Incubadoras artesanales, incubadoras de oportunidades
Tres familias huilenses, pertenecientes al programa Jóvenes Rurales Emprendedores, han dado vida a Incubazul, una unidad productiva que hoy, además de dedicarse a la actividad avícola, fabrica incubadoras artesanales con neveras ‘inservibles’.

Incubadoras artesanales, fabricadas con neveras que aparentemente ya cumplieron su vida útil, están siendo empleadas para la producción avícola en el sector de Agua Blanca, vereda El Triunfo del corregimiento El Caguán, en el sur de la capital huilense.
Allí, tres familias han venido desarrollando esta iniciativa, con la idea de explorar nuevas alternativas, encaminadas a elevar su calidad de vida.
“Éste es un proceso empírico, que comencé hace tres años, cuando decidí meter unos huevos en una caneca plástica con ceniza. Se me ocurrió meter los huevitos ahí, pero no me dio resultado. Entonces, me conseguí una caneca metálica, la forré y le puse cascarilla de arroz, un bombillo, un platón con agua y alrededor, los huevos. Eso me funcionó”, recuerda José Reinelio Calderón.
Este hombre, que refleja en su rostro los años que ha vivido y, muy seguramente, los que ha luchado por salir adelante, es chef, mecánico, panadero, soldador y, ahora, aprendiz del programa Jóvenes Rurales Emprendedores, una estrategia SENA orientada a la inclusión social de personas y comunidades vulnerables, asentadas en zonas rurales.
Él, junto con dos familias más, ha aprovechado los conocimientos recibidos de la entidad estatal, a través de un proceso denominado ‘Emprendedor en producción y comercialización de gallinas ponedoras con alimentación alternativa y semipastoreo’.
A simple vista, parecería una acción de formación dirigida, sencillamente, a la producción avícola, pero, más allá de eso, se consolidó como el escenario en el cual Calderón y dos amigos más encontraron la oportunidad de transformar sus ideas en soluciones.
Ellos decidieron reutilizar las neveras que ya ‘no sirven’ y adecuarlas, con bandejas y resistencias, que les dan las condiciones óptimas para la incubación de los huevos. Esto es, una temperatura de 37 grados centígrados y una humedad relativa de entre el 60 y el 75%, lo cual se traduce en un índice de nacimiento del 85% de los huevos sometidos al proceso.
Así fue
“Ellos tenían la idea, pero no sabían cómo arrancar. El SENA les ha apoyado con la formación en ‘Producción de gallinas ponedoras’ y con la asesoría técnica, a través de la Red Tecnoparque Colombia, Nodo La Angostura, para la fabricación de las incubadoras artesanales”, agrega Pablo Emilio Losada, instructor del Centro de Formación Agroindustrial, con sede en Campoalegre.
De acuerdo con lo manifestado, estos innovadores aprendices adecúan las neveras, quitan las bandejas, abren los agujeros, acomodan los vidrios e instalan un termómetro y el sistema mecánico de giro, ya que dos o tres veces en el día los huevos deben ser volteados, con una inclinación de 45 grados, para que el embrión no se pegue a la cáscara.
Parecería sencillo, pero, sin duda, se trata de un ejercicio que demanda una alta dosis de dedicación e ingenio.
“Se me ocurrió, cuando comprendí que las neveras traen un material que aguanta tanto la humedad, como el calor. Para incubar los huevos se necesitan humedad y temperatura. Entonces, dije: ‘Ésta es’”, cuenta José Reinelio.
Para él, ha sido un trabajo que ha requerido una pequeña inversión económica, pero mucho tiempo, por cuanto el proceso así lo exige.
“Cuando se nos ocurrió la idea, comenzamos a conseguir las neveras y a cacharrearlas, con el apoyo de ingenieros, amigos, vecinos, compañeros. Dijimos: ‘Esta cosa hay que mejorarla. Vamos a sacarla adelante’. Les pusimos la resistencia, el ventilador y el termostato. Bregamos en cuadrarlas, pero ya tenemos un 90% adelantado”, afirma Calderón.
Él, quien a todas luces se muestra como un hombre ingenioso y trabajador, asegura que estas incubadoras les han permitido avanzar con éxito en la producción avícola, por cuanto les dan la posibilidad de comercializar los huevos, los pollitos, las gallinas y la carne del pollo, alimentos ciento por ciento criollos.
En el mercado, por supuesto, existen incubadoras industriales, cuyo precio puede alcanzar hasta los 8 millones de pesos. Pero, a José Reinelio le sale, cada una, en 250 mil pesos y, como él bien lo dice, “me presta el mismo servicio que la otra, con la ventaja que ésta es ahorradora de energía… Alguien me dijo, alguna vez, que le hiciera una pequeña y yo le contesté: ‘Piense en algo grande. Si usted va a meter 20, por qué no mete 100 o 300 huevos, si el recibo le va a llegar por lo mismo que le consumen los 20’”.
Para adelante
Gracias a su empuje y a su ingenio, en este momento tiene tres incubadoras artesanales, con capacidad para 250, 500 y 1.000 huevos, aunque reconoce que no todo el tiempo las tiene en funcionamiento, por cuanto la cantidad de huevos recogidos es muy variable.
No obstante, sabe que les saca todo el provecho posible, más aún en una época como la actual, cuando el consumo per cápita de huevo y carne de pollo ha registrado niveles históricos.
De acuerdo con la Federación Nacional de Avicultores (Fenavi), en el caso de la carne de pollo se pasó de 23,9 kilos per cápita anual en 2012 a 27,1 kilos en 2013. Y frente al crecimiento del consumo de huevo, las directivas de Fenavi aseguran que se pasó de 228 unidades per cápita año en 2012 a 236 en 2013.
Eso significa que el horizonte que están delineando las familias huilenses que integran Incubazul va en buen sentido.
“Cuando uno quiere ser alguien en la vida, se sacrifica. Hay muchas oportunidades, pero uno, muchas veces, no las sabe aprovechar. En la vida tiene que aprenderse de todo un poquito. No quedarse con una sola cosa, porque se estanca”, enfatiza Calderón.
Considera, además, que el SENA les ha colaborado en todo. “Nos ha dado mucho conocimiento. Ahora estamos trabajando con Tecnoparque, para definir cómo podemos adaptarles a las incubadoras el sistema electrónico que permitirá mover los huevos automática y no mecánicamente”.
Sin duda, se muestra muy emocionado y esperanzado en su negocio, el cual se ha convertido en una buena oportunidad.
“Ésta es la formación para generar ingresos, para dar respuesta a las necesidades del sector agropecuario, para generar opciones de trabajo. Es la estrategia del SENA innova en el campo, a través de la formación técnica o de Jóvenes Rurales Emprendedores, el acompañamiento de los asesores de Emprendimiento y la participación de Tecnoparque, para identificar las ideas de los aprendices y de los emprendedores, generar procesos innovadores e impulsar la transformación de las unidades productivas”, puntualiza el director Regional (E) del SENA en el Huila, Cándido Herrera.