Cuando a una mujer le dicen que tiene el mejor café
¡Carmen se lo ganó!- decía con euforia y acento antioqueño una mujer de cabello largo y negro en medio de la algarabía después de conocer quién tenía el mejor café de Colombia este 2014.

Carmen Cecilia Montoya Patiño siempre estuvo en la primera fila. Muy cerquita se sentó Juan Valdez en ese ritmo de sillas acolchadas del auditorio del Centro de Convenciones José Eustasio Rivera de Neiva. En las afueras un mujer y un hombre jóvenes ofrecían tinto, café helado con yerbabuena y granizado con sabor a maracuyá. Éste último se acabó antes de que dijeran quien se había llevado la Taza de la Excelencia 2014.
Cup of Excellence, decía en las camisetas de los catadores internacionales. En sus pechos y espaldas se dibujaba la silueta de una taza de café y las líneas de los colores de la bandera colombiana. Y ellos, de once nacionalidades- australianos, alemanes, japoneses, chinos, estadounidenses, entre otros- también se hicieron muy cerca a la tarima. Allí donde detrás del atril se ubicó el profesor Yarumo y su acento paisa para decir muy de vez en cuando, ¡Ay qué emoción!
Un manojo de nervios
¿Están nerviosos?- preguntaba Yarumo sonriendo y despertando sonrisas ansiosas. Los llamados a la gala final de la Taza de la Excelencia entraron al recinto después del café y el cruasán. Lucían dispositivos de audio para escuchar las traducciones y doña Carmen tuvo puestos los audífonos hasta minutos luego de que empezaran a aturdirla con entrevistas y fotografías.
Y en efecto, la emoción contagiaba a todos los asistentes antes de que empezaran a enumerar los lotes de café que entrarían a la subasta internacional, que serían 28. Eran 59 finalistas de 841 lotes. Todos uniformados de acuerdo a los departamentos que representaban y respondían como barra cuando el que dirigía el acto nombraba a cada uno. Los de azul eran los de Antioquia, entre ellos esa mujer de baja estatura y rostro sonrojado. De Nariño eran más (22) y vestían de blanco. Igual lo hicieron cuatro cafeteros del Tolima- con la diferencia de un rabo′e gallo vinotinto- y quienes llegaron del Cauca. También estuvieron allí agricultores de Cundinamarca, Caldas, Norte de Santander y por supuesto del Huila.
Entendiendo inglés
Chris Wade, el líder del grupo de catadores que escogió el mejor café de Colombia tenía un bigote mostacho entrecano. “Está very bueno”, expresaba combinando su inglés y español para decir lo que había encontrado: Sabores diversos- eucalipto, menta, cítricos, durazno, caramelo. “Was a fantastic job”. Y doña Carmen oía la traducción de: Fue un trabajo fabuloso (el de catación).
Uno a uno fueron pasando los caficultores de las mejores tazas a reclamar sus diplomas y posar para las cámaras. “Todos son ganadores”, recalcaba Yarumo. Y les preguntó mientras tanto por qué no se matan las abejas. Alguien entre el público gritó: por la polinización. Y más tarde se escuchó fuerte “un aplauso para el café de Colombia”.
Cuenta regresiva
Antes de conocer a los 28 mejores cafés del país que eligieron los catadores sin conocer el dueño ni la región de procedencia, la reina departamental del Bambuco, Alix Kimberly Lizcano Puentes, bailó el sanjuanero. Luego la cuenta regresiva. Hubo empates. A medida que la lista se acercaba al número uno la tensión crecía. Todos atentos. “¡Ay qué emoción!”, repetía el profesor Yarumo.
Finalmente llamaron a los tres finalistas sin dar puestos. Dos antioqueños y un nariñense. Dos de azul y uno de blanco. Entre ellos, Juan Valdez y su carriel y su sonrisa. Las fotos. Las voces: ¿Qué sienten? ¿Qué significa el café para ustedes? Orgulloso. Hasta que muera seré cafetero. “Para mí el café lo es todo en la vida”, manifestó Carmen Cecilia Montoya Patiño y aún tenía sobre sus oídos los audífonos. Ya muchos se habían aproximado a las tarimas a tomar fotografías o simplemente sentir la emoción más cerca.
Hasta que por fin dijeron que era ella, la mujer de Urrao, quien había obtenido la puntuación más alta. Dio un par de pasos adelante algo confundida y sus ojos estuvieron muy abiertos. Yarumo la corrió hacia atrás de nuevo. Sus paisanos derrochaban alegría.
¿Qué siente?
Mucha alegría. Estoy muy agradecida con Dios.
El papel de la mujer cafetera en el país...
El papel de la mujer cafetera es muy importante porque hacemos las cosas mejor, con más dedicación y entusiasmo para que todo nos salga bien.
¿Qué opina su esposo de su participación en la Taza de la Excelencia?
Mi esposo es el campeón de este premio porque él es el que lleva todo los procesos del café en compañía mía.
Además de cultivar café, ¿qué hace doña Carmen?
Cultivo los productos que se dan en mi pueblo, de pronto unos palitos de aguacate pero casi todo mi tiempo se lo dedico al café.
¿Cuáles son los procesos más relevantes para producir un café de excelente calidad?
