Ana María continuará el sueño de Sergio

Hoy lloro porque se fue la luz de mis ojos, porque ya no tendré la oportunidad de recibir las caricias sinceras de mi único hijo, el que no se cansaba de repetirme que yo también era para él la luz de sus ojos.

Hoy lloro porque se fue un buen hijo, mi único hijo, una mente brillante llena de talentos y de ganas de vivir para trabajar por los demás.

Tengo la certeza que cumplí como madre, logrando entregar a la sociedad al Sergio que todos ustedes conocieron y que pudieron tener cerca, un hombre maduro, inteligente, carismático y, sobre todo, muy entregado a su causa, que era la política entendida como la ayuda al prójimo.

Sergio y yo fuimos amigos y cómplices, reímos muchas veces por los logros y triunfos, que fueron numerosos, y también lloramos con las derrotas, siempre dándonos la mano y apoyándonos en todo, con un afecto sublime, el que solo él y yo sabíamos transmitirnos.

Luché y trabajé muy duro para hacer de él el gran hombre que todos ustedes conocieron. Hoy tengo que decir que no entiendo por qué Dios me lo quitó, y menos en este instante de la vida cuando más lo necesitaba.

Sergio estaba pasando por el que quizá era el más importante momento de su carrera política, acercándose a un ideal que hoy se ve truncado. Pero Dios sabe cómo hace sus cosas.

Es una realidad. Sergio ya no está con nosotros y ahora quiero pensar en cómo él querría que lo recordáramos.

Sergio fue un gran pensador, un hombre honesto, sensible y apasionado, transparente y lleno de ganas, que quería llegar a las altas esferas para dignificar la política, para demostrarle a todos que esto no es un negocio sino una vocación de servicio.

Sergio pensaba en política, soñaba con la política y respiraba por la política. Ese fue su norte, su vida y lo estaba haciendo muy bien.

Muchas veces dijo en público que no se trataba de llegar a la Cámara o al Senado, se trataba de obtener una curul para ser el mejor, para pasar a la historia como un parlamentario visible que cumplió con su trabajo para beneficio de la región.

Así era él. En su primer periodo como diputado recibió el galardón como el mejor de la Corporación, reconocimiento entregado por la organización Asamblea Visible. Hoy estoy segura que en la Cámara iba a pasar lo mismo.

Su afán de hacer las cosas bien caminaba de la mano con esa vocación de servicio que muy pocos tienen. Sergio quería ayudar, jalonar recursos, traer obras y desarrollo para el Huila, pues ese era su sueño.

Entonces hoy no podemos dejar esos ilusiones en el aire. Algunos amigos y simpatizantes de mi hijo, me han pedido que tome las banderas de Sergio y que siga adelantando el trabajo que venía forjando. Hoy digo que sí.

Sergio me dejó la enseñanza de que los grandes retos se deben asumir con entereza, gallardía y responsabilidad y por lo mismo, pensando en él, en lo que quería para el Huila, asumo la candidatura, esperando que todos los que vieron en mi hijo esa renovación, me acompañen conscientes de que no seré inferior al gran legado que dejó mi hijo.

Este es sin duda el más grande homenaje que le podemos hacer a Sergio los que lo amamos y admiramos, los que disfrutamos con sus palabras precisas, su irreverencia y su fino humor.

Sé que está en el Cielo, feliz y muy agradecido por las grandes manifestaciones de cariño y afecto que está recibiendo del pueblo huilense. Sé que está conmigo, con todos sus amigos, con Marco Ramírez, Jorge Quigua, Lenin Trujillo, Mauricio Ardila, Luis Suaza, Amparo Rivera, Jorge Morán, José Eustasio Rivera, Margarita Suárez, Alfonso Tinoco y Argenso Herrera, entre otros, pendiente de seguir trabajando desde allá para que junto a ellos, su sueño de ayudar a los huilenses no se quede truncado.

Gracias por acompañarnos en este doloroso día.