotas que su padre le ha contado.

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A doña Saturia  su memoria le hace contar que para cruzar la quebrada y acudir a la misa se debía cruzar un puente de palo y un barrizal "porque en ese tiempo sí llovía" (risas). También que en esa época solo había una casa cercana al templo y que antes de existir éste, hubo una capilla de adobe y guadua frente a la plaza- "al otro lado".

"Después empezaron a hacer casas allá e hicieron el otro pueblo", expresa don Joel. En efecto, hoy en día próximo a la iglesia está el colegio, la ESE Municipal, la escuela, el polideportivo municipal, cuatro barrios y el cementerio. Más cerca está el Arca de Noé - con sus animales pintados dentro de ella- y la ballena de Jonás que construyó un sacerdote italiano con recursos italianos y sin pedir dinero a los feligreses.

La señora de 83 años de edad contrajo matrimonio con don Joel en 1950 y les sobreviven diez de los trece hijos que tuvieron. Ella no rememora el color de la cinta que sostuvo pero sí que eran los casados quienes debían llevarla. Así que ese detalle no puede olvidarlo fácil.