De la lepra a la esperanza
En Pitalito se registran tres historias con esta enfermedad milenaria, que tras años de padecerla ahora están siendo ayudados.

Para algunos la Lepra o Hansen es considerada una maldición, para otros una pesadilla; esta bíblica enfermedad causa estragos en la piel, las articulaciones y con el paso del tiempo genera la muerte.
En Pitalito se conocen tres de estos casos y el DIARIO DEL HUILA dialogó con dos de los pacientes que por fortuna se recuperan satisfactoriamente.
Para contar esta historia fue necesario cambiar los nombres de los protagonistas y del sitio de residencia a causa de los prejuicios que existen cuando de Lepra o Hansen se habla.
El primero de ellos es Carlos García un abuelito de 69 años de edad quien en su abdomen, extremidades, lleva las marcas de lo que fuera la incursión de esta enfermedad que adquirió cuando realizó un viaje al vecino departamento de Caquetá.
La historia
“Yo regresé de Florencia con platica para darle de comer mi familia, cuando llegue me agarró una rasquiña insoportable, me empezaron a salir ronchas; me rascaba en los troncos de los árboles, me salía mucha calor y ampollas por todo el cuerpo”.
Su esposa preocupada por la situación de Carlos, lo llevó al médico donde le diagnosticaron que tenía Hansen, diagnóstico que fue confirmado después que sacaran la muestra de una de las llagas que le estaba consumiendo su abdomen.
Por fortuna para este hombre no todo es malo, hoy se recupera de la lepra después que una Organización No Gubernamental Alemana le costeara el tratamiento que duró aproximadamente dos años.
“Gracias a Dios me ayudaron a entrar a un tratamiento, pues estaba muy aburrido. Era la mujer quien trabajaba para darme la comida; gracias a Dios mis hijos de vez en cuando me ayudaban con mercadito”.
Lepra y hambre
Con lágrimas rodando por sus mejillas, recordó la extrema pobreza en la que siempre ha vivido junto con su esposa. Como en medio del dolor, el llanto, la tristeza y la desesperanza desayunaban, almorzaban y comían solo agua de panela para calmar el hambre porque no había otra cosa que cocinar.
“Cuando puedo me voy para donde mis hermanos a cortar hierba para los cuyes; ellos me dan,(…) arroz, papas, y panelita para pasar el diario”.
Huérfano y con lepra
La segunda historia corresponde a Ramiro Rodríguez un hombre de 56 años quien tiene esta enfermedad desde hace quince años y sólo hasta mayo del 2013 la descubrió.
“Una amiga que tiene esta misma enfermedad, fue quien me dijo que las llagas en los dedos y en el brazo izquierdo, eran lepra, efectivamente así fue confirmado por un médico”.
A Ramiro la enfermedad le consumió parte de tres falanges de su mano y perdió toda sensibilidad de su brazo izquierdo.
“La carne se fue cayendo por pedazos, uno pierde la sensibilidad en la zona afectada por la lepra, a mí se me cayeron los dedos. Quería como pasarse para el otro brazo pero con el tratamiento que hace un año inicié, ya paró la invasión, dice que perdió fuerza, peso”.
Ramiro además del padecimiento de esta terrible enfermedad, lleva la tristeza en su alma de haber quedado huérfano cuando tenía sus seis años y de enfrentar a partir de esa fecha una vida muy dura trabajando para salir adelante.
Hoy habita en una casa de bahareque, con pisos en tierra, en medio de la pobreza tiene como su mayor riqueza a su esposa y su hijo quienes lo acompañan y le dan fortaleza para terminar el tratamiento que controlara la Lepra.
“Yo soy una red de comunicación para aquellas personas que tienen los mismos síntomas que yo tengo, sólo les digo que no pierdan las esperanzas, hay solución y deben ir al médico”.
Estigmatización
Quizás la afectación más terrible que les correspondió vivir a los protagonistas de estas historias, fue la estigmatización que en algún momento vivieron por parte de sus familiares, y vecinos quienes los aislaron totalmente por recomendación médica.
“Yo no podía dormir con mi esposa, me tenían una cuchara, un plato, un pocillo solo para mí, permanecía aislado. Pero gracias al tratamiento todo esa triste situación se ha ido superando”, señaló Carlos García.
Hoy después de estar dentro del proceso de tratamiento de la enfermedad, nuevamente se han reincorporado como personas activas a la comunidad y a sus núcleos familiares.
Pensión vitalicia
No todo es tristeza, en la semana anterior fue confirmado por la Secretaria de Salud del municipio de Pitalito, Ana Luz Trujillo Muñoz, que tres personas entre ellos los protagonistas de esta historia fueron incluidas en el programa para el pago de subsidios de tratamiento de lepra, que fueron adjudicados a la Gobernación del Huila, por el Sanatorio Agua de Dios.
“Después de múltiples solicitudes se logró que estas personas fueran incluidas en este programa que le brinda por su condición una pensión para ayudarles a mejorar sus condiciones de vida”, dijo la funcionaria.
Yamileth Concha, profesional de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud Municipal, explicó que los casos de Lepra, que se registran producen en su mayoría algún grado de incapacidad para el caso de los pacientes de Pitalito es grado II, porque tienen amputaciones a nivel miembros inferiores y superiores además de la perdida de sensibilidad. “Fue esta condición la que permitió que se entreguen y se mantengan las ayudas para estas personas”, expresó.
Los leprosos son a menudo mencionados en las Sagradas Escrituras como víctimas de una enfermedad que se puede considerar endémica en aquellos tiempos y lugares bíblicos, debido a las condiciones climatológicas, la escasa higiene y la falta de medios profilácticos. Pero a veces aparecen también en la Biblia como portadores de este mal para manifestación del poder de Dios o en castigo por algún pecado.
Las historias que sobre este particular están en Pitalito, hoy la vida les sonríe tras la posibilidad un tratamiento que si nos le cura la enfermedad por lo menos se la controla, y los recursos económicos que a partir de la fecha cada mes podrán reclamar. Para que el desayuno, el almuerzo y la comida; sea más que agua de panela y pan.
RODRIGO ROJAS GARZÓN
Diario del Huila, Pitalito