“Me ofrecieron algo de tomar y pedí agua…hasta ahí me acuerdo”
Una joven huilense que fue víctima de abuso sexual, habló con DIARIO DEL HUILA para contar detalles de lo que fue el episodio más doloroso de su vida.

María Alejandra*, una adolescente que adelantaba sus estudios de ingeniería civil en una universidad privada del país, fue violada y agredida físicamente por varios hombres que decidieron tener sexo forzosamente con ella.
“Ese día me levanté enérgica, cambié todo de lugar” sin pensar en que ese sábado, toda su vida tendría un giro intenso y le cambiaría para siempre.
Durante el tiempo que llevaba viviendo en esa ciudad, María Alejandra reveló que jamás había salido un sábado porque estaba acostumbrada a compartir en su casa con sus familiares durante los días de descanso, por lo que no le vio nada de malo a la invitación hecha por sus mismos compañeros de clase.
“Como a las seis de la tarde me invitaron a una fiesta a la casa de un compañero, yo pregunté quiénes iban a ir y entre los invitados estaban las novias de ellos y otra compañera de la universidad” por lo que la víctima no encontró rastro alguno para desconfiar de quienes pensaba conocer bien por el tiempo que compartían dentro del aula de clase.
La huilense accedió a que uno de los hombres, conocido de ella, fuera hasta su casa para ir a participar de la reunión pero “antes de que él me recogiera habían muchas cosas en contra, no nos encontrábamos, yo no podía conseguir taxi, llegaron las 10:30 de la noche y yo no había llegado a esa fiesta”, manifestando que el joven jamás logró llegar hasta su residencia para recogerla por lo que le pidió que cogiera un taxi y que llegara hasta un centro comercial donde él, la estaría esperando.
Un vaso de agua, la perdición
Con 17 años cumplidos, la estudiante no vio nada de malo en llegar hasta la fiesta donde la mayor sorpresa fue encontrarse solamente con hombres, lo cual le causó gran asombro pero jamás, temor o desconfianza. “Yo en ningún momento le vi la malicia a las cosas, eran personas que yo llevaba conociendo varios meses”.
Al llegar al apartamento donde supuestamente se llevaría a cabo la fiesta entre compañeros de clase, “me ofrecieron algo de tomar y pedí agua, me tomé un sorbo”, pidió un computador prestado para chatear con la otra compañera que también estaba invitada a la fiesta pero ésta sacó varias excusas para no llegar hasta el lugar.
Poco tiempo después, María Alejandra perdió la conciencia, no supo qué pasó durante varias horas en las cuales estuvo al parecer, drogada por estos seis hombres que sin ningún tipo de temor, decidieron acceder sin consentimiento al cuerpo de esta joven.
“Me acuerdo después que estuve encerrada en un baño con un man de esos, él no tenía pantalones” pero la joven aún no contaba con la fuerza física necesaria y la conciencia despejada, para lograr hacer algo que la ayudara a salir del problema en el cual la habían involucrado sus propios ‘amigos”.
Al amanecer, “yo estaba despierta en el piso, abría los ojos, veía todo, uno de ellos estaba encima mío, sentía el movimiento pero no podía moverme, no era capaz de hacer nada” debido a la sustancia que le habrían suministrado para dejarla inerte y la cual no le permitía tener una conciencia pura de la situación.
María Alejandra, empezó a levantarse a eso de las 8:30 de la mañana, (una hora que ella supone), cuando escuchaba como hablaban cosas horribles de ella, acerca de su posición como mujer y sobre su supuesto libertinaje a la hora de tener relaciones sexuales, lo cual no era cierto.
“Me levanté muy asustada, estaba orinada y con una cortada en mi cuerpo pero tenía toda la ropa puesta” preguntándole a sus compañeros de clase qué había sucedido y porqué ella se encontraba en tan malas condiciones pero éstos, en medio de su alto grado de embriaguez, ignoraban las palabras de su víctima.
