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Economía/ Creado el: 2019-03-26 09:05

Marcha nacional y otorgar subsidios de $85.000, prioridad de caficultores

De acuerdo con Dignidad Cafetera Colombiana, se acordó esta semana trabajar y participar activamente en la Marcha Cafetera de Armenia y exigir al gobierno nacional cumpla lo prometido y otorgue un subsidio equivalente a 85 mil pesos por arroba de café. Advierten que esperan que no sea necesario realizar acciones parecidas a las del año 2013.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 26 de 2019

Por: Juan Carlos Bravo Ortiz

Una ‘amarga’ y contundente radiografía sobre la actual coyuntura cafetera nacional e internacional hizo Oscar Gutiérrez Reyes, Director Ejecutivo Nacional, Dignidad Agropecuaria Colombiana. Reveló que se acordó esta semana trabajar y participar activamente en la Marcha Cafetera de Armenia y exigir al gobierno nacional cumpla lo prometido y otorgue un subsidio equivalente a 85 mil pesos por arroba de café. Advierten que esperan que no sea necesario realizar acciones parecidas a las del año 2013.

“Si este gobierno cumple debe reglamentar rápidamente la entrega del subsidio. Si no lo hace quedará igual al gobierno de Santos. Los cafeteros defenderán su ingreso y su patrimonio.”, aseguró el líder del sector agropecuario.

Oscar Gutiérrez Reyes, afirmó que la profundidad de la crisis cafetera, obliga soluciones ciertas y eficaces.

  1. Situación Internacional del Café

Es lugar común -para quienes analizan la situación internacional- señalar que la crisis tiene origen en la sobreoferta de café en el mercado mundial, por la extraordinaria cosecha de Brasil, la recuperación de Vietnam, México, otros países centroamericanos y Colombia, que pasó de 7,3 millones de sacos en 2012 a casi 14 millones en 2018.

Se suman a esa situación dos factores que distorsionan los precios y el mercado. Uno, la presencia de fondos privados de inversión que especulan -en el mercado de futuros en las bolsas de valores- y, el otro, las poderosas multinacionales de la torrefacción, comercialización y distribución que, controladas por el capital financiero -al igual que los fondos privados de inversión- aprovechan para, con base en los “precios de mercado” y sobre todo, en los juegos de especulación en las bolsas de valores, comprar a precios de ganga café que -para la gran mayoría de los productores de cafés suaves del mundo- son de ruina.

Debe resaltarse que grandes monopolios han integrado verticalmente el negocio cafetero mundial y controlan, no solo la importación, transformación y distribución en los países consumidores sino, cada día más y por diferentes mecanismos, la producción y exportación en los países productores.

Esa integración vertical conlleva la creación de alianzas y fusiones -de grandes compañías presentes hace décadas en los negocios cafeteros- y de consorcios -aún más grandes- que facilitan el control monopólico del mercado -de una envergadura tal- que siete grandes corporaciones controlan entre el 75% y el 80% del mercado mundial. Podría afirmarse que intervienen desde las semillas y las siembras hasta las ventas en cafeterías, grandes superficies y supermercados, donde se vende café, molido o soluble.

Estos factores llevan a precios, en el mercado mundial, de un dólar con sesenta centavos (U.S. $1,60) hace 27 meses, a menos de noventa y seis centavos de dólar -esta semana- (U.S.$ 0,96). Pero, además, la baja en la cotización podría ser mayor y prolongarse dos o tres años o incluso más.

Frente a esta situación de crisis de ingreso para los productores del grano, se han expresado voces en el sentido de que Colombia debe retirar su café de la bolsa de Nueva York y salir a venderlo sin tener en cuenta los precios que fija la bolsa. La propuesta parte de un reclamo justo por el comportamiento retorcido del mercado, ya señalado.

