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Dominical/ Creado el: 2014-04-13 07:49

DE LA PORCIUNCULA AL COLONIAL

Gilberto Vargas Motta como rector del Instituto Ciudad de Neiva, ordenó instalar en las aulas sendos parlantes para que los alumnos escucharan música clásica tan pronto ingresaran del descanso principal de la mañana.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 13 de 2014

Por dichos artefactos no solo anunciaba autores e intérpretes, sino instrucciones disciplinarias. Cierto día me citó a rectoría con María Esneda Barrera Duque y Luis Eduardo Granados Cabrera, para comunicarnos que habíamos sido seleccionados para asistir a un encuentro nacional de líderes juveniles, organizado por la comunidad franciscana en la bella finca “Tranquilandia”, ubicada por lados de La Mesa (Cund).

Transcurría el primer semestre de 1970 y dicha comunidad buscaba organizar una orden seglar y un grupo juvenil nacional. El evento lo coordinó Gabriel Ossa Valencia, sacerdote carismático con oratoria fluida y desde luego bien argumentada. Era de Santa Rosa de Osos, tenía voz de barítono, talento que esgrimía con animosidad sorprendente, replicando que “Un franciscano no tenía motivos para estar triste”.

Recuerdo que Olga Dina Valencia -Psicóloga, Socióloga y Teóloga-, catedrática de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, fue una de los conferencistas de fondo, entre otros. A Sally Triana, Lucía Nieto y Héctor Galeano -quién más tarde fuera sacerdote-, los recuerdo principalmente entre los asistentes por Bogotá, evento nutrido especialmente por jóvenes del eje cafetero que simpáticamente mostraban rivalidad regional.

Arañando la montaña un seguidor del santo de Asís que había heredado buena fortuna, había logrado construir una cómoda casona que solía prestar a la comunidad para tales eventos, la que tenía hall amplio con piso de piedra rústica, donde tras la cena se socializaban temas tratados en el día. A ella habían anexado otra construcción para dormitorios y salón de conferencias presidido por un crucifijo conmovedor con cara desmembrada, el que tenía la siguiente frase: “Cristo: ¿Quién te rompió la cara?”.

El día que nos presentamos dijo un delegado del eje cafetero: “Soy de la Manizales del Alma, la Ciudad de Puertas Abiertas gracias a la cordialidad de la gente”. El risaraldense añadió: “Soy de Pereira, la Perla del Otún, la ciudad sin puertas y la que se las vendió a Manizales”. En cierta oportunidad y por su tono, pregunté a un delegado que si era de Pereira, me contestó que por fortuna era de Armenia, porque Pereira era la ciudad más pobre de Colombia, tenía “Dos-Quebradas”, a Bolívar desnudo y la Catedral de Nuestra Señora de la Pobreza. Todo desde luego en tono jocoso donde predominaba desde luego hermandad franciscana.

Por entonces estaba de moda “La Piragua”, cumbia hermosa de José Barros que todo el mundo canta con sentimiento. Cuando un delegado anunció con dejo costeño que su nombre era homónimo al del propietario de la piragua, todo el mundo dejó de llamarlo Guillermo Cubillos para citarlo como Guillermo Piragua. Fueron tres días que se compartió saber con humildad y amor.

Héctor Galeano tocaba maravillosamente el acordeón, nos despertó a las dos de la mañana para que fuéramos a darles serenata a las mujeres. No fue muy exitosa, se nos dificultó entonar porque los perros aullaron como nunca; el lobo de Francisco de Asís quedó tachuelo. La noche siguiente fue lo contrario, las mujeres nos sorprendieron con tuna solidarizada por los canes; se dieron a la tarea de consentirlos todo el día para que no arruinaran la ronda. El domingo al atardecer regresamos a Bogotá con conceptos diferentes sobre el mundo en medio de cantos para despedirnos con nostalgia. Tuvimos contacto buen tiempo, los años no han podido borrar aún, 72 horas de inmensa alegría y aprendizaje que ha servido toda la vida.

Por entonces el seminario principal de los franciscanos quedaba en la carrera 11 con calle 72, unido desde luego en su construcción a la Porciúncula y la Universidad de San Buenaventura que había sido reabierta el 14 de junio de 1961, tras una clausura ordenada por Tomás Cipriano de Mosquera, siglo atrás.

Dichas edificaciones eran frías y ocupaban la manzana completa, fueron demolidas en 1978 para dar paso a un conjunto arquitectónico bello construido por la corporación “Granahorrar”, que contribuyó en alta medida para que la Avenida a Chile se convirtiera en eje del sector financiero bogotano.

El proyecto dio especial realce a la iglesia que tiene estilo Neogótico Tardío e independencia de área, que en nada riñe con la parte nueva donde se destacan dos imponentes bloques que apadrinan el entonces Centro Granahorrar, hoy “Centro Comercial Avenida a Chile”. La comunidad reservó buen espacio para casa cural y la Universidad de San Buenaventura, trasladada luego a 100 cuadras más hacia el norte.

De dicho plan arquitectónico bogotano se originó el Pasaje Colonial de Neiva, millonésimamente más modesto, erigido sobre área de la antigua casa cural de la Iglesia que fuera catedral del Tolima Grande de 1894 a 1900, y otros espacios que desde la fundación de Neiva pertenecen al clero. La idea la copio acertadamente Monseñor Rómulo Trujillo Polanco, quien fue el que dio cuerpo a la Diócesis de Neiva con constancia y paciencia admirable, creando parroquias y buscando renta para que la curia del norte no pasara necesidades, pues somos pompos en el norte para el diezmo. Hubo celos, desde luego, pero Trujillo Polanco tenía la tenacidad, la visión económica, el manejo cristalino y austero que caracteriza a los yaguareños.

Fue un proceso de décadas con prudencia necesaria, que sin embargo en gran parte impidió que fuera Obispo, pues José de Jesús Pimiento no veía con agrado lo que él adelantaba; algo aseverado por su familia y reconocido más tarde por Monseñor Sarmiento Peralta -Primer Obispo de la Diócesis de Neiva-, en acto de agradecimiento y despedida en el Club Social, cuando fue nombrado Arzobispo de Pamplona. “Rómulo a debido ser el primer Obispo de la Diócesis”, lo repitió tres veces en medio de fuerte aplauso de los asistentes al ágape. Trujillo Polanco asumió la administración diocesana tras la partida de Sarmiento en diciembre de 1984, hasta Agosto de 1985.

El Pasaje Colonial no solo terminó siendo una fortaleza para la iglesia en el norte, sino, gran aporte urbanístico a la ciudad que poco se aprecia por el desorden de los vendedores ambulantes. Importante la restauración reciente de la Iglesia Colonial, alegría cívica desvanecida por las rejas necesarias para que la gente respete y no haga necesidades en rincones exteriores, pero de pésima presentación ante turistas.

En Bogotá el proceso de la Porciúncula fue considerado opulento por buen número de franciscanos, uno de los temas que produjo escisión en 1978, naciendo la Provincia de San Pablo Apóstol con sede principal en Pereira, quedando vinculado a ella el Huila, y entre otros importantes sacerdotes, Gabriel Ossa Valencia, Alberto Ruíz López y Jorge Freddy Gómez Castaño. Este último nació en Neiva, uno de los más preparados y de mayor testimonio en los últimos tiempos, de quien nos ocuparemos el domingo próximo, por ser paisano y demasiada fructífera su labor en medio de la humildad comunitaria conocida por pocos en el Huila.

Por: Orlando Mosquera Botello.