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Blanquita de Afanador

Orlando Mosquera Botello

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 07 de 2016

Hace pocos días falleció en Neiva Blanquita Iriarte de Afanador, dama educada, sencilla, prudente y tierna, esposa del exgobernador del Huila, Jaime Afanador Tovar. Nació en Gigante en 1925, en el hogar conformado por Drigelio Iriarte Gutiérrez y Lucrecia Borrero Gutiérrez, matrimonio que fuera muy estimado en nuestro departamento, padres también de Olga, Cecilia, Rosalba, Édgar y Hernando Iriarte Borrero. Fueron propietarios de la famosa finca “La Guasimilla”, inundada por la presa de Betania.

Blanquita estudió primaria en Gigante y su bachillerato en Bogotá, cuando el pensum para mujeres incluía materias para que fueran, a la vez, Auxiliares Contables. Conoció al doctor Jaime cuando él cursaba sus últimos semestres universitarios y ella trabajaba con Antonio Rocha Alvira -chaparraluno egresado de la Universidad del Rosario-, quien fuera Gobernador del Tolima, Representante a la Cámara, Magistrado del Tribunal Superior de Ibagué, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Ministro de Industria y Trabajo, Relaciones Exteriores y Educación en los gobiernos de Alfonso López Pumarejo. La boda la realizaron en 1944 tan pronto se graduó, radicándose inmediatamente en Neiva. Dios les bendijo el hogar con cinco hijos: Gloria, Ligia, Jaime Francisco, Eduardo y Germán.

El exgobernador era hijo de Antonio Afanador Oviedo, quien fuera alcalde de Neiva dos veces (1924-1925) (1928-1929). Don Antonio nació en Tocaima -Cundinamarca-, población de vocación agropecuaria con campiña agradable por su clima, hoy dividida en muchas fincas de recreo y hostales.

Un día dentro de su espíritu libre, Antonio Afanador decidió partir de la finca “La Teté” de sus padres, para la de su tía Rosa Elena Afanador de Uribe, propietaria de la hacienda “Matamundo” en las goteras de Neiva, con fértil vega sobre el Magdalena. Colindaba por el sur con tierras de don Ricardo Perdomo, entonces el huilense más adinerado, predio registrado desde la época de don Diego de Ospina y Medinilla como “Trapichito”.

La tía Rosa Elena, quien fuera esposa de un General Conservador del Tolima, lo acogió con mucho cariño, pues en ese momento se encontraba sola por estudiar sus hijos en Europa. Uno de ellos, Manuel Uribe Afanador, fue gobernador encargado en 1934, por ausencia larga del titular Benigno Velasco Cabrera.

Don Antonio Afanador se casó con Justina Tovar Gutiérrez, dama yaguareña con la que tuvo seis hijos: Jaime, Rodolfo, Fabio, Mario, Fanny y Stella. Tras don Antonio llega su hermano Luciano, quien se casa con otra yaguareña llamada Rosa María Cabrera, progenitores del exgobernador del Huila, Héctor Afanador Cabrera.

Jaime Afanador nació en Matamundo, don Ricardo Perdomo, suegro de don Oliverio Lara, fue su padrino de bautismo. Estudió primaria en el colegio de la Presentación de Neiva y todo su bachillerato, en el San Bartolomé de la Merced en Bogotá, institución por donde han pasado varios que han ocupado el solio presidencial. Allí compartió pupitre con Hernando Pastrana, médico psiquiatra hermano del expresidente Misael Pastrana Borrero; Octavio Pastrana Sierra y Carlos Augusto el Tigre Noriega, quien fuera Ministro de Gobierno de Carlos Lleras Restrepo. Estudió Derecho en la Universidad Javeriana y lo ejerció con ética hasta sus últimos días.

Su paso por el San Bartolomé y la Javeriana, le dejó marcada disciplina jesuita, sellada con el apego a la lectura y, desde luego, a la investigación; el amor a la patria, la familia y la profesión, el máximo respeto a los Derechos Humanos y la propiedad.

Fue un hombre austero, culto, leal, puntual, galán, respetuoso y admirador de todas las expresiones de arte; un hombre que jamás perdió el tiempo en temas baladíes y que tomaba desde luego, todo en serio.

