No me gustan las flores…Pero si venderlas
Nidia Pilar, es una mujer emprendedora que vende flores en el Cementerio Central de Neiva, trabajo heredado de su madre. Con su labor, subsiste y saca a sus hijos adelante.

Nidia Pilar Dussan, no le gustan las flores, pero si venderlas. Parece algo paradójico y más en esta época en donde este producto se utiliza para conquistar o para ser perdonado. En el caso de Nidia, ni lo uno ni lo otro.
Desde hace 32 años vende margaritas, rosas, pompones, claveles, girasoles, gladiolos y cartuchos; hoy en día tiene 48 años. Ella heredó el trabajo de su madre, ha sido un trabajo que se transfirió de generación.
“Yo tenía 16 años, yo le ayudaba a mi mamá y ella me decía, mijita hágase enseguida, porque de aquí a mañana usted consigue marido y después él no le quiera dar ayuda. Ella fue la que me enseñó”, aseguró.
Hoy, gracias a la venta de flores ha logrado sacar a sus 4 hijos adelante. “Tengo tres mujeres y un varón, gracias a esa labor saqué a mis hijos adelante, dos de las mujeres terminaron sus estudios, la del medio no quiso seguir estudiando”, añadió.
Día a día
Todos los días Nidia se levanta a las 5:00 a.m., pone a hacer tinto, llama a su hijo para enviarlo al colegio. Faltando 10 minutos para las 7:00 a.m. se va a trabajar al cementerio central hasta las 6:30 p.m.
“A las 7:00 a.m. estoy acá en el negocio. Tengo un niño de 8 años de edad, hasta que no lo mande para la escuela no voy a trabajar y a las 6:30 p.m. regreso a mi casa”, sostuvo.
Labor
A Nidia le envían las flores desde Bogotá los días martes, jueves y viernes. Cuando llegan, ella las arregla y para que perduren le agrega al agua un poco de límpido. Ante todo brindar un buen producto al cliente que quiere adornar la tumba de su ser querido.
“Abrimos el puesto, nos entregan las flores, le echamos un poco de límpido, las arreglamos y las acomodamos para comenzar a venderlas. Desde el viernes le echamos agua hasta por ahí el martes, porque nosotros le echamos límpido, el agua no mantiene “sucia”, ni nada”, contó.
Cuando ya tiene arregladas las flores, compite con las demás vendedoras; al final, el cliente decide a quien comprarle; no obstante Nidia tiene una táctica para ofrecerlas. “Acá viene la gente, le digo a la orden mi amor, que va a llevar, le tengo las rosas, los girasoles, pompones, margaritas”.
Los días que más vende son el sábado, domingo y lunes; después, las ventas bajan, indica.
Las épocas que más vende Nidia son el día de la Mujer, el Día de la Madre y el 31 de diciembre, aseguró que “después de que pasan esas fechas especiales no es lo mismo”, con eso logra abonar a los “gota a gota”.
Ya está lista para la celebración del Día de la Mujer este próximo 8 de marzo, ese día va a trasnochar para dejar las rosas empacadas y madrugará a las 5:00 de la mañana para ofrecerlas desde muy temprano.
“Me pongo contenta cuando llega el Día de la Mujer, para el Día de las Madres y el 31 de Diciembre, esas son las épocas más buenas, uno se cuadra porque uno le debe a los prestamistas y a los gota a gota”, relató.
Las flores que sobran las lleva al cementerio y las deja en las tumbas, si están muy dañadas las arroja a la basura.
Nidia no se ve en otro negocio o en otra labor que no sea la venta de flores en el cementerio. “Uno en la edad que tiene, a dónde le dan trabajo, le toca seguir uno acá”.
El drama de la muerte
Hay situaciones que Nidia siente mucho “pesar”, es cuando los familiares lloran a sus seres queridos. Pero hay otras ocasiones que se llena de impotencia, porque no respetan el dolor ni la pérdida. “Cuando hay entierros de “ñeros”, muchas veces se enfrentan las pandillas, nos toca salir de acá porque se ponen a pelear y después vienen los policías”, dijo.
Situación actual de las vendedoras de flores
“Aquel día, vino el espacio público, nos dijeron que nos iban a trasladar al frente, en el Parque de los Niños, allí nos van hacer unos módulos. Nosotros ya hemos estado ahí, pero es muy caliente, se nos dañan las flores, nos toca taparlas para que no les dé mucho el sol porque se nos dañan”, puntualizó.