El asunto es cómo llevar a cabo ese retiro. En ese sentido, lo primero que debería hacerse es comprometer a los gobiernos de los países -que entregan cafés suaves al mercado- para que constituyan un club de países exportadores -que deberá incluir a Brasil- para que negocie, con los gobiernos de las naciones consumidoras, precios que reconozcan, al menos, los costos de producción más una tasa de ganancia razonable para los productores.

Sin tener la garantía de que la mayoría de los países productores se comprometan a pertenecer a la organización, a moderar la oferta del grano, almacenar por los períodos de tiempo que sean necesarios, controlar a los exportadores de sus respectivos países y colocar en el mercado mundial solo las cuotas acordadas, sería un riesgo demasiado elevado retirar nuestro café de la bolsa de Nueva York. Un paso en falso podría ser peor para los caficultores colombianos. Una unidad de países productores puede ser de gran éxito para los productores de cafés suaves del mundo.

Razones hay y poderosas para intentarlo. En 1983 se definió, en el acuerdo internacional de cuotas, que un precio razonable era US$1 dólar con 40 centavos la libra. Si dicho precio se trajera a dólares constantes -aplicando la devaluación de Estados Unidos- la libra debería estarse vendiendo entre US$2 dólares con 96 centavos y US$3 dólares con 10 centavos. Que se reconozca esa pérdida neta, en las relaciones de intercambio, es la primera tarea de los productores.

Pero, la primera dificultad para constituir un club de países exportadores se encuentra en el poco apoyo expresado por el gobierno de Colombia a la idea. Es necesario, para mejorar los precios internacionales, constituir una organización de Estados productores que propenda a regular la oferta y buscar precios no solo justos sino dignos para los productores. Sin la presencia de los Estados de las naciones productoras nada será posible. Habrá oposición y protesta, pero ella, por sí sola, no modificará los precios ni obligará a las multinacionales a pagar unos que sean dignos.

Asistir a encuentros internacionales de productores e instar al gobierno nacional a que modifique la posición asumida y lidere, con Brasil y otras naciones caficultoras, un reclamo a los gobiernos y a las multinacionales, es nuestro pedido. Mejores precios en el mercado mundial significan mayores ingresos para los productores y para el país y un alivio, sin duda, para las finanzas públicas.

  1. Situación nacional

Los bajos precios en el mercado mundial envilecen los precios internos de venta del grano y llevan a que miles de caficultores se vean obligados a vender su grano por debajo de los costos de producción. Esta semana los precios de compra -del café pergamino tipo federación- han estado por debajo de setenta mil pesos la arroba, ($70.000) arroba, cuya producción cuesta, según los cálculos de la Federación Nacional de Cafeteros, FNC, setenta y ocho mil pesos ($78.000).

En septiembre del año anterior, el gobierno señaló que producir esa arroba costaba setenta mil pesos ($70.000). Con los incrementos en los fertilizantes, la mano de obra y los demás insumos necesarios para la labor cafetera, esos costos son hoy, por lo menos, y con las cuentas del gobierno, setenta y cinco mil pesos ($75.000) arroba. Dignidad Cafetera cree -con base en esta realidad- que el gobierno debe implementar el apoyo para la equidad cafetera en, al menos, quince mil pesos ($15.000) por arroba producida y, transferirlos, con los correspondientes controles, a los productores.

Esa es una solución que responde a la crisis profunda que vive la caficultura, pero es, sin duda, una solución de coyuntura. Desde hace varios años hemos solicitado la creación de un fondo de estabilización, o mejor, de sustentación de precios que garantice un ahorro que permita atender las recurrentes caídas en los precios internacionales. Sin embargo, el proyecto de Ley que hace tránsito en el Congreso de la República no tiene esas características. Lo estudiado nos dice que se trata de crear un fondo de cobertura y riesgo, un nuevo negocio de aseguramiento que no garantiza ingresos equilibrados con los costos de producción, en momentos de crisis, para los productores.

