jueves, 11 de septiembre de 2025
Dominical/ Creado el: 2016-04-09 10:45

9 de abril… 68 años de violencia política

Efectivamente, ya pasaron más de 50 años y todavía no hemos logrado la paz anhelada por todos pero tan incomprendida por muchos y tan utilizada por otros. En vez de ser un propósito nacional, se ha convertido en una bandera política.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 09 de 2016

Esta semana transcurrió para la Tertulia en trámites internos realizándose la Asamblea Anual y gestándose nuevos proyectos de crecimiento y mejoramiento. No obstante, hemos tenido muchos temas por comentar tales como los primeros cien días de nuestros mandatarios o la tardía multa de la Autoridad Nacional Ambiental contra Emgesa. Pero se nos atraviesa una fecha de particular importancia histórica, que debemos comentar como es el 9 de abril cuando ocurrió el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, caudillo liberal que le diera un profundo sesgo popular a las raídas banderas de su partido y que generó un movimiento de masas gigantesco con marcada orientación clasista, lo cual, sin duda alguna, estremecía las bases del poder social, económico y político de esa convulsionada época. Decía Gaitán: "Pueblo, por la restauración moral, ¡a la carga! Pueblo, por la derrota de la oligarquía, ¡a la carga! Pueblo, por nuestra victoria, ¡a la carga!".

Esas frases henchían el pecho de muchos colombianos que creían que podría darse un vuelco que acabase la corrupción y que modificara el status social a favor de los pobres, guiados por un caudillo y por un partido. Pero ocurrió la tragedia que ya se presumía por el radical enfrentamiento ideológico que difícilmente podría soportar una democracia hecha de chicha y componendas.
"Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace, el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal".

Esta frase de Gaitán fue premonitoria de lo que iba a suceder y sucedió. El incendio de Bogotá el 9 de abril y los miles de muertos no fueron sino la chispa de un enorme holocausto que todavía nos agobia y somete. La lucha partidista de entonces desembocó en la nefasta época de la llamada Violencia en Colombia, que se sabe cuándo comenzó pero que aún no ha terminado.

Efectivamente, ya pasaron más de 50 años y todavía no hemos logrado la paz anhelada por todos pero tan incomprendida por muchos y tan utilizada por otros. En vez de ser un propósito nacional, se ha convertido en una bandera política. Pero la historia nos reclama a todos los colombianos para que se depongan los odios y florezcan los sentimientos patrios. Habrá que hacer un gran esfuerzo, pero cuando estamos ya llegando al final es preciso que no se mezclen los intereses políticos y personales, que haya magnanimidad pero también sometimiento y aceptación de culpas, pues no sólo es válido el perdón ambiguo.

Cuando se está perfeccionando un acuerdo en La Habana con las FARC y comienza un diálogo con el ELN, piensa uno que podríamos estar cerca del final de este oscuro túnel por el que transcurre la vida nacional hace 7 décadas, pero cuando vemos el poder de las bacrim que aislaron y paralizaron cuatro departamentos en medio del estupor nacional hace apenas unos días, vemos que el camino aún es largo así hayamos hecho ya la mayor parte del recorrido. Recuperar la institucionalidad no es fácil cuando la roya de la corrupción alcanza todos los estamentos sociales y políticos.

Por eso es tan importante acompañar a los dirigentes que luchan contra este mal y que muestran en su actividad un manejo honesto. Y por eso es tan importante que se fortalezcan los partidos, en el mejor sentido de la palabra, porque un partido fuerte conduce, corrige, critica, subsiste y lucha sin depender tanto del error humano. Aunque los politólogos afirman que en este país nuestro modelo es caudillista, eso no sería malo si no se dirige y lidera un partido para que prevalezca en el tiempo y haga la historia con el apoyo de unas estructuras que permitan la democracia, la crítica y el crecimiento. Un partido fuerte con un caudillo fuerte es la mejor garantía para una democracia. El país necesita que esto ocurra para que no vuelva a repetirse la trágica fecha del 9 de abril…

Decía entre otras muchas frases célebres el Dr. Gaitán: "Yo no soy un hombre, soy un pueblo", "El pueblo es superior a sus dirigentes", "Un pueblo ignorante es víctima de la incomprensión y la desidia".