La mujer tomó sus cosas lo más rápido que pudo, salió de la vivienda y tomó un taxi en el cual logró comunicación con alguien que la persuadió para dirigirse hasta la entidad correspondiente e interponer la demanda.
Una justicia que no hace nada
“Llamaron a mi mamá y ella llegó hasta el lugar lo más pronto posible, me hicieron todo tipo de pruebas” en las cuales encontraron rastros de semen en la ropa, pero ningún signo de violencia por lo que inicialmente no se pudo categorizar como acceso carnal violento.
María Alejandra estuvo sometida a todo tipo de pruebas de enfermedades de transmisión sexual, embarazos producto de la violación, las cuales arrojaron resultados satisfactorios tanto para ella como para su familia, en medio de la incertidumbre de no saber qué había pasado.
A los pocos días del inesperado suceso, la adolescente llegó nuevamente a su ciudad de origen para intentar dejar a un lado todo lo que había pasado. “Mi papá fue a recogerme al terminal y yo tenía mucha vergüenza de llegar a verlo” pero lo único que hizo este padre cargado de ira, dolor pero sobre todo de mucho amor por su hija, fue a abrazarla y besarla por todas partes.
Mientras más pasaba el tiempo, los días se tornaban más difíciles, María Alejandra no salía a la calle por temor a ser juzgada, su novio, quien la acompañó en todo el proceso, era rechazado por esta mujer que no tenía cabeza para pensar en una relación sentimental después de haber estado sometida por hombres pervertidos. “A mí me daba miedo que él fuera a mi casa a hacerme visita, yo le tenía miedo a todos los hombres, con el único que me sentía tranquila era con mi papá, con él dormía, hablaba y no me daba angustia”.
Los pocos recuerdos, la incertidumbre de no saber con claridad qué había sucedido y la culpa por haber accedido asistir a la fiesta ese día, la llenaba de rabia y dolor. “Yo sentía y a veces siento que todo fue culpa mía por haber ido allá, si yo no hubiera ido no me había pasado nada de eso”.
Esta joven huilense, asegura haber tenido varias veces en mente el pensamiento de acabar con su vida, de sentir que ya nada de lo que pudiera pasar tenía sentido pero que el amor por sus familiares la hizo reconsiderar la idea. “Una vez tuve toda la intensión, estaba medianamente decidida pero llegó a mi casa una vecina y por cosas de mi Dios impidió que eso pasara”.
“Intenté no volver a pensar más en eso”
El deseo de eliminar ese suceso despreciable de su vida, se apoderó de ella, su novio y su familia, por lo que jamás, después de tantos años, el tema se volvió a tocar.
Ahora, María Alejandra, una joven que como muchas en el mundo ha sentido el horror de ser violada por personas desadaptadas, de no tener una respuesta coherente por parte de la justicia colombiana y quien debe cargar a sus espaldas el dolor de saber que estas personas pueden estar haciendo esto con muchas otras mujeres, intenta no recordar más este suceso.
Hoy, varios años después, asegura haber dejado a un lado este momento de su vida, sin desconocer que es muy doloroso ver escenas de violación sexual en la televisión, escuchar cómo cientos de mujeres son agredidas y cómo la vida de muchas personas se ve destruida por la inestabilidad mental de otras.
Afirma que cada vez que tiene la oportunidad, les habla a adolescentes que ella conoce y que se da cuenta cómo se exponen al irse a consumir alcohol con varios hombres sin pensar en las cosas malas que les pueden suceder.
Una hija, un esposo y ad portas de finalizar su carrera como estudiante de ingeniera, María Alejandra dice que ya ni recuerda la cara de quienes le hicieron eso, que no le interesa reabrir el caso y que su vida, en medio de tanto dolor hoy es muy bonita.
Le pide a todas las mujeres del mundo, que se cuiden, que no confíen en nadie y menos en quienes dicen ser sus amigos porque a ella ya le tocó y ninguno está exento de esto.
*El nombre de la víctima fue modificado por seguridad y petición de la misma.