Sostiene el gobierno que los cafeteros deberían ser más eficientes. Que deben aumentar su productividad y mejorar, sustancialmente, la cantidad de cargas de café recolectadas por hectárea. Se dice -sin tener en cuenta las realidades agroecológicas, de pendiente y de calidad de las tierras- que Brasil tiene una productividad de 30 sacos de café verde promedio por hectárea mientras en Colombia son solo 18,6 sacos de café verde/hectárea en promedio.

En esta afirmación se soslaya la calidad de las tierras, el hecho de que las de Brasil son planas, aunque también tienen una caficultura de ladera bastante extendida y desconociendo que en las tierras que lo permiten pueden mecanizar las labores agrícolas. Sembrar, fumigar, cosechar y transportar el grano, además de beneficiarlo, se hace con maquinaria.

En Colombia el trabajo de producir café es manual, artesanal. Nuestro principal cambio productivo, en muchos años, fue pasar del machete a la guadaña. Así, es imposible aumentar la productividad y ser más competitivos en el mercado mundial. Esa diferencia, entre el café mecanizado y aquel producido manualmente, debe ser reconocida por las multinacionales y demás comercializadores y valorado en precios diferenciados. El mayor valor debe partir de la participación de la mano de obra, en más del 40% para producirlo y en las pésimas condiciones de vida y trabajo que padecen la mayoría de los caficultores y de los trabajadores que los acompañan en las labores del cultivo.

Ante el asomo, otra vez, de la crisis de ingreso, los caficultores colombianos han tomado la iniciativa y le han dicho al gobierno nacional que, como lo reconoció en la campaña electoral el hoy presidente Duque, los costos de producción están en, por lo menos, $77 mil pesos/arroba mientras que el precio al que están vendiendo es de $68 mil pesos/arroba o menos. Y, por eso señalan que el precio que debe garantizar el gobierno a través del Incentivo Gubernamental para la Equidad Cafetera, IGEC, debe ser, por lo menos, $ 85 mil pesos/arroba.

Algunos amigos acuciosos del gobierno han salido a decirle a los productores que no deben exigir precios justos porque el gobierno no tiene, por la crisis fiscal, como atender a los caficultores y que, más o menos, lo que debe hacerse es ajustarse el cinturón o recibir, si al caso, 3 o 4 mil pesos por arroba. En ese sentido andan felices con los 155 mil millones de pesos que, dice el gobierno, se destinarán para atender la crisis.

Hace algunos años, ante una crisis parecida, rechazaron los argumentos del gobierno de turno -muy parecidos a los del actual- y acompañaron la resistencia cafetera, promovieron jornadas de protesta y el paro que se realizó en 2013. Y, aunque cada momento es diferente, el llamado es a que reconsideren su actitud actual y se comprometan -con sinceridad- con la justa causa de los cafeteros colombianos.

La Asamblea Nacional de Dignidad Cafetera acordó solicitar al gobierno nacional “propender la creación de una organización de países productores de café suave que exprese a las multinacionales y a los gobiernos de los países consumidores la necesidad de mejorar sustancialmente los precios de compra de nuestro grano”. Señalo también “la necesidad de un apoyo del gobierno nacional al precio interno que tenga como piso base ochenta y cinco mil pesos m/cte. 85.000 arroba, de manera que cubra costos de producción e incluya una tasa de utilidad para el productor”.

“La creación de un fondo de estabilización que tenga como esencia la creación de mecanismos a través de los cuales se garanticen precios de sustentación y tasas de ganancia para el productor”. “Un artículo en el Plan Nacional de Desarrollo que ordene la solución integral a las deudas vencidas del sector agropecuario” y otro que “defina que el crédito, para el sector productivo del agro, no podrá tener tasas de interés superiores al 5% anual”.

Así mismo un artículo que permita la revisión de la institucionalidad cafetera y otro que destine, por lo menos, el 4% de los recursos del presupuesto y del plan nacional de desarrollo al sector agropecuario.

Finalmente, Dignidad Cafetera acordó realizar una marcha nacional a Armenia el miércoles 24 de abril.

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