jueves, 11 de septiembre de 2025
Dominical/ Creado el: 2016-01-03 12:39

Desventuras de un turista en ‘El corralito’

Estos anhelos quedan ahora en poder de la nueva administración municipal de Cartagena, que barrió en las pasadas elecciones a las castas políticas que detentaron y desperdiciaron por muchos años el poder local y llevaron al triunfo de un hombre cuya única hoja de vida es la de haber sido un locutor de amplio sentido social pero sin ninguna experiencia administrativa.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 03 de 2016

Todavía retumban en nuestros oídos los rítmicos aires sanjuaneros que engalanaron la fastuosa posesión de nuestro nuevo Gobernador del Huila, el Dr. Carlos Julio González, cuando tuve que iniciar un placentero periplo turístico que me impidió compartir la fiesta regional que significó la posesión también de nuestro nuevo Alcalde, el Dr. Rodrigo Lara.

Ambas figuras concentran las esperanzas de buena parte de nuestros conciudadanos y por eso, su imagen me la llevé como mi mejor regalo en este paseo familiar por nuestra costa atlántica, iniciando en la resucitada y esplendorosa Barranquilla y llegando a la legendaria y amada Cartagena, llamada el Corralito de Piedra por sus murallas como épico recuerdo de su fantástica historia de lucha y libertad. Con la fortuna de apreciar la llegada de un gigantesco crucero con cerca de dos mil quinientos turistas, mi visión de la noble ciudad se fue trastornando y desvaneciendo cuando tuve que sufrir el caos vehicular producido por la descarga masiva de turistas en cerca de cien buses y busetas que tenían que cumplir una apretada agenda en la porción amurallada de la bella Cartagena. Entendí entonces que, pese a sus increíbles potencialidades turísticas, la ciudad no está preparada para el turismo masivo y mucho menos, cuando se combina con la celebración de vacaciones y puentes de descanso que adiciona miles de vehículos particulares que se desplazan por las magníficas vías que hoy enlazan las ciudades costeñas. Pero tener que esperar un taxi dos y hasta tres horas, corta cualquier ímpetu viajero. El embrollo vehicular es tan severo que apenas medio sirve usar el sistema Uber para obtener transporte en la congestionada ciudad. Recordaba con nostalgia y admiración la situación similar que vivió la ciudad de Panamá hace unos años y que fue magistralmente resuelta por la construcción de un metro veloz y eficaz, y también por la construcción de la llamada Cinta Costera que no es otra cosa que una avenida elevada sobre el mar en forma de corredor circunvalar que catapultó esa ciudad como destino turístico preferencial de millones de extranjeros. Estos anhelos quedan ahora en poder de la nueva Administración Municipal de Cartagena, que barrió en las pasadas elecciones a las castas políticas que detentaron y desperdiciaron por muchos años el poder local y llevaron al triunfo de un hombre cuya única hoja de vida es la de haber sido un locutor de amplio sentido social pero sin ninguna experiencia administrativa ni formación académica. Los cartageneros se persignan con el mejor propósito para que al menos acierte al escoger sus colaboradores. Manes de la democracia… pero es que uno como colombiano quisiera tener lo mejor de lo mejor para esta bellísima ciudad que hoy se engalana con centenares de nuevas construcciones, rascacielos y centros comerciales, así como hoteles, casinos,  restaurantes,  etc., etc. Admirable nos pareció el rescate de las zonas aledañas a la Ciudad amurallada, en especial el antiguo barrio de Getsemaní donde otrora fue semillero de la libertad y que durante siglos permanecía en irresponsable letargo ciudadano a pocos metros del Centro de Convenciones. Hoy se ha convertido en centro de numerosos hoteles y restaurantes que hacen particular vida bohemia y nocturna para disfrute sin distingos sociales. Pudimos disfrutar allí la hospitalidad de un novedoso centro de degustación de café donde al aroma jalona con magnetismo a cualquier transeúnte que recorra por el frente con el halagador aviso del Café del Mural y donde se rinde culto al café huilense como exponente de la mejor calidad nacional. Todo ello, con la sabia manipulación del dueño y barista quien, como moderno alquimista artesanal, es capaz de ofrecer más de cincuenta variedades de preparación con innumerables sabores y aromas. Imaginen… si lo hacen en Cartagena, ¿que podríamos hacer los opitas… nos va a tocar viajar a la Costa?  Pero al lado de la espléndida oferta de servicios que hoy tiene la bella pero atribulada Cartagena, pudimos apreciar el espectáculo de fuegos artificiales con la llegada del año nuevo que no tiene nada qué envidiar a las grandes capitales del mundo. Fue todo un espectáculo. Lluvia de estrellas, tormenta de colores, toda la ciudad empapada de luz y de color como espantando a los antiguos corsarios que con sus sombras fantásticas ofrece la noche marítima. Pareciera que el fantasma de sir Francis Drake ansiara todavía el botín del galeón San José, pero el espectáculo de color terminó ahuyentándolo. Cartagena se merece lo mejor. Es nuestra Joya de la Corona. Haber derrotado al Almirante Vernon y su fantástica Armada en 1741, impidió que nuestra América fuera sojuzgada por el inquilino de la Torre de Londres. Dios quiera que este año nuevo sea tan placentero para los huilenses como para los cartageneros. Feliz año.