Yo diría que son todos. Desde un buena semilla, un buen germinador, un buen almácigo, un buen sembrado, una buena recolección, un buen fermento, un despulpado a tiempo y un secado excelente.
¿Qué opina usted del relevo generacional para seguir produciendo café de calidad y que sea el de Colombia el mejor del mundo?
Yo tengo solo una niña de tres años, entonces a ella le voy a inculcar la cultura del café.
¿Por qué cree que su café es el mejor de Colombia, cuál es el toque que le pone usted?
Porque tiene un perfil muy distinto a los cafés de Colombia, en el mío se perciben más aromas, más sabores, es muy diferente a los tradicionales.
¿Dónde cree que está el secreto?
Yo pienso que el secreto es poner todo en manos de Dios; segundo, tener ganas y tercero, hacer todo de la mejor manera.
Toda la vida, dice usted, ha vivido del café, ¿ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
Nunca, nunca porque el café es lo mejor que me puede haber sucedido.
Doña Carmen posó con sus compañeros de Premio Presidencial- puntajes superiores a 90 puntos- y fue asumiendo el logro. Ella que se levanta a las cinco de la mañana, prepara el desayuno y luego se va para el corte. La antioqueña que ganó el segundo mejor café de Antioquia este año y hace parte, orgullosamente, de la Cooperativa de Caficultores de Salgar. “Ellos han sido mi mano derecha en todo, me motivan para que yo haga las cosas muy bien.
Hace tres años, esta cafetera decidió producir café de calidad. Dice que agradece mucho a Dios. Reconoce que competía con los mejores pero confió en su trabajo sin imaginar hasta dónde podía llegar. De los siete mil palos de café en producción en su finca de dos hectáreas y media y del trabajo de ella y su familia salió la Taza de la Excelencia 2014.
Lucas Germán Melo Pinchao, segundo lugar
“Me siento orgulloso, orgullosísimo de ser uno de los mejores de Colombia. Significa todo en la vida, la recompensa al esfuerzo que he hecho en la vida”, expresó el cafetero de Consacá, Nariño. Desde que tenía ocho años vive del café. Al momento de ir escuchando los nombres de la subasta “dije me dejaron por fuera pero me admiraba”. Para él, el café es “todo en la vida". En sus jornadas, “primero mi café y después a trabajar”.
Pablo Emilio Montoya Caro, tercer lugar
“La verdad es que de tantos participantes llegar a este tercer lugar es bastante importante para mí”, dijo don Pablo Emilio, caficultor de Urrao Antioquia desde hace 25 años. Trabaja con su familia, “allá es salir a hacer una buena recolección con amor y cumplir con lo que exige la calidad de estos cafés”. Manifestó sentir mucha felicidad y le hace un llamado a los cafeteros del país para que “echemos pa′ lante, que la cosa no es tan difícil”.
Una joven mujer catadora
María Paula Pinzón, es ingeniera de alimentos y trabaja con la Gobernación de Antioquia en un proyecto de cafés especiales. Fue integrante del jurado nacional que estuvo en la preselección de los lotes que pasaron al jurado internacional en la Taza de la Excelencia 2014.
¿Cómo fue la experiencia de ser catadora en este importante certamen?
La experiencia es muy gratificante, ver resaltado todo ese esfuerzo que han hecho los caficultores y saber que en Colombia hay café de tan excelente calidad.
¿Cómo llegó a ser catadora?
Fue una casualidad, de las mejores que he tenido en mi vida. Cuando terminé la universidad hice mi pasantía con café y desde ahí terminé enganchada y siendo amante de este mundo.
¿Qué aprendizajes le dejó la Taza de la Excelencia 2014?
Trabajar en equipo con personas de tantos lugares, sin importar la región de procedencia. Todos podemos trabajar muy bien así ni siquiera nos entendamos. Nos quedan muchos amigos.
¿Cuál es el proceso para catar el café?
El café se tuesta, se espera más o menos medio día entre el tostado y la catación, se muele. En ese momento empieza la catación porque empezamos a hacerle fragancia- olerlo en seco-, después se le adiciona el agua caliente, lo olemos y luego sí procedemos a probarlo, sorber.
¿Cómo fueron esas jornadas de catación?
Teníamos jornadas en el proceso de catación que empezaban desde las ocho de la mañana y terminábamos a las seis de la tarde. Catábamos casi 400 tazas al día y eso es es bastante. Fueron veinte días trabajando a ese ritmo, fue bastante pesado.
¿Qué encontraron en esos cafés?
Cafés muy afrutados, exóticos que son muchos de los perfiles típicos de Colombia, cafés con excelentes cuerpos, muy dulces, y lo que más resalta del país, su suavidad.
¿Cómo se explica la habilidad para catar el café?
Nosotros no tenemos nada que no tenga todo el mundo, simplemente es la memoria sensorial. Por ejemplo, decir ‘este café me supo a limón porque me sabe a esa limonada que me tomé ese día’. Es hacer memoria y una asociación entre lo que conocemos y el café.
¿Qué significa el café para usted?
El café ahora es mi vida, mi profesión y mi trabajo, lo que me da todo. Sobre todo trabajar con los caficultores es una experiencia maravillosa, ellos tienen mucho que enseñarnos y creo que mucho más de lo que pueden aprender de nosotros.