Fidel Díaz: de pescador a comerciante
Fidel pesca desde sus 12 años. El río le ha brindado su medio de sustento y hoy es un feliz comerciante orgulloso de su oficio. Las anécdotas del agua lo acompañan.
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Fidel Díaz es un hombre del agua, se le nota en sus gestos y su mirada clara, que transmite la misma tranquilidad de un río amable, como el dinamismo de las corrientes del más inquieto de los caudales, dependiendo de a quién esté hablando Fidel y qué esté narrando con su particular acento, que recuerda a los primero pobladores de esta tierra, en especial a aquellos habitantes de Villavieja. No hay duda de que es opita.
Desde sus 12 años tiene una relación estrecha con el río. Nacido y criado en el Huila, disfrutó de aquellas epocas en el que las aguas eran limpias y seguras. Aquí aprendió a pescar a la edad de los 12 años y lo siguió haciendo hasta 1985 cuando decidió abandonar la red y convertirse en comerciante.
Hoy, a sus 69 años, parece conservar la energía de las mejores épocas. Su voz siempre es firme y sus gestos transmiten seguridad. Le dicen ′El zorro′ por ser fama de encantador de mujeres y su perspicacia. Es de esos hombres de gran inteligencia cotidiana y su capacidad de estrategia le ha permitido tener un próspero negocio en el Malecóm de la ciudad.
Allí, uniformado y portando un sombrero blanco que tapa sus grises cabellos, Fidel vende gran variedad de pescados. Lleva 8 años en la cooperativa. "Empecé a pescar sin nada, luego poco a poco conseguí una atarraya y una canoa" afirna el hombre que sigue creciendo como empresario.
Su niñez la vivió en el centro de la ciudad, en la carrera Octava con Primera, junto a 8 hermanos y sus padres. "Mi papá trabajaba en una finca y mi mamá era ama de casa. Mis hermanos no son pescadores, algunos trabajan en picapiedra, los otros como vendedores y otros oficios" cuenta el expescador. Ahora vive en Galindo, con su esposa y sus hijos. Su segundo hogar es "El palacio del Capaz" su negocio.
Así empezó el pescador
Como siempre ha sido una persona de caracter curioso y emprendedor. Fidel aprendió a pescar observando y luego bajo la asesoría de un señor del que ganó simpatía. "Yo conocí a un señor de mi edad, empecé a pescar desde niño. Le pedí que me enseñara y me gustó el río. Siempre he sido muy de buenas para la pesca, desde el inicio me fue bien" afirma el hombre sonriente.
Tantos años de pesca le permitieron conocer los trucos de la atarraya, el anzuelo, los barbasco, el chinchorro y otras redes de pesca. "Yo pesqué 25 años en Piedrapintada, al lado de abajo de Aipe. Ahora le pago a unos pescadores para que me traigan buenos pescados. El mejor pescado que me traen mis trabajadores se lo vendo a la Hostería Matamundo, a La Casa del Folclor, al restaurante Avenida, entre otros. Siempre les doy el mejor pescado, el más grande" enfatiza Fidel.
Para los restaurantes dice que se vende mucho Bocachico, Bagre y Capaz. Su pescado favorito es la cucha y el bocachico, y como más le gusta comerlo es asado o a la brasa. Tiene 3 hijos jóvenes que le colaboran en época de vacaciones "Ellos trabajan en otros oficios porque yo los estudié. Mi niñez fue en el campo. No estudié ni primero. Sufrí y trabajé desde niño. De niño me imaginaba como yo ser aviador. Nunca me imaginé vender pescados. Sin embargo, este trabajo es bonito, trata uno con la gente y tiene muchas amistades. Mientras que mis hijos bien, ellos saben pescar pero ellos sí estudiaron y ahora son profesionales" narra como padre orgulloso.
Ahora, un empresario con anécdotas
Con sus ojos verdes muy despiertos, narra animado su encuentro con el Poira y sus recuerdos del agua "de tantas anécdotas que tengo, no me acuerdo. Lo más fue que me agarré con el Poira. Me iba a llevar y yo no me dejé llevar. Yo era un niño, mi papá me había dejado solo en el río. Después sentí un ruido espantoso ¡jijueperra vida! Y ya me había jalado de las patas. Yo tenía por ahí 10 años. Iba únicamente a hacer el tínto al río en ese entonces. Pero me le enfrenté y el vergajo se fue, era chiquitico y mechudito. Eso llega donde uno, así, con puro viento. Cuando uno siente el ventarrón sabe que es el poira" afirma Fidel.
El hombre asegura que su venta es constante "todos los años son buenos y todos los días se vende, distinto, pero se vende". Asegura que el Capaz es el pescado que más demanda tiene "Por ser tan pulpo". Y a pesar de que afirma que la venta siempre es buena, también asegura "la venta es chaprichosa, no siempre se venden las mismas libras" asegura el comerciante.
Sin embargo, Fidel encara cada situación con su sonrisa espontanea. Él cuenta con el amor y compañía de su familia, la credibilidad de sus clientes y la pasión por lo que hace. Sus sueños de surcar los cielos se reemplazaron por sus rutas en los ríos y lagos. Del cielo este hombre bajo al agua y ella lo recibió como a un hijo. Hoy se beneficia de los frutos de esos caudales.