sábado, 19 de julio de 2025
Regional/ Creado el: 2014-03-23 07:09

La vida pendiendo de un riñón

$30.420’000.000 cuesta las diálisis de 845 pacientes de insuficiencia renal en el Huila. La carencia de donantes es el principal problema. A Jorge Luis Claros Muñoz, un riñón le salvó la vida.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 23 de 2014

A las tres de la mañana del pasado cuatro de marzo le sonó el teléfono a la señora Olga Lucía Muñoz. Una llamada inesperada y poco usual del doctor Milton Darío Ibarra Cerón le advertía que un riñón venía en camino de Bucaramanga a Neiva, con el fin de trasplantárselo a su pequeño hijo  Jorge Luis Claros Muñoz.

La sorpresa no fue más que emocionante y angustiosa. “Estaba conectado a la máquina porque él se hacía la diálisis. Lo desconectamos, le dijimos que le había salido un riñón, que teníamos que viajar a Neiva, y pues nos vinimos”, relató con tranquilidad Olga, la madre de Jorgito, quien afirmó  que para entonces estaban viviendo en Isnos (sur del departamento), donde su mamá.

En el Hospital Universitario de Neiva lo estaba esperando todo el equipo de cirujanos, contó la mujer. De esta forma a la una de la tarde lo ingresaron al quirófano y cuatro horas después, un cirujano le dio la buena noticia a Olga Lucía: la operación había sido un éxito.

 

La insuficiencia renal en niños

Jorgito fue el tercer niño trasplantado en el Huila por insuficiencia renal y en ser intervenido quirúrgicamente en un hospital público. Pues las otras cinco instituciones que realizan estos procedimientos que hay en el territorio nacional son de carácter privado.

De modo que tan pronto se supo que se recuperaba satisfactoriamente, salió de la lista de los 18 menores con insuficiencia renal que hay en el departamento, y dejó de ser el sexto en el Huila al que se le hacía diálisis por esta patología.

La enfermedad de Jorgito se vino a descubrir hace cinco años cuando una olla con agua caliente por accidente cayó en sus pies. “Teníamos un agua en la estufa, la bajé y se me volteó la olla y él niño estaba ahí”,  recordó su madre con pesar, al tiempo que relató que para entonces vivían en Mocoa, en el vecino departamento de Putumayo, de donde lo remitieron para Pasto, pues era más cercano que trasladarlo a Pitalito.

De esta forma, en esta última ciudad le descubrieron la enfermedad renal, donde posteriormente lo trasladaron al Huila para que se hiciera la diálisis. Llegaron a Isnos y se establecieron en este municipio, desde donde comenzaron los controles en el Hospital Universitario de Neiva.

Pero el infortunio de la familia es que Jorgito no era el único con la enfermedad. Su hermano, el gemelo Jhon Fredy, también la padecía. Comenzaron los controles con los dos y primero lograron que Jorge quedara en la lista de espera para recibir un órgano, mientras que su hermano no pudo quedar en esta deseada inscripción.  

La verdad fue que le faltó vida para el trasplante. El pequeño Jhon Fredy inició la diálisis en enero del año pasado y el 8 de febrero de este año, se agravó su estado de salud, lo internaron en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Neiva, con el fin de ponerle un catéter para la hemodiálisis, pero convulsionó, trataron de reanimarlo pero fue imposible…

“A él no alcancé a ingresarlo a la lista para trasplantes. Él iba a entrar…”, relató con tristeza su mamá Olga Lucía, la misma que desde hace cinco años lidia con la enfermedad de su otro hijo.

Ahora son dos los niños que están en la afortunada lista de espera para un trasplante. Una cantidad no muy considerable en comparación con los adultos. “El Huila tiene más enfermedad renal que el promedio nacional. La prevalencia de enfermedad renal es de 55 pacientes por cien mil habitantes. El Huila tiene 66 y Neiva tiene 88 personas por cien mil habitantes”, comentó el médico pediatra clínico de la Unidad de Trasplante Renal, Milton Darío Ibarra Cerón.

En este departamento la enfermedad renal crónica es muy usual. De todos los pacientes que van a las unidades renales, entre un 2% y un 5% son niños. La mayor cantidad de enfermos por esta patología son adultos, quienes la padecen a causa de diabetes e hipertensión, recalcó Ibarra Cerón.

