sábado, 13 de septiembre de 2025
Neiva/ Creado el: 2018-08-11 12:13 - Última actualización: 2018-08-11 12:27

Una vez más, rehabilitarán fuente del Parque Santander

Hacia el año 2005, Segundo Huertas, un reconocido escultor de la ciudad, le cambió la cara a la pileta del Parque Santander. 1.200 baldosas, 15 personas y cuatro meses de trabajo entregaron una obra de arte a la ciudad, que al poco tiempo quedó sumida en el abandono.

Así era la Pileta del Parque Santander. Año 2005.

Escrito por: Caterine Manchola | agosto 11 de 2018

Tras varios años de abandono de la fuente del Parque Santander, la alcaldía de Neiva destinó nuevamente una cuantiosa cantidad de dinero para que se le realicen las adecuaciones pertinentes y vuelva a ser uno de los atractivos para quienes visitan el corazón de la ciudad. 

Este  ícono de la capital opita, ubicado frente a la Gobernación Departamental, recibirá $123 millones para que por medio de los estudios y diseños ya realizados, sea intervenida y logre dejar de ser el foco de basuras y contaminación en el que se ha convertido. 

De igual forma, parte de este dinero se invertirá para el funcionamiento de la fuente de la plaza cívica Los Libertadores, la cual también se encontraba en avanzado estado de deterioro.

Foto antes

Ahora 


El contrato por tres meses comprende el mantenimiento, renovación de equipos eléctricos y de ventilación.

Inversiones 

Si bien es sabido, la pila que está en este histórico e importante lugar ha sido objeto de algunas modificaciones como la instalación de un mural artístico del maestro Segundo Huertas y otras adecuaciones al sistema hidráulico  que permite el funcionamiento normal de la misma. Pero lamentablemente no han sido eficaces y sí una clara muestra del desperdicio de dineros públicos.

La Pileta y su historia

En febrero de 1967, un fuerte terremoto sacudió al país y afectó al Huila, el sismo cambió la imagen de las construcciones que Neiva tenía en ese momento, entre ellas el Palacio de las 56 Ventanas o Palacio de Gobierno Departamental, el cual resultó averiado y luego fue demolido.

De inmediato la Presidencia de Misael Pastrana Borrero, autorizó la construcción de una nueva Gobernación para el Departamento y con ella un nuevo parque y con él una pileta.

La pileta fue durante algún tiempo el símbolo que identificó el Centro de Neiva, siendo portada en revistas y periódicos cuando se refieren a la capital de los huilenses. Sus fotos viajaron en la página de internet del Huila, en las postales de turismo que se venden por el país y en los programas de televisión local, nacional e internacional, siempre la tenían en cuenta.

Pero poco después comenzó a presentar fallas y para el año 2005, ya le habían realizado más de 10 grandes arreglos, razón por la cual los capitaleños le apodaron la ‘guaca’ pues se le invertía mucho dinero y se veían pocos resultados. El panorama actual es el mismo.  

Obra de arte

Pero paradójicamente ese mismo año el maestro Segundo Huertas lleno de fe y esperanza, le realizó unas de las inversiones más significativas en cuanto nivel cultural. Quiso ponerle un toque de folclor opita de la mano de 15 personas y trabajando por más de cuatro meses.

Fueron más de 1.200 baldosas las que se utilizaron para este cambio, las cuales se convirtieron en buhos, peces, serpientes, flores, lagartos, sapos, orquídeas y heliconias que fueron estampadas en la parte externa de la pileta; asimismo aparecieron una serie de petroglifos heredados de los antepasados que vivieron en la región.

En el centro de la pileta quedaron ocho láminas resistentes al sol y el agua, y en cada una de ellas iba reflejado uno de los ocho pasos del Sanjuanero Huilense, para que turistas y opitas le siguieran hablando al mundo sobre el baile más importante del folclor del sur de Colombia.

Para la elaboración también se utilizó vidrio de vitral al cual no lo afecta el sol, la lluvia, ni cambia de color.

Anécdotas  agridulces

Durante los cuatro meses en que se construía, muy a las siete de la mañana, se arrancaba con la labor y a las siete de la noche se recogía el trabajo con el olor que dejaba el sol impregnado en la ropa, se evaluaba cuánto se había avanzado y cuánto faltaba. Cada uno de los quince trabajadores de la obra marchaban a sus casas no sin antes hacer comentarios que resultaban anecdóticos, como lo aseguraba para ese tiempo el escultor Segundo Huertas, quien contaba que, por ejemplo, estuvo a punto de quedarse sin empleados “porque había que dividir cada baldosa en cien partes, es decir de un centímetro, muchos salieron cortados tratando de hacer este trabajo y renegaron hasta decir que renunciaban”.

Otra anécdota la hacían a diario los transeúntes que abrieron más de veinte rotos a la malla de color verde que cubría la obra. “Todo por querer asomarse a ver qué pasaba”, decía el artista, quien contaba que algunos extranjeros entraron a hacerse fotografías, también los niños, que son los más curiosos.

 ¿Cuánto puede durar?

Segundo Huertas dijo en ese entonces, que la obra valía tres veces más de lo que le pagarían, pero que estaba satisfecho pues fue un trabajo que hizo por amor a la ciudad que siempre lo acogió, la misma en donde vio nacer a su familia y a la que se refirieron los artículos de prensa cuando hablaron de él como pintor, como artista.  

Esta ciudad, a la cual le dejó un mosaico en cerámica y relieve, que “bien cuidado puede durar más de cien años”, según pensaba en ese entonces Huertas mientras sonreía, tomaba un palustre y seguía trabajando, sin siquiera imaginar que la indiferencia y olvido por parte de la ciudadanía y administraciones, reduciría 13 años después a solo un lugar donde muchos arrojan sus basuras y se sumía un cruel y desvergonzado abandono.



Adecuaciones. 


Comentarios