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Variedades/ Creado el: 2019-09-07 02:35 - Última actualización: 2019-09-07 02:36

Los poemas de Humberto Ortiz

Ciento cuarenta y nueve poemas de variados temas que nos señalan que para vivir con intensidad no se necesita de tantas cosas como lo busca el mundo hoy, sino de descifrar todo un lenguaje divino que tiene la naturaleza y por ende el ser humano en este trasegar que puede ser paseo agradable o calvario, dependiendo como nuestra alma interprete esa sinfonía que se llama vida.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | septiembre 07 de 2019

Por: Orlando Mosquera Botello

El amigo Fabio Ortiz Reyes, persona amable y caballerosa como suelen ser por lo general los garzoneños, me obsequió la colección “Poemas” de su padre Humberto Ortiz Fernández, libro interesante por la sensibilidad que nos revela, estado emocional especial que nos señala cómo su generación ha amado y admirado la vida y su entorno, en medio de avatares con triunfos y sinsabores, haciendo gala de prodigiosa memoria que todo lo registro como cámara fotográfica con grafos profundos, cariñosos y de amor sincero, forma indiscutible de agradecer al creador por la época que le ha correspondido vivir.

Ciento cuarenta y nueve poemas de variados temas que nos señalan que para vivir con intensidad no se necesita de tantas cosas como lo busca el mundo hoy, sino de descifrar todo un lenguaje divino que tiene la naturaleza y por ende el ser humano en este trasegar que puede ser paseo agradable o calvario, dependiendo como nuestra alma interprete esa sinfonía que se llama vida. Ese vivir con intensidad lo descubrimos primero dentro del alma para luego desplegarlo todo con generosidad hacia los demás.

Humberto Ortiz Fernández nació en la Plata (Huila), el primero de septiembre de 1939, tierra rotulada por el compositor de las Américas, Jorge Villamil Cordovés, donde con perfumes y luceros se viste la noche, gracias a brisas que vienen del Coconuco y el Puracé. Joven fijó su hogar en Garzón -25 años-, donde fue Alcalde encargado y se desempeñó como Secretario de Gobierno, tras ser Inspector de Policía y Personero de Tesalia. Su responsabilidad y vida cristalina quedaron como ejemplo para las nuevas generaciones, tras laborar 28 años en la Procuraduría General de la Nación. Formó ejemplar familia con Margoth Reyes López, padres de Nelson Humberto, Javier Ricardo, Aura Mercedes, Jaime Eduardo y Fabio Armando.

Nació poeta como los verdaderos, su obra literaria la inició desde su juventud porque su existencia ha estado engalanada siempre por el repentismo y la trova. No es necesario preguntar por el entorno en que se crio, pues a leguas se divisa el amor a los suyos por sentirse tan orgulloso de sus padres, Severiano Ortiz Chaux y Mercedes Fernández Montilla, y de sus hermanos Álvaro, Fernando y Carlos, este último, primer gobernador y persona de confianza del Presidente Misael Pastrana Borrero.

Como lo dice su prologuista Jesús María Fierro Cabrera, “Con su estilo le canta a sus seres queridos, le canta a su tierra, a su mujer como la más notable representante de la belleza de su entorno. Siempre guiado por madurez que contrasta en muchos pasajes con ese corazón de niño que aflora hipersensiblemente ante los desenlaces inesperados de un mundo exterior indiferente y deshumanizado. Se percibe en este trabajo que el autor está asido de sus recuerdos, los cuales se van haciendo gravitantes, porque son como puntos de partida en diferentes estadios de su vida, que se tornan indelebles al eludir el olvido, por quedar estampados del marco creador de la poesía”.

 

LAS CARICIAS

Tanta grandeza el amor encierra,

angustias y dicha nos depara,

algo que Dios dejó en la tierra

para que el humano disfrutara.

 

Las caricias son acto sublime

la confirmación del amor,

por las que se goza y se gime

porque no hay dicha sin dolor.

 

Los besos subyugantes son,

que inducen a perder la calma

a desahogar el inquieto corazón,

voceros son del sentir del alma.

 

Inadmisible que la ausencia llegue

a ocasionarnos un total olvido,

que de la ilusión solo nos quede

vago recuerdo de alguien querido.

 

BELLO ES

Bello es en noches de desvelo

contemplar el horizonte,

el titilar de las estrellas,

y admirar la belleza

de la bóveda celeste;

recibir caricias de la brisa

que rauda pasa sin destino,

pero que marca el camino

a dónde van los pensamientos;

aquellos que no permiten

el sueño conciliar.

 

Bello que la aurora nos sorprenda

con su esplendor,

cuando el plumaje multicolor

de centenares de aves

adornan el paisaje,

y su trinar se convierte

en arrolladora melodía.

 

Bello es lograr

cristalizar una ilusión

conservar el optimismo,

ser útil a la sociedad,

ser sincero en la mistad,

albergar en el corazón

un puro e inmenso amor.