Un tiquete obsequiado por su padre, lo ayudó a cumplir su sueño olímpico
Valorar el proceso, ir al pasado, apreciar el presente y proyectarse en el futuro son aspectos que el marchista Manuel Esteban Soto tiene claro, por estos días recordó en Pitalito su primera participación olímpica y su meta sigue siendo la primera medalla en unos Juegos Olímpicos para la marcha colombiana.

Por: Isauro Quintero Barrera
Hace seis días el laboyano Manuel Esteban Soto subió un video en Instagram donde expresó que hace cuatro años sentía que podía ganar una medalla olímpica y que todavía se levanta con el mismo deseo, ese video en la salida que se dio a orilla del mar en la localidad de Pontal, en Río de Janeiro el 12 de agosto de 2016 aún lo recuerda como si fuera ayer.
Soto fue el mejor colombiano en los 20 kilómetros marcha y ocupó la novena posición entre los mejores del planeta con un tiempo de 1 hora 20 minutos 36 segundos, “esto representa para mí una responsabilidad muy grande, conmigo mismo, porque sabemos que entrenamos todos los días, que podemos estar adelante, que podemos tener una medalla olímpica, la deseamos y lo más importante es que tenemos todo para hacerlo, entonces sigo con la expectativa, con la ilusión, con el deseo de poderla tener el próximo año”.
Tras los últimos acontecimientos mundiales por el covid-19 regresó a su municipio por muchos días, luego de estar radicado en Bogotá, junto a su familia y su hermano Juan José que también es marchista de su misma categoría, a quien le brinda también concejos se llena de esa energía invisible que se requiere y que sirve de motor para ganar, allí se entrena y cuando restan solo cuatro meses para finalizar el 2020 espera la notificación de una concentración para luego competir el 10 de octubre en República Checa donde buscará nuevamente su clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio.
Soto está en Pitalito junto a su familia, allí se entrena en medio de la pandemia.
Y es que el recordar, volver a estar de dónde viene y dónde se formó le han hecho más fuete, incluso recuerda que para Río de Janeiro 2016 se clasificó en República Checa cuatro meses antes de las justas orbitales y su padre fue el del impulso, “me clasifiqué gracias a mi padre que me costeó el tiquete para viajar, me gastó todo, gracias a Dios fue la persona que permitió estar en ese momento y estaba en óptimas condiciones para la competencia, de ahí para allá la preparación fue muy buena porque me sentí muy bien, en el momento que me clasifique me colocaban con buena expectativa para las justas, siempre entrené pensando en poder tener una medalla” explicó el joven marchista desde Pitalito.
Un sueño olímpico vivido
Llegar a Río de Janeiro fue primero su mayor anhelo y no de visita sino a competir con los grandes, al llegar a la ciudad sintió como si fuera un sueño, pero luego de unos minutos asimiló que era real y que lo que había anhelado siempre desde chico lo tenía frente a sus ojos, “desde pequeño siempre lo soñé y estarlo viviendo fue algo muy especial, el poder estar en la villa olímpica, poder compartir con los compañeros, ver atletas que están en la élite de todos los deportes fue especial, me motivó más, me llenó de alegría saber qué hacía parte de un grupo selecto donde estaban los mejores” contó Manuel Esteban Soto.
Ese día 12 de agosto de 2016 almorzó, alistó sus implementos y no olvida como Fernando López iba grabando selfie en el momento de la salida de la Villa Olímpica hasta que se montaron al bus que los acercó al lugar de la competencia, “fue muy chévere, eran sus últimos Juegos Olímpicos, luego me bajo del bus y me encuentro a mi papá, a mi mamá, a Juan, a Chilito, fue algo especial, dentro de la competencia habían muchos colombianos, en una parte del segundo retorno estaban ubicados ellos, en la última parte gritaban ‘Colombia, Soto’, eso fue emotivo para mí, fue algo muy chévere donde pude experimentar una buenas sensaciones, después de la competencia nos fuimos todo el equipo a cenar en Copacabana” recuerda el marchista laboyano.
Ya pasaron cuatro años de sus primeras justas olímpicas y muchos más años entrenando y con logros que desde que ganó la medalla de bronce en el campeonato suramericano de marcha en el 2012 categoría junior 10km se proyectó, “mi meta y sueño es lograr la primera medalla olímpica en la marcha para Colombia porque no la tenemos, como lo he dicho, he trabajado, desde que llegué a Bogotá, pasé a la categoría mayores, terminé ciclo olímpico de Río de Janeiro, empezó otro que está a la vuelta de la esquina que es Tokio, estamos puliendo detalles para que todo salga perfecto”.
Clasificación creada, solo falta marchar
En medio de la pandemia los sentimientos son diversos, las carreras han sido canceladas, la clasificación a Juegos Olímpicos está aplazada y aunque los planes cambiaron un poco, ‘todo no es malo, aprendimos y estamos aprendiendo’ (dijo Soto), ya lleva varios meses entrenándose en su tierra natal Pitalito y se llena de toda la energía, “sí queremos clasificarnos lo más pronto posible, a mediados de octubre en República Checa estamos trabajando para esto, quiero estar otra vez en los Juegos Olímpicos y estoy haciendo todo muy bien para que todo se dé” explicó.
Soto es agradecido del proceso que ha venido construyendo y en su corazón está la ilusión y firmeza, concentración y fuerza que se requiere para la marcha, “todos los procesos hay que agradecerlos porque sin ellos no tendríamos ningún campeón, es algo muy importante la formación que tuve aquí en Pitalito con el profesor Eduard Chilito, lo mismo en Bogotá con Fernando Rozo, luego con el entrenador Marcelino Pastrana y ahora Fernando López, este proceso nos permite plantear un buen entrenamiento para el otro año los juegos Olímpicos y arriesgarnos a estar adelante”.
Valorar de donde viene lo hace más fuerte psicológicamente y aunque ha tenido altas y bajas nunca se rinde, “es verdad todo no es color de rosa, recuerdo mucho las lesiones porque un aprende muchísimo, a veces estas en buen momento pero ellas hacen parte del proceso como deportista y creo que esos episodios de la vida de ser deportista lo hacen a uno más maduro, uno puede reflexionar de lo que está haciendo mal o replantear para que un futuro todo salga bien”.