El amor en los jóvenes puede prevenir el alto consumo de licor
Factores como una comunicación estrecha con familia y amigos, sentirse queridos y una relación amorosa estable; son capaces de proteger del alcoholismo a las personas en su etapa juvenil.

No resulta fácil hablar de alcohol a los jóvenes sin arriesgarse a caer en un discurso gastado y retórico. En lo que toca a los padres, y especialmente cuando hay hijos mayores de edad que además ya están en la universidad, donde se supone que son más autónomos y pueden tomar sus propias decisiones, no siempre se encuentra qué decir ni cómo hacerlo.
A los padres de familia les asusta parecer anticuados o no tener los argumentos suficientes, para sentar una posición frente al consumo indebido o excesivo del alcohol. Pero también es cierto, que cuando se les comunican con mensajes claros, que incluyen información correcta y puntual, ellos están dispuestos a escuchar y considerar seriamente el tema.
Una de las razones que más preocupa, es que recientes estadísticas muestran un aumento significativo en la ingesta excesiva de licor, así como, en el incremento de conductas agresivas y el abuso del poder.
La pregunta de ¿qué lleva a los jóvenes a tomar?, es la inquietud central de muchos estudios orientados a diseñar e implementar estrategias efectivas de prevención e intervención en el uso de alcohol en el contexto universitario.
Tradicionalmente, se escucha que la influencia de los medios, la aprobación social como una forma, muy atractiva, de diversión, el fácil acceso y la permisividad (los alrededores de las universidades están llenos de sitios para beber desde tempranas horas de la mañana) son algunos factores que los llevan a tomar en cantidades, que en ocasiones, resultan alarmantes.
Sin embargo, nuevas investigaciones muestran que las expectativas y creencias que los universitarios tienen sobre los efectos del alcohol constituyen poderosas motivaciones de consumo para un alto porcentaje de los jóvenes entrevistados. Entre ellas, la percepción de que actúa como un facilitador de la interacción social, de la sexualidad, la expresividad verbal y la desinhibición. Igualmente, como reductor de la tensión psicológica, el estrés y la ansiedad.
Esto no resulta extraño, pues, uno de los aspectos más relevantes de la vida en la universidad, concierne a las relaciones sociales en términos de amigos y pareja, que junto a las exigencias académicas, generan en los jóvenes tensiones nuevas, lo cual demanda un gran esfuerzo de ajuste y adaptación.
En este sentido, el manejo del uso excesivo del licor se extiende más allá de restringir o sancionar, para encontrar maneras creativas que entiendan el lenguaje de los jóvenes, los motiven a revisar sus hábitos, conceptos propios sobre el alcohol, el impacto en sus vidas y las de quienes los rodean, llevándolos de manera real a modificar sus patrones de consumo.
Las percepciones emocionales frente al trago, también se relacionan con ambientes familiares tranquilos y vínculos afectuosos entre padres e hijos. La sensación percibida de ser queridos, gozar de reconocimiento y afirmación de su entorno, son factores de protección que también aplican en la universidad y le permiten a un joven enfrentarse mejor a las presiones que llevan a consumir.