Balance de los comicios del 25 de octubre
Delimiro Moreno
Rincón del Botalón
La tertulia del martes –no muy nutrida, a pesar del interés del tema- se dedicó al examen de las elecciones regionales del domingo pasado con participación de la mayoría de los asistentes, particularmente los exgobernadores José Vicente Ortiz y Félix Trujillo Trujillo, el empresario Carlos Ángel, la excontralora Sandra Edilia Tovar, el exalcalde Hernán Velasco, el catedrático Liberio Salazar, los ingenieros Alfonso Casas y Rodrigo Ocampo Ospina, y el suscrito, quienes analizaron las múltiples lecciones que esos comicios dejaron a nivel nacional, regional y local.
En el plano nacional, resalta la derrota del uribismo, cuyo partido, el Centro Democrático con su discurso de oposición a los diálogos de La Habana, recibió el rechazo de la opinión en todo el país; no obtuvo sino la gobernación de Casanare y escasamente la elección de otras dos gobernadores en alianza con otros partidos; no alcanzó ni una alcaldía de capital de Departamento o ciudad importante; fueron mínimos sus resultados en Asambleas y Concejos, y su caudal electoral, que en las elecciones presidenciales de hace poco más de un año llegaba a los ocho millones de votos se redujo a millón y medio. Perdió hasta en su más claro fortín, Antioquia, patria chica de su único jefe Álvaro Uribe Vélez, donde vio la derrota de sus candidatos a la Gobernación y la alcaldía de Medellín. Como decía el agudo periodista Gustavo Álvarez Gardeazábal en su columna “El Jodario” del martes, “Uribe demostró que el triunfo le es esquivo cuando él no encabeza y que su organización de amas de casa y militares retirados llamada Centro Democrático no saca un chivo a miar. En Cali están felices porque el nuevo alcalde es Armitage, un oligarca que ha trabajado 70 años consiguiendo su plata, que no ha tenido jefe y hará obviamente lo que le de la gana. ¿Habrá sido eso un triunfo para Cali? En Medellín no están felices porque les tocó presenciar la derrota de su mito viviente, el doctor Uribe. Pero quien les ganó, Federico Gutiérrez, es un bacán, piensa con bríos juveniles y actúa con modestia. Simpático y entucador. Los paisas ganaron futuro”.
La otra gran derrotada es la izquierda bogotana que perdió la Alcaldía y quedó con escasa representación en el Concejo. Como se ve, los extremos de derecha e izquierda fueron derrotados y los partidarios del proceso de paz triunfantes. Los ganadores nacionales fueron claramente los partidos de la Unidad Nacional que rodea a Santos: La “U”, el partido Liberal y Cambio Radical, que con la sola excepción de Casanare, se alzaron con la totalidad de las Gobernaciones y alcaldes de las capitales de Departamento.
A nivel regional, la campaña se basó en dos temas que nunca habían merecido atención de nuestros políticos: la educación y la lucha contra la corrupción, que fueron las banderas de Carlos Julio González Villa a la Gobernación y Rodrigo Lara Sánchez a la Alcaldía de Neiva, respectivamente. Además, Rodrigo Lara hizo hincapié en la paz, hasta con su permanente camisa blanca usada en toda la campaña como símbolo de su compromiso con ella.
Con la elección de González Villa y Lara Sánchez, se rompió el dominio del Departamento que por varios años gozó la tenaza Gómez Hermida-Villalba Mosquera que no tuvo el músculo electoral suficiente para imponer su candidato de turno, Carlos Ramiro Chávarro, porque el liberalismo, dirigido audaz y eficazmente por su burlado candidato Julio Enrique Ortiz, les aguó el paseo y se volcó sobre Carlos Julio González Villa, quien hábilmente recogió ese descontento y se llevó la Gobernación para Cambio Radical que recoge así votos liberales para su caudal nacional, aunque debe reconocerse que el carisma de su hermana Cielo y el derroche de dinero en su campaña (¿cuánto valen tres helicópteros semanales al servicio de los directivos durante dos meses?), fueron esenciales para su triunfo. Ese fantasma de la influencia de Cielo en Carlos Julio (no puede olvidarse que su campaña se basó en ofrecerle al Huila 2 x 1, y acaso 7 x 1), es algo que pesa en la opinión para la imagen negativa de los González Villa, que teme y advierte que ellos más que como líderes políticos actúan como una empresa familiar con objetivos económicos.
