Danzando a la luz de un semáforo
Se encendió la luz roja y es hora de danzar. Las bocinas de los vehículos que han quedado suspendidos por la señal de pare comienzan a sonar para que Esperanza Marquín mueva con alegría su frágil cuerpo y entre sonrisas esperan el tono verde que dejará a los conductores seguir con su camino.

A sus 80 años, la vejez no es un obstáculo para sonreír y bailar, y menos para practicar la función que más adora: personificar a un agente de tránsito.
Esta escena se repite desde las cinco de la tarde hasta la media noche, todos los días, por los casi 80 segundos que permanecen en rojo los semáforos de la carrera 15 con calle Segunda, aledaños a la panadería Peter Pan.
La protagonista de la historia es una tierna mujer de 80 años, que desde hace una década sale a la esquina de la reconocida panadería para indicarle a los vehículos cuándo parar y pasar, tal como un agente de tránsito.
Esperanza porta con orgullo un desgastado chaleco de motociclista, que ha apropiado como su uniforme y en el que carga las moneditas que la gente le da por cuidar su carro o hacer del pare del semáforo una divertida espera.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo es la vida de esta mujer, pues cuando habla poco se le entiende y a veces dice vivir con una tía que pareciera la explotara y otras con un furioso marido. Lo cierto es que Esperanza, obligada o no, se goza lo que hace.
En ocasiones se le ve sentada en un andén con la mirada perdida, pero de repente quienes ya la conocen ponen en función los pitos de sus carros y la amable abuela pega un brinco de alegría y comienza a mover al ritmo de las bocinas sus pies y caderas. Toda una bailarina.
Como ella, cientos de personas de la tercera edad permanecen en las calles de Neiva y cada una trata de ganarse la vida de una manera diferente para alimentar su consumido cuerpo.
Algún día Esperanza Marquín ya no estará en el semáforo de la carrera 15 y entonces muchos conductores extrañarán aquella viejita, que algunos tildaban de loca, pero que definitivamente vivía complacida con la vida que le tocó.
Por: ÍNGRITH NIÑO VILLARREAL
Diario del Huila, Neiva