Elecciones presidenciales: votar por y no contra
En un contexto de guerra sucia y paros el debate programático pasó a un segundo plano, lo cual se refleja en la intención de voto registrado en las encuestas.

A ocho días de la primera vuelta el presidente-candidato Santos registra el 27,7% de la intención de voto seguido de Zuluaga del Centro Democrático con 25,6%, empate técnico entre Clara López (9,7%),Peñaloza (9,7%) y Marta Lucia Ramírez (9,4%), según última encuesta de Datexco ordenada por El Tiempo y W radio. Esto indica que es inminente la segunda vuelta, pues ninguno sacaría la mitad más uno de los votos y en ese escenario Santos (35,9%) e Iván Zuluaga (34,4%) señalan empate técnico, cuyo ganador depende de nuevas alianzas políticas o de eventos que transformen la coyuntura. Es el caso del anuncio de las Farc del cese unilateral al fuego y el acuerdo en el punto tres sobre narcotráfico y cultivos ilícitos que se suman al de tierras (desarrollo agrario integral) y participación política ya negociados.
En un contexto de guerra sucia y paros el debate programático pasó a un segundo plano, lo cual se refleja en la intención de voto registrado en las encuestas. El cese unilateral al fuego ordenado por las Farc y el ELN ante el clamor nacional arroja una luz de esperanza al detener la ofensiva militar y la destrucción de infraestructura. No faltan quienes lo consideran una jugada política para favorecer la reelección presidencial y aislar a quienes critican el proceso de paz. Ya el expresidente Uribe ante información oficial sobre un plan para atentar contra él y el fiscal Montenegro reaccionó en forma beligerante: “El presidente Santos anula al Congreso con mermelada y ahora trama disolverlo y entregarlo a las Farc” (Semana, 18-25 nov 13), lo cual es interpretado por el expresidente César Gaviria, actual jefe de debate de campaña santista, como una oposición sistemática, que además de desconocer los logros en materia económica, “busca incendiar al país”, siempre habla con rabia, espíritu destructivo que supera a la extrema izquierda en el ataque a las instituciones y sus gobernantes. “Él está en guerra desde el primer día del gobierno Santos. Y ahora resulta que es Santos el de la guerra sucia.” (El tiempo 13-05-2014).
La polarización no solo remite al proceso de paz, como se dijo en artículo anterior (“Guerra sucia: ¿el fin justifica los medios?”), sino a la interpretación de que Venezuela apoya al grupo terrorista de las Farc y que quienes han cometido crímenes atroces de lesa humanidad tienen que pagar por el daño, según dijo Zuluaga (El Tiempo, 15-05-14), en contravía de una amplia opinión nacional y extranjera que ven una oportunidad para acabar con 60 años de violencia. Desde el gobierno de Belisario Betancur (20 de marzo de 1983), habían rechazado el secuestro y la extorsión, buscaron un acercamiento para viabilizar el proceso de paz a través del exsenador de la UP Alberto Rojas Puyo. Años después, cuando las Farc liberaron unilateralmente exparlamentarios secuestrados y ante el rechazo unánime de las marchas del 2008, “No más secuestros, no más Farc”, hasta el propio Hugo Chávez manifestó: “Liberen a cambio de nada a secuestrados en el poder de los rebeldes, la guerra de guerrillas paso a la historia y ustedes en las Farc deben saber una cosa: se han convertido en una excusa (EE. UU.) para amenazarnos a todos nosotros.” Y, el propio Fidel Castro rechazó el secuestro y mantener como prisioneros a militares en la selva pues “eran hechos objetivamente crueles y ningún propósito revolucionario lo podía justificar”. El nobel Saramago descalificó el concepto de guerrilla que se justifica “si tiene algún sentido de nobleza, es decir, ciudadanos que se organizan para resistir al invasor. No creo que ese sea el caso de Colombia. Aquí no hay guerrilla sino bandas armadas” (Desviaron el vuelo, viacrucis de mi secuestro, J.E. Géchem, Bogotá, 2008). Los intentos de buscar una paz negociada con todos los imponderables han acompañado los últimos gobiernos y podríamos estar aproximándonos al principio del fin de la insurgencia e iniciar un proceso de reinserción y paz.
Hay grandes coincidencias en todas las campañas, cuando se discuten a fondo sus propuestas en relación con la necesidad de modernizar al país para hacerlo competitivo en pilares como infraestructura, educación de calidad, agroindustria y una reforma tributaria. Pero los paros agrarios y el de docentes, han permeado la agenda política en búsqueda de soluciones gremialistas, en medio de la guerra sucia que buscan debilitar al gobierno Santos. El problema agrario es estructural, remite a la tenencia y redistribución de la tierra, caldo de cultivo para el surgimiento de guerrillas campesinas, así como organizaciones de terratenientes armados (paramilitares) y narcotraficantes que las utilizan como corredores para su producción y comercialización de droga. Por ello el sometimiento de narcotraficantes también ha sido una preocupación de los últimos gobiernos y someterlos “a la justicia o hacer un proceso de negociación de la delincuencia no tiene nada de excepcional. Todos los días los narcos colombianos se le entregan a la justicia norteamericana y nadie dice nada, ni a nadie le parece sorprendente”, práctica utilizada por el expresidente Uribe con los paramilitares, casi todos los cuales al final eran narcos (C. Gaviria arremete contra Álvaro Uribe, El Tiempo, 13-05-14). Liberar a Colombia de cultivos ilícitos, producción de cocaína y darle al consumo un tratamiento de salud preventiva, así como combatir la corrupción asociada al narcotráfico es un salto adelante para superar el conflicto, como quedo pactado.
El actual paro de maestros que reivindica tres puntos: nivelación salarial, mejoras en atención médica y un férreo rechazo a la evaluación por competencias ignora el compromiso del gremio en mejorar la calidad de la educación, lo cual exige formación previa, evaluación y capacitación buscando seleccionar a los mejores profesionales bien pagos, que compitan en el mercado laboral con otras profesiones. Recuérdese que en pruebas Pisa 2012, en matemática, ciencias y lectura, nos ubican en un deshonroso ranking 62 entre 65 países, y en las pruebas PIRLS 2011, en comprensión de lectura, el 60% de los estudiantes están en el nivel inferior (bajo y muy bajo) y solo un 10% en el nivel superior y avanzado. En idioma extranjero, ostentamos el puesto 54 entre 60 países, con muy bajo dominio de inglés, correspondiente al 12% de maestros que logran dominarlo. En todos los estudios, la calidad docente es determinante en calidad educativa y el gasto en educación se considera una inversión de alto rendimiento para la sociedad.
Ojalá que la campaña en la recta final no exaspere las pasiones con más guerra sucia y mentiras, sino que convoque a la reflexión serena de votar “por” y “no contra”, en relación con los intereses colectivos, más allá del discurso “veintejuliero” privilegiado por Hitler: “Bien sé que la viva voz gana más fácilmente las voluntades que la palabra escrita, y que, así mismo, el progreso de todo movimiento trascendental en el mundo se ha debido, más a grandes oradores que ha grandes escritores” (Adolf Hitler, Prologo - Mi lucha, Landsberg,1924) y peor aun refiriéndose a la Socialdemocracia, para descalificarla decía: “A una señal dada, sus propagandistas lanzan una lluvia de mentiras y calumnias contra el adversario que les parece más peligroso, hasta que se rompen los nervios de los agredidos que, para volver a tener tranquilidad se rinden” (pp 45. Op. cit.). Esta es en esencia la guerra sucia que pinta de negro al adversario para destruirlo a manotazos.