Pese a que la cifra de menores que la padecen es mínima, el drama y la dolorosa enfermedad fue inmensa para Jorge Luis. El año pasado quedó inscrito para el trasplante, entre tanto, él mismo con un aparato especial se hacía la hemodiálisis en Isnos; esperanzado en que alguien del mundo le diera un riñón para vivir.

El tiempo pasó, hasta que un día enfermó y estuvo tres meses hospitalizado en Neiva, por su estado de salud no se lo pudieron trasplantar. Este año el dos de enero llamaron a Olga Lucía y le ordenaron que se trasladara a Neiva urgente, “veníamos en Timaná cuando nos dijeron que nos devolviéramos que no había un líquido necesario para el trasplante”, dijo. La tercera vez fue la vencida, por fin logró el trasplante luego de más de 18 meses de hemodiálisis.

“Afortunadamente ese riñón está funcionando muy bien, ya llevamos 10 días sin diálisis y esperamos que pueda continuar así”, afirmó el médico Ibarra Cerón, al tiempo que dijo que de cada persona donantes se salvan dos vidas, pues se le pone un riñón a cada persona.

Claro, en el departamento seguramente muchos fueron los niños y adultos que fallecieron al no tener los recursos para que una clínica privada de Bogotá, Medellín o Cali les hicieran el trasplante pues en el Huila no existía. Solo hasta el año pasado se habilitó la Unidad de Trasplante Pediátrico, que evita costos e incomodidades a los pacientes.

 

Faltan donantes

“El trasplante renal no es para ricos o pobres, es para quien lo necesita”, comentó el médico Ibarra Cerón. Quien recalcó que el gran problema es que mientras hay pocos donantes, aumenta la lista de personas que necesitan un órgano. En Colombia el 83% de las personas se niega a donar un órgano, solo el 17% acepta la donación.

Mientras esto sucede, la única salida que tienen los pacientes es la diálisis, un doloroso tratamiento que por paciente le cuesta al estado tres millones de pesos mensuales, es decir, 36 millones al año, que para el caso del Huila, donde hay 845 pacientes en este tratamiento, la cifra se crece a $30.420’000.000. Lo curioso es que de todas estas personas dializadas, solo 35 están en lista de espera. Lo paradójico es que un trasplante cuesta alrededor de 60 millones, algo mucho más económico que una diálisis de años.

“Las unidades no están interesadas en que se pongan en la lista de espera estos pacientes. Es un negocio”, afirmó otro de los cirujanos de la Unidad Renal del Hospital Universitario, señalando las cuatro unidades de diálisis en el departamento: Presenuis, Cruz Roja, Nefrouros y el Hospital en Neiva (en Garzón y en Pitalito se ofrece el servicio). 

Toda la vida de estos enfermos se remite a un riñón, pues luchan para no hacer parte del 20% de pacientes que mueren en el país por la falta de un órgano. En otras palabras, si a los 845 pacientes de diálisis del Huila no se les hace un trasplante podrían morir 170 de ellos este año. Una cifra que causa desánimo, pero que es real.

Los malos hábitos alimenticios son la causa principal de insuficiencia renal, sin embargo, una de cada dos mil personas en Colombia nace con un solo riñón. En el Huila, por ejemplo, en este momento hay 82 pacientes en estas circunstancias que se les hace seguimiento.

Al despuntar el 2014 habrán muerto más pacientes de insuficiencia renal en el Huila y mayor será el sufrimiento de cientos de personas que ansían un riñón y no entienden por qué no los ponen en lista de espera y porqué otras familias no les prolongan su vida.

 

Hospital destacado en todo el país

En la Unidad de Trasplantes del Hospital Universitario de Neiva desde hace cinco años hace trasplantes de riñones en adultos. Desde el año pasado inició el trasplante pediátrico, que a la fecha ha hecho intervenciones satisfactorias a tres niños, en diciembre de 2013; y dos en marzo de este año.

En el Hospital Universitario se hace trasplante de riñones, hígado, páncreas y corazón. El pequeño Jorge Luis Claros, fue el primer niño en entrar en la lista de espera, sin embargo, no fue el primero en cirugía por diversas complicaciones administrativas y por su estado de salud.