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Neiva/ Creado el: 2014-04-01 11:22

Alfredo: una brújula sin norte

Un día, Alfredo Olaya Gutiérrez cayó de un árbol como veterinario y despertó siendo tatuador. De ser un pasivo profesional pasó a vivir la bohemia urbana, participar en programas de telerrealidad, practicar deportes extremos y destacarse internacionalmente en su arte: el tatuaje.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 01 de 2014

Algunos dicen que los artistas lo son desde su nacimiento, otros dicen que la persona se hace artista. Por su parte, Alfredo Olaya Gutiérrez en un accidente de su particular vida, se descubrió a sí mismo como artista. Hijo de científicos y veterinario de profesión ha decidido dedicarse al tatuaje y dibujar su propio camino.

Todo ocurrió en una noche campestre, en el 2007, cuando con alegría celebraron la llegada de uno de sus hermanos que había pasado 7 años en el exterior. El jueves de Semana Santa, en finca de sus padres, los ánimos y el alcohol motivaron el espíritu de niños y decidieron subir a un árbol para revivir los juegos de infancia. "Era un árbol gigante, al que le había construido una plataforma para fotografiar aves", afirma Alfredo. La travesura resultó costosa, Alfredo cayó del árbol junto a una amiga y el golpe dejó como saldo muchas lesiones en su cuerpo y un año de recuperación en casa.


Tanto tiempo sin poder recorrer mayores distancias le permitieron reflexionar su vida, la introspección lo llevó a encontrarse consigo mismo. "Yo no pintaba ni nada, a mí se me cambió el casete de la noche a la mañana y empecé a explorar mi sensibilidad, pero sin tener claro qué era lo que me pasaba. Una cosa llevó a la otra, algún día contacté a un tatuador de Neiva, él me arregló un pequeño tatuaje que me había hecho a los 15 años y ahí empezó todo", narró Alfredo, que hoy cuenta con 36 años.


Con el accidente Alfredo renació como artista, su alma creativa se desbordó y sintió una urgente necesidad de disfrutar la vida y conocer el mundo. Aquel buen hijo que nunca se había quedado por fuera de casa, que su mayor rebeldía había sido cambiarse de carrera y que era el típico buen muchacho de clase media, se desordenó y se redefinió como persona. "Sentí que había sido muy buen niño, nunca había hecho locuras, viajar, acostarme con una desconocida, probar nuevas experiencias. Mi máxima rebeldía fue cambiarme de medicina a veterinaria, como a mis 19 años. No soportaba la rigidez de la carrera, que una jefe enfermera que llevaba más de 30 años de labor fuera mi subordinada y me tratara de doctor cuando yo sólo tenía quinto semestre de medicina", recordó.

En 2012, viviendo lo que él llamó ′la crisis de los 30′ decidió viajar junto a un amigo por América Latina, en el viaje ambos sintieron la existencia de una nueva forma, su amigo que sufría cáncer y él, que sentía que volvía a nacer. Ese mismo año ganó en Lima (Perú) su primer campeonato de tatuaje y reconoció que tenía talento, el hobby pasó a convertirse en una de sus mayores pasiones.


"Allá en Lima me catapulté, conseguí cierta fama y terminé tatuando profesionalmente", inclusó participó en un programa de telerrealidad llamado ′Lima Tatto′ donde aparece como un fresco colombiano de gestos sueltos y las cámaras retratan la concentración que lo sumerge cuando plasma en la piel. "Todo eso era muy extraño para mí como opita, en Neiva no suceden esas cosas. Aprendí a hacer surf (deslizarse en una tabla por las olas) y sandboard (deslizarse en una tabla por las dunas o cerros de arena). Hay una poetiza huilense que dice que Neiva es el sur de todos los sures, a veces nos sentimos muy lejos del resto del mundo y todo lo que me pasó me sorprendió y me cambió para siempre".


Alfredo afirma que su camino no para de cambiar, en su pierna tiene tatuada una brújula sin norte lo que simboliza su filosofía de vida. "Me preocupaba no tener un destino fijo dónde llegar, dónde quedarme. Ya entendí que no existe norte, no hay rumbo único. La vida es un viaje constante y sencillamente no hay punto de llegada", explicó con ojos soñadores.

Un niño de casa

Su familia es un bello hogar nuclear, tiene tres hermanos que son destacados deportistas. Su hermana menor es Andrea Carolina Olaya, famosa luchadora huilense. Sus padres son reconocidos investigadores de la región, Gloria Amparo Gutiérrez, una de las personas que más sabe de cambio climático en el país, y Alfredo Olaya Amaya conocido como ′el Condel del desierto′ por su lucha académica en defensa del desierto de La Tatacoa.

Desde niño despertó un gran sentido social y una sensibilidad por el arte gráfico. "El hermano menor de mi madre veía muchos videos de Pink Floyd, lo que me influenció. Desde pequeño me preocupaban las injusticias sociales y me despertaba mucha curiosidad el mundo".

En el 2004 se graduó como veterinario de la Universidad de Antioquia, su plan era seguir el rumbo cotidiano de la vida, trabajar, estudiar algún posgrado, acumular bienes y conformar más adelante una familia. En Medellín conoció a la madre de su hija que hoy tiene 14 años y con la conserva una singular relación. "Soy la sensación para las amiguitas de mis hijas, el padre loco tatuador. Al inicio le daba pena, hace dos años eso cambió, María Fernanda me presenta con orgullo".

En el presente convive con su esposa que es artísta y científica, y su hijo Mateo de 4 años. Conserva proyectos económicos familiares "Tengo una doble vida (dice riendo) aún practico la veterinaria en la finca paterna, pero mi pasión está en el tatuaje".

Sus tatuajes

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Entre otros tatuajes tiene en su pecho el retrato de sus hijos María Fernanda y Tomás. En sus manos dos símbolos referentes a ellos, un timón y un ancla. El ancla es su hija que según él lo hizo aterrizar a la tierra y el timón es Tomás. "Después de que tuve a Mateo fue que decidí vivir la vida loca", señala Alfredo.

En su brazo izquierdo tiene retratados a sus hermanos, todos sonriendo. En cada brazo tiene el retrato de sus padres, en el brazo derecho a su madre y en el izquierdo a su padre, ambos jóvenes mirando al horizonte. "Yo estoy en la mitad de ellos, se casaron por mí y afortunamente les quedó gustando", explica Alfredo. En el brazo izquierdo tiene dioses y símbolos religiosos, entre ellos a Krishna, a la Virgen Dolorosa, el diablo, un fragmento de la Capilla Sixtina, La Santa Muerte y el triangulo masón.

Y en los dedos de sus manos tiene impresa la frase ′No Pain, No Game′ (Sin dolor no hay juego). Frase que tendría relación con la etimología de la palabra ′tatuaje′ que significa marcar o golpear dos veces.

Quienes quieran conocer mejor el arte de Alfredo Olaya o incluso brindar su piel como lienzo a las manos detallistas de este artista enamorado del tatuaje, pueden llamarlo al 3105441159 o encontrarlo en facebook como ′Alfredo Olaya Gutiérrez′.

La vida de Alfredo Olaya Gutiérrez es como el poema de Antonio Machado después del exilio:

"Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar".