“Si yo fuera el alcalde… miraría primero las vías…”
En un viaje en chiva desde San Agustín hasta Puerto Quinchana, dos campesinos hablaban de los problemas de sus comunidades. Manifestaron que de ser alcaldes lo primero que harían es ver por el estado de las vías y por las necesidades de la gente más pobre.

Viajaban juntos en chiva por la única vía que conduce de San Agustín (Huila) a Puerto Quinchana (Huila) en un trayecto de aproximadamente 26 kilómetros que recorrimos en dos horas y quince minutos, con todo y paradas.
Hablaban de lo divino y lo humano, más de lo último por el malestar que les causaba en la columna y en todo el cuerpo el bamboleo del bus de escalera por aquella vía pedregosa, a la que según decían “el gobierno poco le pone la mano”.
En todo el trayecto hay solo tres kilómetros pavimentados, entre el pueblo y la sede Mesitas del Parque Arqueológico.
El vehículo ascendía cuidadoso y con prontitud por la vía, a cuya vera vimos en dos o tres puntos arena y tubos de gran dimensión, amontonados.
–“Están arreglando las cantarillas”, dijo uno de ellos. “Hoy es sábado, son más de las ocho de la mañana y no se ve a ninguno trabajando y esto lo mismo: en verano una polvareda y en invierno muchas partes se vuelven un barrizal”.
–“Así es todo”, con el gobierno, dijo el otro.
La chiva avanzaba con fuerza. En una curva cerrada su bocina emitió un sonido parecido al bramido de una vaca azotada. Con toda e interrupción los dos hombres continuaban su charla.
Cerca al cruce de Quebradillas, junto a una casa, un nuevo arrume de material de obra y más tubos. Íbamos sobre la misma banca, entonces le pregunté al que estaba a mi lado:
–¿Bueno y hasta dónde irá el arreglo de las alcantarillas?.
–“Eso quién sabe”, dijo y me miró de soslayo. Empató luego: “Cuando es tiempo de política le prestan atención a la carretera y le hacen una medio tapada de rotos y la mayoría de las platas se quedan por allá en el bolsillo de los contratistas”.
–“Ahí si la buscan por todos lados. Botan partidas de plata grandes, pero aquí no llegan sino las migajitas, chichiguas”, acotó el otro.
–¿Y ustedes cómo se enteran de eso?, les pregunté.
–Por la radio se oye hablar de esos enredos y de la corrupción que hay entre el gobierno y los contratistas.
Me pregunté si se estarían refiriendo a los Nule o ¿a quiénes?. Tendí mi mano para presentármeles. Hicieron lo mismo.
–Mi nombre es Argemiro Santiago, habitante de Villa Fátima, vereda antes de Puerto Quinchana. Vivo ahí hace más de 50 años, porque yo me vine pequeño del Cauca.
–Yo soy Angel Salamanca, oriundo de Quinchana, perteneciente a San Agustín. Vivo ahí ufff…. hace ya 64 años.
Argemiro tomó de inmediato la vocería y dijo:
–“Se dieran cuenta que ahora de aquí pa arriba hay dos quebradas bravas que cuando crecen no dejan pasar gente. La una se llama “La Robada”, la otra, la de más allasito: Quebrada Negra, está antes de llegar a Quinchana. La chiva tiene que pasar por encima de las dos. Y hay veces que esa quebrada ataja los carros ahí.
–“¿Pero, veo que la están arreglando. Como dicen: le están metiendo plata?”
– “Sí, bien lo dice, pero ahora se va a ver en esta partidita de plata que eran como 900 millones a ver hasta donde llegan. Me parece que ya se va a acabar y mire donde vienen con las cantarillas y los puntos malos se quedan, verá que se quedan o ya se quedaron”, dice Argemiro.
–“¿Y por qué cree que sucederá eso?
–“ Ya le digo: vienen arreglando francamente algunas cosas que son de menos y no tienen importancia como esas dos partes que son las más duras, las más importantes. Cuando el gobierno puede mandar plata como digo, pal beneficio de estas carreteras, por acá casi ya no llegan sino migajas”
Eran más las canastas de plástico para el transporte de lulo y guayaba, que los pasajeros que llevaba la chiva con destino a Puerto Quinchana.
–¿Y aparte de la carretera, como anda todo los demás?, les pregunto.
