El candidato sorpresa que se desinfla
Aunque en las elecciones para Congreso se convirtió en la sexta fuerza política del país, la fuerza que ha mostrado en las encuestas preliminares a la hora de la verdad esta se desinfla.

Desde que arrancó el proceso electoral 2014, para Congreso y Presidencia de la República, el voto en blanco ha estado presente en todas las encuestas con una alta favorabilidad, intimidando en muchos casos a los aspirantes, porque saben que aunque es difícil, no sería imposible de que esta opción termine siendo la triunfadora.
En las encuestas que se adelantaron en DIARIO DEL HUILA, por ejemplo, el voto en blanco lograba una votación superior a cualquiera de los aspirantes avalados por un partido o movimiento político, sin embargo al final el porcentaje alcanzado por el voto en blanco fue solamente del 5,21 para Senado y 5,76 para Cámara en el país. En el Huila los puntos porcentuales fueron 5,22 para Senado y 5,58 para Cámara.
Punto aparte es el caso del Parlamento Andino que las cifras terminaron superando a cualquiera de los aspirantes, por lo que aún está pendiente de definirse qué pasará. En este caso el voto en blanco logró el 35,61 en Colombia y 32,25 en el Huila.
A solo cuarenta días de las elecciones presidenciales, las cuentas del voto en blanco se desinflan, las encuestas muestran menores porcentajes de personas que estarían inclinadas a votar en blanco.
En las últimas cuatro elecciones, a esta altura de la contienda electoral, el máximo registro del voto en blanco había sido del 5 por ciento en 2006, cuando Álvaro Uribe buscaba su segundo mandato frente a Horacio Serpa. El resto de años, los sondeos registraban un máximo de 2 o 3 por ciento.
Lo que no es tan cierto es que el voto en blanco pueda mantenerse como el candidato sorpresa. Ese porcentaje está hablando de la lentitud de la campaña presidencial y no necesariamente de las preferencias de los ciudadanos. Y esto se ve de manera más clara en esta campaña en la cual partidos políticos como el Conservador y los Verdes se demoraron mucho en decidir sus candidatos.
De hecho, ninguna de las encuestas publicadas hasta ahora ha tenido el suficiente tiempo para que la opinión decante las noticias de que Marta Lucía Ramírez es la candidata del Partido Conservador y que Enrique Peñalosa ganó la consulta interna de la Alianza Verde y recibió el respectivo aval. A eso se suma, además, que en la medida en que va llegando la hora de las elecciones, la gente comienza a inclinarse por uno u otro candidato.
No hay que desconocer el fenómeno del voto en blanco, sin ir muy lejos hay que recordar el caso en las elecciones atípicas para gobernador en el Huila, donde esta opción consiguió cerca del 30 por ciento de favorabilidad, y más en estos momentos donde son muchos los colombianos dispuestos a votar en blanco que por el presidente Juan Manuel Santos, el presidente-candidato y quien lidera las encuestas.
Sin embargo, tampoco se puede sobredimensionar porque la historia electoral en nuestro país ha demostrado que el voto en blanco de las encuestas termina desinflado en las urnas. A la hora de contar los votos no ha llegado a 2 por ciento este ‘voto castigo’.
Para las próximas elecciones de presidente de la República algunas personas quisieron inscribir comités promotores del voto en blanco, pero no cumplieron con los requisitos necesarios para ser tenidos en cuenta como tales. Uno de esos grupos era liderado por el expresidente de la Corte Constitucional Jaime Araújo, quien interpuso una acción de tutela al Registrador Nacional, por engañar al electorado, pero esta finalmente no prosperó.
El 25 de marzo los colombianos solo encontrarán la casilla del voto en blanco, más los cinco candidatos avalados por los partidos.
El voto en blanco es la expresión política de la inconformidad del electorado. Antes solo tenía un efecto simbólico, como ocurre en la mayoría de los países en los cuales no se considera como un voto válido. Pero a partir de la reforma política de 2003, la Corte Constitucional lo definió como “una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector” y le pusieron dientes: si el voto en blanco alcanza la mitad más uno de los votos en la elección de presidente, gobernador o alcalde, se debe repetir la jornada electoral con otros candidatos. Y eso ya ha ocurrido en Susa, un pueblo de Cundinamarca, y en Bello, Antioquia y en la más reciente elección del Parlamento Andino.
La posibilidad de que el voto en blanco tenga un verdadero impacto en las elecciones presidenciales es prácticamente ninguna. Para que este voto tenga un efecto práctico tendría que lograr la mitad más uno de los sufragios, es decir, por lo menos 5 millones y medio de papeletas. Si llegara eventualmente a un 10 por ciento de los escrutinios, es decir, 1 millón de votos, lo cual se ve también muy difícil, podría tener un efecto simbólico.
Piden curul en el Congreso para el voto en blanco
Entre los reclamos que ha tenido que atender el Consejo Nacional Electoral (CNE) tras las elecciones legislativas del pasado 9 de marzo figura uno que sorprendió a los magistrados: un ciudadano pidió curul para el voto en blanco.
El pasado 17 de marzo llegó al tribunal electoral un derecho de petición de Rodulfo Chevarría en el que pide “voz y voto” para esta manifestación, argumentando que había obtenido más sufragios que varios partidos.
“Nosotros, el abstencionismo y el voto en blanco, que estamos dentro de las leyes y la democracia, tenemos el mismo derecho de tener voz y voto en el Senado y la Cámara (...) Tenemos el derecho de estar en el Congreso”, sostiene Chevarría.
El ciudadano afirmó que al voto en blanco no se le puede “marginar ni ignorar democráticamente”.
En los comicios del pasado 9 de marzo, el voto en blanco obtuvo 746.659 sufragios en Senado y 824.956 en la Cámara, según el preconteo de la Registraduría, superando a partidos como el Polo, Alianza Verde y el Mira.
Adicionalmente, ni la Carta Política ni la ley tienen prevista la representación en el Congreso del voto en blanco, razón por la que el CNE negó la petición de este ciudadano.