Mónica Sepúlveda, mujer con corazón de servicio
Desde hace cinco años está trabajando con las personas más vulnerables de la Comuna Ocho, en donde lleva ayudas que son gestionadas, enseña a las mujeres cabezas de hogar a realizar sus proyectos de vida y también lleva alegría a los niños y niñas.

Mónica Sepúlveda Cerquera, es una gestora social que trabaja con la población en situación de vulnerabilidad; acoge a mujeres cabezas de hogar, mujeres maltratadas, desplazados por la violencia, adultos de la tercera edad que han sido menospreciados por sus hijos y que se encuentran en extrema pobreza y los más frágiles de esta sociedad: los niños y niñas.
“Toda la vida me gustó la obra social, yo siempre estaba en pro de ayudar a los demás y en el corazón esta el servicio, el ayudar, prestar una mano amiga, escuchar a la gente, porque esa es otra cuestión, tú puedes ir a ayudar, pero una cosa es ayudar y otra cosa es saber escuchar y entender a la gente”.
Inicios
Sin embargo, desde hace cinco años, esta mujer que nació con el don de servir a los demás sin esperar nada a cambio, solo recibiendo la satisfacción de alegrar y cambiar un poco la vida de su prójimo, trabaja incansablemente gestionando recursos para las obras que realiza con la comunidad. También, desde hace tres años tiene un Club de Amas de Casa, en donde enseña a las madres de algunos barrios de la Comuna Ocho hacer manualidades que les permitan tener un proyecto de vida y de esta manera tener ingresos para el sustento diario. Asimismo, con los niños durante todo el año desarrolla actividades recreativas para que sientan la magia de la niñez y cambien un poco el entorno en el que ellos viven.
“Todos los lunes dicto clases en un polideportivo a las madres, porque no tengo un sitio especifico en donde ubicarme. Trato de utilizar material reciclable: botellas, CDs, latas de atún, pedazos de baldosa que sobra; todo eso lo convertimos en un lindo proyecto y las madres los vende para poder generar ingresos para sus casas”, detalló Sepúlveda.
Flagelo
Mónica, cuando llegó a este sector de la ciudad se fijó en las necesidades de las personas que viven allí; muchas mujeres viven con sus familias en cambuches, pasando hambre y frío, debido a la falta de oportunidades de la vida y por el abandono del Estado. “El hecho de ser personas en el asentamiento Peñón Redondo nadie les presta atención”, indicó.
Además, encontró allí, casos de maltrato, abusos, droga, alcoholismo, entro otros flagelos de la sociedad. “Lo más duro es encontrarse un día con las madres y que empiecen a contar sus problemas y usted no saber ni que hacer ni que decir”, dijo acongojadamente.
Anécdotas
Recordó cuando sus hijos le celebraron el Día de la Madre y en medio del festejo pasó una señora reciclando en un día tan especial para una mamá, esto tocó su corazón, “yo decía, pero bueno a ellas ¿quién les celebra?, ¿quién tiene un gesto con ellas? Y en menos de ocho días organicé algo con mis amigos y a 30 señoras recicladoras se les celebró el Día de la Madre”.
Esta mujer destaca de su labor el cambio que realiza en las vidas y en la mentalidad de las personas, “muchos niños y adultos ya ven las cosas desde otro punto de vista. En el caso del Club de Amas de Casas, saber que hemos formado una familia con valores y principios; donde ellas corrigen la manera de expresarse, de hacer y de ver la vida. Acostumbro a llevarles charlas de psicólogos que las ayuda a que también saquen los problemas que tienen y con esto las veré sonriendo y contentas”.
El 24 de diciembre, Mónica y otras tres gestoras sociales, realizaron una campaña denominada “Sueños Cumplidos”, en donde reunieron regalos para 30 niños y niñas.
Adicionalmente, en esta época decembrina llevo alegría a 25 a adultos de la tercera edad de este sector de la ciudad, “con esto cierro este 2019 muy bendecida y contenta”.
Dentro de las anécdotas que ha vivido regalando sonrisas y cumpliendo sueños, Mónica recordó la historia de un menor con un fervoroso deseo para Navidad: “estaba el niño que quería que su mamá se curara del cáncer, se le olvidó que él es niño y que quiere un juguete; no le pudimos cumplir su deseo porque se nos sale de las manos, pero se hizo la petición al Señor”.
También, narró con la voz quebrada, cuando a sus manos llegó una donación de un comedor y debía buscar a una familia que lo recibiera con amor y que lo necesitara; entonces una mujer se acercó a ella y le dijo que los niños estaban comiendo en el suelo. “Fuimos, llevamos las cosas a la casita que queda en el barrio Panorama, encontré la casa en tierra y encerrada en pura tabla”, pero lo que más quedó en su mente fue que los niños saltaban de la emoción al recibir el mueble que necesitaban con mucha urgencia.
“Soy bendecida para bendecir”
A futuro, Mónica quiere ver nacer su fundación legalmente constituida, la cual se llamará MO, su lema “Tocando puestas, abriendo corazones”. Asimismo, quiere sacar adelante cuatro proyectos de impacto a la comunidad y seguir ejerciendo su labor con mucho amor y entrega.
“Yo soy bendecida para bendecir, porque Dios me va colocando a las personas que me ayudan y creen en lo que uno hace”, mencionó Mónica, pese a que la lucha de la gestión de ayudas es difícil porque no es una fundación legalmente constituida, sino una ciudadana interesada en ayudar a su prójimo. Sin embargo, a su camino se han cruzado personas que contribuyen en su labor y que son un soporte para seguir adelante cada día.