La paz, un bien público
La paz es anhelo de todos los colombianos y como tal se constituye en un bien público cuyo disfrute debe poder ser llevado a cabo por cualquier ciudadano sin distinción, con independencia y respeto a la jurisdicción aprobada por la sociedad para protegerla.
Entre los bienes públicos gestionados por el Estado, una herencia del imperio romano, época de la historia en la que se empezaron a proveer ciertos bienes y derechos públicos como la seguridad ciudadana, la justicia, la gestión del agua y de los terrenos municipales, se enmarca perfectamente la paz.
En Colombia, en los últimos 60 años hemos tenido un conflicto armado que le ha robado a dos generaciones el disfrute de tener una paz verdadera, entre el estado legítimamente constituido y una narcoguerrilla que ha logrado de entrada a la actual negociación en La Habana su mayor triunfo político al obtener el sentarse a negociar con el gobierno nacional, de estado a estado, el futuro del país, no su rendición y entrega de la armas.
En el proceso de esta negociación, el gobierno ha querido imponer la idea que lo políticamente correcto es la obligación que la sociedad toda se rinda ante las exigencias de esta guerrilla para su reincorporación a la vida nacional.
Este escrito, no es políticamente correcto, y reclama con toda claridad la capacidad de retomar un análisis incluyente sobre la forma como se esta pretendiendo desde la campaña electoral reeleccionista que se haga la incorporación de la guerrilla a la sociedad. Análisis que no teme el confrontar la línea de pensamiento con sesgo ideológico, que privilegia una ideología de izquierda retardataria que no corresponde para nada con al pensamiento de modernas corrientes de centro izquierda que recorren el mundo y una posición de centro que exige reparación y pago por lo actuado por parte de la narcoguerrilla. Pregunto, por qué los columnistas de grandes diarios , portaestandartes de esta ideología, el gobierno y sus delegados en La Habana no incluyen en sus análisis e invitados a las secretas negociaciones de La Habana , a las victimas del secuestro, de la extorsión, del chantaje de la guerrilla; por qué no se hace una evaluación pública de lo que le ha costado al país el daño en la infraestructura física con los actos terroristas de esta guerrilla; por qué se soslaya el inmenso daño ecológico que la guerrilla ha hecho en las zonas de reserva natural en remotas regiones del país, donde han sido depredadores no solo de la sociedad sino del medio ambiente; por qué no se habla y se visibiliza el reclutamiento de menores.
Es el socialismo del siglo XXI el que se nos quiere imponer, por decreto, o referendo? No lo se. Pero si es así muy seguramente, las mayorías silenciosas en el país vamos a reaccionar y vamos a exigir participar en las decisiones que nos afectaran de por vida en el futuro en nuestro relacionamiento con la sociedad y los medios de producción.
La campaña reeleccionista en su propaganda electoral quiere hacer creer que la paz , como han llamado el potencial armisticio con la narcoguerrilla de las Farc, es activo único de este gobierno, y no propone nada alrededor de los temas que merecen atención en cualquier gobierno que piense en el bienestar general.
La paz como bien público no es de un gobierno ni de una persona. La paz como bien público no puede convertirse en botín electoral, cuando hay tantos temas transversales a la paz como son la generación de empleo, la educación de calidad, el prever un sistema de salud confiable y eficiente que llegue a todos los colombianos, la seguridad alimentaria, la producción y bienestar en el campo, la estabilidad monetaria.
Es claro que el tema de la paz, como bien público, Es de todos.