A ritmo de máquina y cuchilla
Dany cobra siete mil pesos por un corte de cabello simple. Antonio, seis mil. Juntos aprendieron el oficio de barberos en la cabeza de sus hermanos. Caleño y tumaqueño, viven en Neiva por el calor y la tranquilidad.

Cuando llega el cliente se saluda cordial y se pone a disposición la silla. Una vez con la capa protectora, se prende la máquina, se escucha su ronroneo y luego, cuando ésta haga su trabajo, se despojará de la cobertura a la cuchilla para que perfeccione el corte. Mientras tanto se escucha salsa y, dependiendo de quién esté sentado, se charla. Dany y Antonio son los que manejan las herramientas. Juntos, afrocolombianos, no necesitan peluquero personal porque con sus propias manos eligen el estilo que va a llevar su cabello.
Daniel Campuz Klinger es El Dany. Tiene las pestañas onduladas y se siente cómodo usando sandalias y bermudas. Antonio Cobo Segura, por su parte, usa pantalón largo y en su hombro siempre está terciado un pequeño bolso que hace las veces de caja. Los dos son barberos y sus negocios- El Dany y El Chacka- están ubicados en el barrio Tenerife, una zona con fuerte presencia de soldados y policías. Ellos fueron de los primeros.
De soldados a barberos
El ventilador sopla y la música suena. El Dany recuerda que siete de sus 26 años de edad los vivió en el Ejército Nacional como soldado profesional. Una junta médica decidió su salida de la institución mientras era parte del Batallón Tenerife. Antonio también estuvo en esa unidad militar pero pagando su servicio. Abandonaron el camuflado, les gustó Neiva y se quedaron. El clima incidió en la decisión de El Dany y para Antonio la tranquilidad. “Allá (Tumaco) hay mucha violencia, es demasiado”, expresó mientras lo esperaban un par de clientes en el frente de su local.
Tienen mucho en común. Hace once meses montaron sus barberías y en ambos casos el aprendizaje fue empírico. Cuando tenían trece y doce años empezaron a usar la peineta, las tijeras, la cuchilla y la máquina. Usar estos utensilios hizo parte de la tradición familiar Cobo Segura de cortarse el cabello entre hermanos y para Daniel, un interés que nació cuando observó a alguien en Cali, su ciudad natal. “Como afro uno es el mejor en esto. El toque es la curiosidad, nos hacemos, no nos hacen”, dice. Para Antonio, el talento hace parte de “la naturaleza de uno”.
Salsa y luces en el trabajo
En las dos barberías hay dos espejos. Dos sillas para clientes. Un televisor. Un sofá. Banquitos en el andén. Un ventilador. Afiches de artistas afroamericanos y de tipos de corte. En la de El Dany hay luces de neón que “le dan vida” al lugar y se escucha salsa casi todo el tiempo, en la de Antonio sobre todo los fines de semana, sin ser el único tipo de música que escuchan. “Escuchamos todo menos rancheras porque nos da sueño y ganas de beber”, explica Andrés, el compañero de trabajo de Daniel.
A esos pequeños locales llegan clientes de todas las edades, en su mayoría hombres. Las mujeres sólo llegan a acompañar a sus hijos, hermanos y novios y muy de vez en cuando acuden a las barberías a demandar servicio para ellas. Si lo hacen es para que les trencen el cabello y estos peinados no los hacen ni Antonio ni Dany, los realizan su esposa y una amiga también afro.
Los cortes dependen de la personalidad pero el más habitual es el siete (una cresta más ancha) y el desvanecido. El costo base es de siete mil o seis mil y el valor aumenta dependiendo la complejidad del diseño que se quiera. Los cuadros, los tribales, la iguana, las líneas en diferentes direcciones y otros necesitan de más trabajo y por lo tanto, más tiempo. El estilo es influencia neoyorquina y puertorriqueña. De los cantantes famosos de rap también se inspiran.
Pero la barbería no es el único lugar que habitan aunque pasen allí la mayor parte del tiempo. A El Dany le gusta la rumba y disfruta bailar en Sandunga- bar de salsa- o en Babalú. Por su parte, Antonio frecuenta la Cevichería Cartagena. Las melodías y las recetas les devuelven de a poco lo que extrañan de sus lugares de origen y les permite encontrarse con sus pares. La cultura afrocolombiana se vive desde múltiples lugares y ellos decidieron hacerlo en la capital huilense.