sábado, 13 de septiembre de 2025
Especiales/ Creado el: 2019-05-08 03:03

Venezuela inicia la importación de crudo

Para Colombia esto representa grandes oportunidades, iniciando con la reducción en las exportaciones desde Venezuela hacia Estados Unidos. En febrero de este año, Colombia superó al vecino en las ventas internacionales de crudo hacia EE. UU.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | mayo 08 de 2019

El pasado 24 de abril, se anunció la importación por parte de Venezuela de un millón de barriles de crudo liviano Agbami (47,5° API) proveniente de Nigeria, lo cual, de acuerdo con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), marcaría la primera compra desde el extranjero de petróleo en el país vecino desde el 2014. Esta noticia se genera bajo un contexto en el cual, el dato de producción de petróleo de marzo en Venezuela de 732.000 barriles por día (KBOPD) se ubica como registro mínimo en 16 años.

Todo lo anterior, en conjunto con la caída en las exportaciones venezolanas de crudo hacia Estados Unidos, que las ubica nuevamente por debajo de las exportaciones colombianas para febrero de 2019, son síntomas de la progresiva parálisis y decadencia del sector petrolero en Venezuela.

Es importante resaltar que, la importación de este tipo de petróleo se podría utilizar para la producción de una mezcla llamada Merey-16, de 16,5° API. Este es un producto de la dilución de los crudos provenientes de la Faja del Orinoco, específicamente del área de Morichal, con campos como Jobo y Pilón, los cuales, de acuerdo con PDVSA, poseen una gravedad promedio de 8,5° API, por lo que en la superficie se comportan similar a un sólido, dificultando así, su producción, transporte y aprovechamiento en las refinerías.

Falencias en la producción

Desde inicios de 2009 el diluyente empleado para los crudos de Morichal ha sido la nafta, un derivado liviano del petróleo utilizado para producir gasolinas. No obstante, debido a los problemas operacionales y de mantenimiento que sostenían las refinerías venezolanas, a partir de 2017 se empezó a usar la mezcla de crudos livianos Mesa-30, con una gravedad de 28° API en adelante, proveniente de los campos Quiriquire y Jusepín, siendo inyectada directamente en el fondo de los pozos, junto a otros derivados livianos importados, provenientes principalmente de Estados Unidos.

Los campos Quiriquire y Jusepín están ubicados en el municipio de Punceres, Monagas. Este municipio fue uno de los más afectados con las interrupciones masivas del suministro eléctrico ocurridas desde el 7 de marzo, y que evitó el funcionamiento de las bombas y demás equipos involucrados en la producción y el transporte del petróleo, por lo que a su vez, fue imposible la producción del crudo de Morichal, en carencia del diluyente requerido.

Se espera que el suministro del crudo Agbami se mantenga constante, debido al racionamiento energético que se está llevando a cabo en varios estados de Venezuela, y al rendimiento que tiene este crudo para producir la mezcla para exportar. Se estimó que cada barril de crudo Agbami puede utilizarse para generar tres barriles de crudo Merey-16, por lo que, al ritmo promedio de exportación que tuvo Venezuela en el primer trimestre de 2019, el volumen importado podría demorar alrededor de una semana.

Precaria situación

Otro de los factores influyentes para mantener constante el suministro de crudo importado es la precaria situación de las refinerías en Venezuela, de las cuales están a punto de cerrarse tres de las más importantes (Cardón, Puerto La Cruz y El Palito) debido a la falta de personal calificado y crudo para cargarlas.

Este hecho se evidencia en el factor de utilización de las refinerías, que en 2018 descendió al 22 %, de acuerdo con Bloomberg, por lo que, de los 1300 KBOPD que posee Venezuela como capacidad de refinación, sólo se cargaron 287 KBOPD, principalmente en las refinerías de Amuay y Petropiar, una empresa mixta, propiedad de Chevron y PDVSA.

Precisamente esta última reveló el pasado 16 de abril, que aún no ha podido retomar operaciones normales en los procesos de la refinería debido a las constantes interrupciones del suministro eléctrico, por causa de las cuales se dejaron de cargar alrededor de 32 KBOPD en el primer trimestre de 2019.

En este sentido, la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios Petroleros (Campetrol) estima que el factor de utilización de las refinerías se encuentre en 19 % y que en este periodo de tiempo se hayan importado 251 KBOPDE de refinados, 15 % más que el estimado para 2018.

Grandes oportunidades

Para Colombia lo anterior representa grandes oportunidades, iniciando con la reducción en las exportaciones desde Venezuela hacia Estados Unidos, que desde enero de 2008 a febrero de 2019 han marcado una caída del 78 %, pasando de alrededor de 1100 KBOPD a 242 KBOPD en ese periodo, y que a partir de marzo de 2019 serían nulas, a raíz de las sanciones impuestas por el presidente Donald Trump.

En línea con lo anterior, para febrero de 2019, Colombia superó a Venezuela en las exportaciones de crudo hacia Estados Unidos, con 345 KBOPD, en contraste con los 242 KBOPD exportados desde Venezuela. Lo anterior ubica a Colombia como el quinto país con mayores exportaciones de crudo hacia Estados Unidos, luego de Canadá (3700 KBOPD), México (667 KBOPD), Arabia Saudita (557 KBOPD) e Iraq (422 KBOPD). Vale la pena mencionar que, en febrero de 2018 se presentó la misma situación, cuando se exportaron 468 KBOPD desde Colombia a Estados Unidos, en contraposición con los 438 KBOPD desde Venezuela.

Lo más probable es que esta condición se siga presentando, puesto que, de acuerdo con la EIA, más del 86 % del crudo que importaba Estados Unidos desde Venezuela tiene una gravedad entre

10-21 °API, lo que coincide con el tipo de crudo que produce Colombia, en campos como Castilla o

Moriche (18° API) y el crudo que se exporta desde el terminal de Coveñas (21,5 °API).

Crisis económica y política

En conclusión, el inicio de la importación de crudo por parte de Venezuela es sólo una de las lamentables consecuencias que ha desencadenado la crisis económica y política que atraviesa el vecino país, deteriorando significativamente su principal motor de crecimiento: la industria petrolera.

El sector de hidrocarburos produce elevadas rentabilidades, pero a su vez requiere de un alto capital de riesgo y de inversiones constantes para mantener su ritmo de producción, inversiones que precisamente hoy el Gobierno venezolano no se encuentra en la capacidad de llevar a cabo.

Venezuela pasa por un momento muy difícil en materia política, económica y social. Aún es incierto cuándo y cómo se dará una transición a la democracia, pero sin duda, le corresponderá al sector petrolero liderar el proceso de recuperación económica.

En dado caso, el panorama venezolano se convierte en una oportunidad a mediano y largo plazo para la posible expansión de empresas colombianas, tanto operadoras como empresas de bienes y servicios, con todo el potencial para hacer parte de una eventual transición, como dinamizadores de la industria.

Desde Colombia, vemos también una oportunidad de aprendizaje en retrospectiva, al ver la ya inminente caída de la producción del país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Debe ser una lección que invite al país a no subestimar la importancia de sus ingresos petroleros, y no rezagar ninguna actividad dentro de la cadena de valor de hidrocarburos.









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