–“La educación, las escuelas si andan poco más o menos bien. ¿La salud? si uno se enferma hay puesto de salud, aunque a veces lo llevan a uno al hospital y le dan aun cuando sea una pastica. Aquí nos la pasamos es trabajando, porque uno de pobre le toca y lo que sabemos hacer es cultivar la tierra. De esta zona sale al mercado panela, granadilla, tomate de árbol, lulo, mora, fríjol, arveja, granadilla….lo que salga de la finca… También hay ganadería, hay leche y lo que más se saca es cuajada, pero lo que más que hay en esta zona es caña y ganado. Por aquí también hay molienda y las cosechas las compran a lo que los intermediarios quieren. El que se echa más la plata al bolsillo es el mayorista, el acaparador. Uno saca los productos hasta donde puede cargarlos y ahí ya los compra el mayorista que viene a comprarlos acá. El tomate de árbol, por ejemplo, estaban pagando a 10 mil o doce mil pesos la arroba. La mora es lo más tirao: no se ahorita a que precio está, pero el hijo tuvo un cultivo y “quesque” a seis mil pesos la arroba, ¿eso para qué?. El lulo está a 28 o 30 mil la arroba. Está más carito. Eso fue ahora que subió, porque casi no hay, eso tiene mucho gasto, pero Dios me le pague: si me ofrecen, yo si no tomo eso. El lulo ni regalao me lo tomo. Ese es el que más carga el veneno. Le meten hasta Furadán. Eso tiene que matar bichos bravos”, respondió Argemiro.
– Ya llegando a la vereda La Pradera, a una hora de Puerto Quinchana, después de haber dejado de hablar un rato, les dije, mirando primero a Argemiro,: ¿Y si ustedes fueran el alcalde que harían por esta zona?. Angel respondió de una, mientras su amigo pensaba.
–Las vías son las que no… las que están más complicadas. Vería por las vías terciarias y por el beneficio del campesino.
Después del silencio Argemiro dijo:
–Yo digo lo mismo. En realidad es eso: primero las vías, si yo fuer alcalde miraría primero las vías y principalmente a los usuarios, a los dueños de predios, porque nosotros somos los trabajadores, nos toca trabajar duro para producir en el campo, somos pobres y uno viejo ya no tiene quien lo mire. Sin pensión ni nada nos podemos morir hasta de hambre porque ¿qué hacemos con necesidad y tanta pobreza?. Claro: por aquí está la gente más pobre, en estos territorios. A mi por ejemplo no me ayudan con nada, no me han dado nada, ni nada para nada, por eso es que a uno ya le da rabia votar en las elecciones, porque uno se pone a ver lo que pasa con los que se suben a alcaldes. Hay muchos que vienen acá cuando se llegan las elecciones y le dicen: venga que no se que…ahí si lo miran …lo mismo para diputados, gobernador….la misma idea…
En ese monólogo andaba cuando la chiva se detuvo en Villa Fátima, destino de Argemiro Santiago, en el que se ve la pobreza.
No contento, al bajarse y antes de despedirse Argemiro dijo:
“Es que en tiempo de política hasta carro regalao le ofrecen a uno para que vaya a dar el voto, porque saben que con los votos tienen el puestico y aquí hay de todo…hay de todo porque en este Colombia no se sabe uno a quien creerle: si a conservadores o a liberales, a la paz o al terrorismo. Unos le dicen de una manera, otros de otra manera y a uno le tienen la cabeza bailando. Eso es así. ¿Qué se puede hacer?. Pasan las votaciones y ahí si no: como dice el dicho, hacen como Juan Orozco: cuando estoy comiendo no conozco. Se sientan en el cargo y ya no lo voltean a mirar a uno…así es que sigan su camino y que les acabe de ir bien…no dejen de mirar las dos quebradas que les digo.
Minutos después la chiva cruzó el primer riachuelo y de paso pudimos ver su regular estado. A escasos quince minutos de Puerto Quinchana, vimos también cómo se encuentra el paso sobre la otra quebrada.
Al regreso, en camioneta, antes de pasar por la primera, el conductor dijo: “Hace tres días que dejó de llover y mire como está de mojado todavía el piso”.
Media hora después, estacionados en Villa Fátima, recordé la respuesta que le di en la despedida a Argemiro Santiago cuando se bajó de la chiva y me tendió su mano. “En un par de meses volveré para ver hasta dónde alcanzó la plata de las alcantarillas y de paso le daré el dato exacto del valor del contrato y de la existencia de otros proyectos para el beneficio de estas comunidades”.
En eso ando. Ya ha pasado un mes. Por lo visto ante tantas necesidades, es poco, pero cuando regrese se que los dos pasos sobre las quebradas habrán mejorado mucho.
Harol Uriel Guamanga Quinayás, estudiante del tecnológico del Servicio Nacional de Aprendizaje –SENA– residente en El Carmen, a 45 minutos de Puerto Quinchana, informó ayer al Diario del Huila, que sobre el paso de las dos quebradas ya comenzaron los trabajos: “ahí ya estuvieron los ingenieros mirando. Desde hace dos semanas hay maquinaria y están trabajando. La vía aún no la han cerrado, todavía hay paso”.
En buena hora, pienso. La comunidad tiene la esperanza de que además de las alcantarillas construyan las dos bateas sobre estas quebradas. Para noviembre próximo se anuncia la realización de la segunda expedición de investigadores y científicos al Macizo Colombiano y para llegar allí desde el Huila, esta vía es paso obligado.
Fotos: Jáder Rivera Monje