El conservatismo a nivel departamental se diluyó entre tres candidatos: Chávarro, derrotado por su alianza con Villalba; Esperanza Andrade, que solo contó con los votos de su hermano Hernán, el otro gran derrotado, y Ciceri quien no logró aglutinar en torno suyo al electorado conservador uribista.
Pero lo más importante ocurrió en Neiva. El apabullante éxito de Rodrigo Lara Sánchez, con más de 75.000 votos a su favor y cerca de 20.000 sobre su inmediato seguidor, Gorky Muñoz, lo catapultan como el nuevo líder de la ciudad y el Departamento. La imagen de su padre, el inmolado Rodrigo Lara Bonilla, símbolo de la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, fue importante para garantizar que efectivamente su bandera contra la corrupción era real y compromiso personal. Su claro programa, que no pudo ser minimizado por sus contradictores que tampoco lograron demeritar su excepcional hoja de vida, demostró que tenía conocimiento exacto de los problemas de la ciudad y de sus zonas rurales y soluciones racionales sin fantásticos sueños para ellos. A su llamado respondieron miles de antiguos abstencionistas y los nuevos votantes, miembros de una juventud reacia a creer en las promesas de los políticos y que empezó a creer en este por el brillo y la agudeza de sus planeamientos. Básico fue para su triunfo que no se comprometió con ninguno de los candidatos a la Gobernación, mientras Gorky lo estaba con Chávarro y Bahamón con Ciceri, lo cual le permitió recibir los votos de los partidarios de todos ellos, una masa inconforme de todos los partidos y grupos. Fue tal la importancia del apoyo de los abstencionistas y los nuevos votantes a Lara que en la campaña de Gorky se pensaba que si estos comicios, como era de esperarse, fueran como los pasados, ellos obtendrían de 50 a 55.000 votos (como en realidad ocurrió) y que Lara solo tendría entre 40 y 45.000, pero no contaron con la disminución de la abstención y la afluencia de los nuevos votantes que elevó la cifra de Lara los 75.000 votos y le garantizó la Alcaldía. Villalba y Gómez Hermida pensaron también que la aparente división del voto de opinión con la candidatura del joven y carismático Germán Bahamón, le restaría fuerzas a Lara Sánchez y garantizaría el triunfo de su maquinaria con el apoyo de sus contratistas. La realidad fue otra y el descalabro fue total. Y eso significa para Neiva la derrota de la corrupción, el clientelismo y los contratos amarrados a unos cuantos amigos del alcalde y de la dupleta Villalba Mosquera-Gómez Hermida, porque el alcalde Lara Sánchez ha prometido –y sabemos que lo cumplirá- que en adelante sobre la contratación oficial habrá “muchos ojos y pocas manos”. Con el triunfo de González Villa y Lara Sánchez se abre un nuevo capítulo en la historia del Huila y de Neiva. La tenaza Villalba Mosquera-Gómez Hermida ha dejado de existir, ojalá para siempre. Villalba, por cumplir su compromiso con Gómez Hermida, perdió la jefatura de su partido, la Gobernación, la Alcaldía de Neiva y hasta la de Rivera, su pueblo, y cavó su fosa política.
En otros aspectos, es de notar el surgimiento del partido Alianza Verde de la mano de su candidato Lara –y no al revés, como era costumbre- convertido en la mayor fuerza política de la ciudad con cuatro concejales jóvenes. Y el descalabro total del uribismo, cuyo jefe vino tres veces al Huila en esta campaña a promover sus candidatos y perdieron todos, no solo por la incapacidad y torpeza del senador Macías y el representante Prada sino porque el mensaje guerrerista de Uribe ha merecido el repudio de las masas.
Porque, definitivamente, en estos comicios ganó la bandera de la paz y se consolidaron las negociaciones de La Habana.