jueves, 11 de septiembre de 2025
Neiva/ Creado el: 2014-05-02 08:31

Entre motos pero sin moto

Octavio Murcia lleva la mitad de su vida trabajando como mecánico de motos. Diariamente se gana mínimo $60.000 y su mayor deseo es montar su propio taller. Con humor recibe a sus clientes y es conocido por su buen servicio. Un trabajador como muchos, padre de familia y soñador.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | mayo 02 de 2014

En casi el centro de la ciudad, usted puede encontrar a Octavio Murcia Penagos, de tez morena, cabello corto, estatura promedio y sonrisa maliciosa. Lo reconocen porque se ha destacado como buen mecánico de motos. De sus 30 años de vida ha dedicado 15 a su oficio. “Todo inició sin que yo lo buscara. Me contrataron como ayudante para trabajarle a un señor. Me ganaba $15.000 semanales. En ese tiempo eso era plata”, asegura Octavio, que nació y creció en Neiva.

Su niñez la vivió en el barrio Luis Carlos Galán, al sur de Neiva. A pesar de la violencia, el micro-tráfico y la delincuencia que pudo observar en su sector, Octavio ha sido siempre un hombre honrado, de muy buen humor y presto a servir. Su agilidad mental y su perspicacia, no lo convencieron de seguir estudiando, porque la escuela no le llamaba la atención. “Estudiaba en un colegio nocturno, eso era mucha gaminería y no se avanzaba. Yo mismo me costeaba el estudio y no quise seguir”, afirma.

Antes trabajó en ornamentación, con fibra de vidrio, pintando casas y haciendo otros oficios. Pero las motos capturaron su atención. Gracias a un amigo, empezó su primer trabajo. “Inicié con pintura de motos, pero me gustó más la mecánica, porque uno experimenta muchas cosas, hoy en día hay muchas motos”, narra el joven mecánico.

Tiene 4 hermanos que desarrollan distintos oficios. Su padre era constructor y su madre ama de casa. Su hogar siempre fue muy religioso y él, en términos generales un buen joven. A pesar de que diariamente tiene a su cargo muchas motos, este hombre ya no se moviliza en una. “Estaba cansado de que me quitaran las motos, y estarle pagando 300.000 pesos al estado cada nada, no aguanta”, dice.

Trabajando para Honda duró 8 años, pero se aburrió de las condiciones laborales y encontró más rentabilidad atendiendo de forma independiente. Así puede vestir como gusta y mostrar sus tatuajes, un biomecánico en el brazo derecho, el rostro de su hijo en el izquierdo, la Virgen de Guadalupe en su espalda y el nombre de su hijo. Cuando le preguntan por qué se tatuó dice que fue por “muchachada” y después anuncia que quiere hacerse otro, el nombre de su hija, María Isabela.

Hombre de familia
Ahora que trabaja independiente solo tiene que pagar un porcentaje diario para poder ocupar la caseta en la que atiende y la que le permite obtener el sustento diario para su esposa y sus dos hijos, un niño de 5 años y una bebita de año y medio.

Lleva 5 años viviendo con la mujer que primero fue su vecina. Ella trabaja ayudando en un negocio familiar de tamales. Viven en arriendo en Bosques de San Luis, su mayor anhelo a futuro es comprar una casa para asegurarle el techo a sus seres queridos. En segundo plano está el deseo de montar su propio taller, sin embargo, afirma que ahorrar no es fácil. “Así como uno gana, gasta. Diariamente se me va mucho dinero”, asegura Octavio, que en los días de temporada baja se gana mínimo $60.000.

A su local llegan muchas motos, clientes que ya lo conocen y escogen su servicio porque se sienten satisfechos. Las ganancias diarias Octavio las distribuye en la cuota del establecimiento, el arriendo, el mercado, las facturas y unas cuantas cervezas con la que se premia a si mismo por la ardua jornada de trabajo.

Frase casilla: Su niñez la vivió en el barrio Luis Carlos Galán, al sur de Neiva. A pesar de la violencia, el micro-tráfico y la delincuencia que pudo observar en su sector, Octavio ha sido siempre un hombre honrado, de muy buen humor y presto a servir.