Junior: víctima y victimario
Jeison Benavides fue reclutado en las filas de las autodefensas cuando apenas tenía 9 años. Su vida transcurrió de tragedia en tragedia, convirtiéndolo en víctima y victimario. Se desmovilizó del paramilitarismo hace más de 9 años y hoy siente vivir un abandono del Estado.

Jeison Benavides nació en el pequeño municipio de San Francisco, ubicado en Putumayo. Allí creció junto a su hermanos, su madre y su padrastro. En esa época era (o es) muy común pagar vacuna a la guerrilla que además representaba la mayor autoridad local. Su familia no se escapaba de la cuota obligatoria cuyo incumplimiento tenía como castigo la muerte.
Tal obligación llevó a su madre a estar en la mira de los paramilitares. Jeison terminó siendo reclutado forzosamente por los paramilitares que le aseguraron tiempo después que su progenitora había sido asesinada por la guerrilla. Lo que alimentó un gran odio y deseo de venganza en el joven corazón de Jeison.
Con el alias de Junior (que significa niño) empezó su carrera paramilitar. Tenía apenas 10 años cuando asesinó a la primera persona, era un sacerdote que según las autodefensas merecía la muerte por haber visitado casas de lenocinio. El religioso suplicó que fuera el comandante quien le disparara y no Jeison, que era un inocente niño al que le temblaban las manos. Sin embargo, fue el infante el que cometió el crimen bajo presión.
Después de eso presenció masacres a campesinos, violaciones de niños, torturas, mutilaciones, consumo de drogas y participó en muchos crímenes. Se integró al comando de contrainteligencia de las autodefensas, compartiendo con hombres de todas las edades, incluso hombres caníbales que se comían algunas de las partes de sus víctimas, como las orejas, o se bebían su sangre.
Eran capaces de cualquier cosa con tal de cumplir los ′objetivos militares′. Una vez para asesinar a un comando de guerrilleros les tocó disfrazarse de homosexuales "Ese día asesinamos a los guerrilleros sin lástima. Toda esa agresividad fue generando en mí un gran cansancio, perdí el espejismo de la supuesta lucha, el deseo de venganza. No quería estar más ahí", afirmó Jeisón.
Decepcionado intentó fugarse varias veces, por lo que fue castigado violentamente. El jefe de bloque disgustado por la actitud de Jeison ordenó su muerte, sin embargo ese sería el momento en que el joven pudo escapar. "Íbamos a ajusticiar a un comandante, pero resulta que mi compañero también tenía la orden de matarme a mí. Yo me le adelanté y lo asesiné con una cuerda, tiré su cuerpo al río. Escapé con una granada, un radio y una pistola, llegué al terminal de Pasto, me entregué a una monja en una especie de capilla. Al inicio se asustó, pensó que la iba a matar, pero al final me ayudó, no dejó entrar a la policía y me entregó al Bienestar Familiar", recuerda el desmovilizado, que ya cuenta con 28 años de edad.
En el 2000 se reintegró a la sociedad, cuando tenía 14 años. "Cuando inicié lo del proceso del bienestar familiar, ese día salieron dos paramilitares del batallón. Duré 15 días ahí y sentí mucha desconfianza, temí por mi suerte", afirmó Jeison. Tiempo después de integrarse se enteró de que su madre no había sido asesinada, que todo ese tiempo estuvo odiando sin razón, basado en mentiras. En Neiva dice haber sido amenazado por no querer participar un acto vandálico, pues temía perder su condición especial ante la justicia.
"En el 2003 me iban a condenar por los homicidios, pero por ser menor de edad, el juez me consideró víctima", afirmó. Por ello regresó a sus 17 años a las autodefensas y se retiró de nuevo a los 21 años, con el deseo de estudiar y poder beneficiarse de los 16 millones que podría recibir como reparación "yo era un niño, me reclutaron muy niño, de víctima pasé victimario, pero todo lo hice bajo presión".
A su pueblo natal no puede volver porque lo asesinan, además sus vecinos no perdonan tan fácil lo que Jeisson hizo cuando era paramilitar. Actualmente vive en el barrio Panorama, es papá de tres niños que tuvo con una mujer desplazada por la guerrilla, y pasa hambre y necesidades con su familia. No ha podido conseguir trabajo y el ser desmovilizado le ha cerrado varias puertas. Sus manos delicadas que no parecen haber asesinado y su forma de hablar describen a un hombre al parecer tímido y sensible, incluso expresa sus deseos de ser poeta.
En cuanto al dinero que podría facilitar su vida, no se ha aclarado nada. Actualmente se reprogramó la solicitud, porque en el 2011 fue consignada pero Jeison había huído de su barrio supuestamente por amenazas, entonces no lo contactaron. "Cuando fui a solicitar el dinero me dieron un número de rádicado con el que yo aparezco incluido para la reparación, pero ahora me dicen que estoy tengo un proceso por homicidio, siento que me están embolatando la reparación", aclaró.
Jeison quiere trabajar como vigilante, pero no ha podido pagarse el curso. Su sueño platónico es ser dj y que sus composiciones musicales sean conocidas, para poder mostrar su faceta creativa. Este hombre de 28 años, padre de dos niños de 6 y 2 años y un bebé de dos meses, también dibuja y escribe poemas.
"Es muy fácil enseñar a usar un cuchillo o un arma, pero no es fácil enseñar a olvidar", afirma Jeissón.