Reclamando historia patria
Es de destacar que la historia de cada uno de los pueblos es la que los va caracterizando, y las ideas y hechos consignados en ella son las que le dan grandeza o pequeñez.

Bienvenidos todos los reclamos por el restablecimiento pleno al puesto que le corresponde a la Cátedra de Historia Patria. No hubo el suficiente relamo el día en que este tan importante filón de estudio perdió su propia identidad y pasó a ser un tema más de “Sociales”. Hay que reclamar que se le dé la altura del caso. Qué importante, también, que la Urbanidad, a estilo Manuel Antonio Carreño, se le recuerde a todo ciudadano desde su infancia, pero urge, grandemente, que la memoria de los testimonios y el empeño de bien de nuestros mayores sea colocado de paradigma de bondad con sus incontables acciones de bien iluminados por el ideal de responder a los dones de Dios con dedicación y generoso desprendimiento.
Cómo me ha complacido que, al buscar iluminación sobre el tema general de “historia”, haber encontrado abundancia de citas muy dicientes en esa precioso manual de enseñanzas provechosas como es el compendio de magistrales documentos del Concilio Vaticano II. Tiene naturalmente en su mirada la Iglesia la “historia de la salvación”, con mirada hacia el pasado que dé impulso al fin último de bien, y, después traiga múltiples citas de la Sagrada Escritura en documentos como la “Constitución sobre la Iglesia”, el dedicado a la “Divina Revelación” y “Gaudium et Spes” o “Iglesia en el Mundo Moderno”. Tenemos reflexiones de gran importancia sobre la finalidad de la historia humana, con la cual, por su misma finalidad al ser fundada por Cristo, “se siente íntima y realmente solidaria”.
Se repite la máxima “la historia es la maestra de la vida”, pues en ella se van consignando expresiones que indican senderos de bien y aparecen ejemplos valiosos a seguir para que atraigan valientes seguidores, pues “los ejemplos atraen” y se evitan los caminos errados que han traído mal y ruina a la familia humana. Esa historia general tiene sus escalas desde la personal y familiar, hasta historia de la Patria Chica y las nacionales, de cada país que van conformando la historia universal. También cada rama del saber tiene su historia, así como los distintos aspectos que son de interés para unos u otros de los humanos como la religión o el estilo de gobierno de los pueblos. En todas esas dimensiones y ambientes se encuentras cátedras abiertas de esa maestra tan sabia y experimentada.
Es de destacar que la historia de cada uno de los pueblos es la que los va caracterizando, y las ideas y hechos consignados en ella son las que le dan grandeza o pequeñez. La mirada hacia el pasado, que con responsabilidad se va consignando en serios documentos, es algo que ilumina el presente, da estímulo a los pasos de bien, y advierte los hechos que es preciso seguir consignando con altura.
De gran honestidad debe revestirse quien escribe la historia. En esa calidad la “historia patria”, que ha motivado esta reflexión, para que sea realmente verdadera y no parcializada al pensamiento y simpatía del historiado. Solo así será confiable y estará dando las lecciones que invitan al bien así como las que reclaman camino distinto para no reincidir en los fracasos y ruinas del ayer.
Es en esa digna dimensión en la que hemos de seguir reclamando que se restablezca en su debida categoría en todos nuestros centros educativos la cátedra de Historia Patria. Es allí, despojada de propias simpatía y de parcialidad en donde esperamos tener el resultado de las tareas de la “Comisión de la verdad” a la que dio origen el Presidente Juan Manuel Santos, y que está “oyendo tantas voces disimiles, por lo que solo le quedará referir fielmente lo expresado en ellos, y que el sereno estudioso saque la conclusión de la verdad verdadera. Hemos tenido diversos trabajos históricos en Colombia que merecen gran respeto, y esperamos otros nuevos dentro de las condiciones que hemos advertido.