Ajeno a todo tipo de clientelismo, honesto a morir, jefe político de doctrina con el concepto claro que la patria está por encima de los partidos. De palabra fluida y elegante oratoria. Trataba a todo el mundo con máximo respeto y sabía seleccionar sus amistades. Era de estatura mediana, piel trigueña clara, andar derecho y decidido. De admirable actitud de escucha, respuesta directa, sincera y bien intencionada.

Le gustaba vestir bien, por lo general, con zapato negro de cordón, pantalón oscuro y camisa blanca. Por buen tiempo usó corbatín de nudo y su campero Land-Rover azul, en el que por dos veces me llevó a su finca en Gigante.

En su oficina ubicada en la carrera 6ª entre calles 8ª y 9ª, en medio de una interesante biblioteca donde aparte de códigos y conceptos jurídicos reposaban textos clásicos de la literatura y la historia universal, me narró su origen y trayectoria interesante, que en buena parte y muy resumida me la había narrado mi padre.

Se desempeñó como Juez del Circuito de Neiva, Director de Educación Pública, Secretario de Hacienda y Gobernador del Huila -según Decreto 2650 del 6 de octubre de 1964-, cargo del que se retiró para aspirar a la Cámara de Representantes.

Como gobernador nombró un gabinete joven, tres de ellos llegaron luego a la gobernación: Max Francisco Duque Palma -Secretario de Agricultura-, Víctor Alcides Ramírez Perdomo -Obras Públicas-, y Héctor Polanía Sánchez -Hacienda-. Ratificó como alcalde a Guillermo Plazas Alcid, quien había sido nombrado por su antecesor, Rómulo González Trujillo.

Logró con la suplencia de Guillermo Orozco Borrero, 15.115 votos, en un total de 63.500. Hernando Emilio Cuéllar Lara, Jaime Ucrós, Álvaro Sánchez Silva, Manuel Castro Tovar y Miguel Tovar Silva, fueron sus compañeros de bancada regional.

En dicha corporación legislativa adelantó interesantes debates sobre orden público del sur colombiano, Tolima y Caldas. Con Víctor Mosquera Chaux, Diego Luis Córdoba, Fabio Lozano Simonelli, Migdonia Varón Restrepo y Augusto Espinosa Valderrama, entre otros, hizo parte de la Comisión Política Central del Liberalismo, organismo consultor de su partido, inmediato al jefe único de la colectividad, Carlos Lleras Restrepo. Fue elegido Senador en 1970 y en un acto de cariño a su ciudad, quiso ser Concejal de Neiva en 1974 para aportar luces ya pensando en su retiro político. En adelante opinaría temporalmente como columnista del DIARIO DEL HUILA, sobre temas de interés general.

Con José Domingo Liévano y Alberto Vargas Meza, dirigió el radio-periódico “La Hora”, emitido por “Ondas del Huila”, espacio vocero del Oficialismo Liberal. Sus editoriales hacían frente a los fuertes ataques del noticiero opositor y vocero del MRL, “Impacto”, divulgado desde “Armonías del Sur” por Jaime Ucrós con jefatura de redacción de Javier Muñoz Piedrahita y luego Delimiro Moreno.

Fue un enamorado del campo, durante 40 años fue propietario de una finca cafetera en Gigante llamada “El Diamante”. Recuerdo que quedaba antes del colegio Jorge Villamil Ortega, camino a Pescadero, lo que hoy se llama “Silvania” en homenaje a Silvio Ocampo, líder cafetero que con sus hermanos León y Rodrigo -yerno este último de Afanador Tovar-, quienes contribuyeron a tecnificar e incrementar el cultivo del café en el Huila.

Si al lado de todo gran hombre hay una gran mujer, ahí estuvo Blanquita con su concejo oportuno, su respaldo incondicional y tierno en las buenas y en las malas, con la fidelidad que todo hombre espera para fortalecer su dominio propio que permite conquistar con creces el futuro, y el abrazo del triunfo que hace sentir la realización con mayor propiedad.

Un abrazo de condolencia.

Residencia de la familia Afanador Iriarte, barrio Modelo-Altico -Neiva-.

Jaime Afanador Tovar, Blanquita de Afanador y el Presidente Carlos Lleras Restrepo.

Jaime Afanador Tovar y el Presidente Alberto Lleras Camargo.

En sus últimos años de labor profesional.

El Senador Jaime Afanador Tovar y el Presidente Misael Pastrana Borrero.