domingo, 20 de julio de 2025
Política/ Creado el: 2014-06-02 10:38

Palos a la carreta de la paz

Me resisto a creer que el Uribismo pueda tener voluntad política para continuar el proceso de paz que adelanta el Gobierno con las Farc en La Habana, ya que ha sido su principal enemigo y contradictor.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | junio 02 de 2014

En donde queda la esencia del discurso guerrerista que ha caracterizado al ex presidente Uribe, por el que sus simpatizantes le votan, lo han mantenido vigente y se insiste tiene muchos intereses de por medio.

Creo que Zuluaga sí acabaría el proceso de paz, así como suena, porque ayer no más lo condenaba y en plaza pública afirmó de manera vehemente que lo suspendería de inmediato.

Es una muestra de vacilación o de astucia política en plena campaña, seguramente es consciente de que el voto por la paz, según los sondeos de opinión tiene preferencias de más del 80% y una de las mayores aspiraciones de los colombianos es que cese la guerra.

Además de que cuenta con el apoyo del Presidente de Estados Unidos y de la comunidad internacional, quienes consideran que la paz en Colombia contribuye a la paz del mundo.

Zuluaga en el poder cambia de criterio o le ordena el doctor Uribe que suspenda las conversaciones de paz bajo cualquier pretexto, porque la consigna del uribismo es pacificar el país por las vía de la armas asunto indemostrable en  los últimos 50 años.

Tampoco creo que el uribismo quiera contactos con narcoterroristas como denomina a las Farc a quienes detestan y cuyo  enfrentamiento mediático continuo les proporciona dividendos, además que perderían el apoyo de quienes no perdonan delitos de lesa humanidad, secuestros y asesinatos.

Es verdad, las acciones de las Farc y los grupos armados de derecha han rebasado los límites de la tolerancia social que caracteriza a quienes reclaman justicia y atención del Estado y perturban el orden público pero sin llegar a un nivel de criminalidad atroz. Las Farc y los paramilitares se han ganado el repudio generalizado de la sociedad.

Tampoco se esperaba que el candidato Zuluaga cambiara su discurso como cambiándose de ropa y de amigos de la noche a la mañana,  sin sentir nada, razón por la que no pocos no creen en su propuesta.

No me pareció extraña esa cabriola porque su jefe Álvaro Uribe Vélez, siendo senador unos 20 años atrás, promovió el indulto para los entonces guerrilleros del M-19, que significó perdón y olvido, inclusive por delitos atroces, y ahora es amigo y enemigo de los indultados por su pasado de ex terroristas.

Recuerden que el uribismo usurpó la Constitución Política y aprobó la reelección inmediata de Uribe, ahora cualquier cosa puede suceder.

Con esa inconsistencia no es raro advertir suspender el proceso de paz el 8 agosto y cuando ve que la paloma de paz es grande ofrezca dialogar con las Farc, pero “con condiciones”.

Como de Perogrullo: en un proceso de paz se establecen condiciones, ¿o entonces como se dialoga sino es con reglas? a leguas se nota que es un engaño para ganar votos.

Una negociación es un instrumento de superación del conflicto con puntos previamente acordados como el de la Habana en el que no se pactó suspender la beligerancia, porque implicaría ofrecerles seguridad y retirar el ejército.

El Gobierno Pastrana no le exigió a las Farc cese de hostilidades, les dio zona de distensión a la que no  podía ingresar el Ejército y los guerrilleros delinquían afuera y regresaban al territorio que el Gobierno les asignó.

Hablar de poner condiciones como algo nuevo sin conocer lo acordado es tratar de meterse en un asunto que siempre se ha atacado para sacar partido, ponerle palos a la carreta, tratar de acabar el proceso y de paso terminar con las aspiraciones de paz que tenemos los colombianos, luego de 54 años de guerra.