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Nacional/ Creado el: 2014-04-08 09:11

Antecedentes del 9 de abril

Para que no se tergiverse la historia. Esa manifestación condenó a muerte al jefe liberal, pues demostró que su llegada a la Presidencia de la República era inevitable, a no ser por su muerte.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 08 de 2014

El asesinato del jefe del liberalismo colombiano, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, no fue un hecho aislado, fruto de la locura criminal de un desequilibrado, un rayo en medio de la calma, que desató sobre el país la violencia desencadenada por sus copartidarios en venganza por ese magnicidio, sino la culminación de un proceso de exterminio del liberalismo iniciado por las directivas nacionales del conservatismo en el poder desde 1946, para mantenerse en él, a pesar de ser un partido minoritario.

En efecto, para las elecciones presidenciales de 1946, el liberalismo, partido indudablemente mayoritario entonces, se presentó con dos candidatos, Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán, y el conservatismo minoritario con el inteligente y moderado industrial antioqueño Mariano Ospina Pérez, gracias al hábil juego del verdadero jefe del conservatismo, el sectario Laureano Gómez, para impedir la unión de sus contrincantes que se hubiera presentado si el candidato fuera él mismo. En las elecciones, los dos candidatos liberales, no obstante que unidos hacían la mayoría, cada uno por separado obtuvo menos votos que el conservador y así, como no existía la segunda vuelta si ninguno de los candidatos obtenía la mitad más uno de los votos,  el candidato minoritario llegó a la Presidencia de la República, desde la cual las directivas de su partido, no  su pueblo, desencadenó la violencia para impedir que su contrario, por la mayoría que ostentaba, regresara al poder. Esa democrática institución, la segunda vuelta, apenas fue consagrada entre nosotros hace pocos años, y nos habría ahorrado la violencia de 1947 a 1957 y quizá hasta la guerra social desatada durante el Frente Nacional y la guerra del narcotráfico, que todavía nos azota, por consunción de materia y que ahora intenta superar el gobierno nacional mediante las conversaciones de La Habana.  

Esa violencia, desatada desde arriba, se inició en 1947 con  la conservatización de la Policía y el Ejército, y se extendió gracias a la acción de paramilitares conocidos entonces como “los chulavitas” que persiguieron con saña criminal a los liberales para impedirles cedularse y ejercer sus derechos electorales. La violencia la inició la dirección del conservatismo minoritario en el poder, con toda la fuerza armada oficial, contra el liberalismo mayoritario en la oposición, absolutamente inerme. Así, en campos y ciudades, se desató la más cruel persecución contra los liberales rasos, para impedirles votar en las siguientes elecciones. En febrero de 1948, Jorge Eliécer Gaitán dos meses antes de su asesinato, entonces jefe único del liberalismo y candidato suyo a la Presidencia, a la cual habría llegado democráticamente, presidió la más grande manifestación que hasta entonces había visto la capital de la República, convocada para protestar pacíficamente y en absoluto silencio contra esa violenta persecución. Allí, Gaitán pronunció la Oración por la Paz en la cual pedía al presidente Ospina respeto por la vida de sus compatriotas liberales asesinados por millares en pueblos y veredas por sus convicciones políticas.

Esa manifestación condenó a muerte al jefe liberal, pues demostró que su llegada a la Presidencia era inevitable, a no ser por su muerte.

Son estos, con la situación social insoportable para los de abajo a que se había llegado en 1947, los antecedentes del 9 de abril de 1948, que escritores interesados hacen aparecer como la chispa que encendió la violencia partidista, culpando a las víctimas de haber iniciado el conflicto. Lo demás, es una interpretación sectaria  de  hechos históricos irrefutables.

Por: Delimiro Moreno