Las guardianas de los humedales de Neiva
Se trata de tres mujeres que decidieron cuidar a dos humedales del oriente de la ciudad: El Chaparro y El Curíbano. Ellas, todos los días riegan agua a los árboles y además realizan jornadas de limpieza a estos espacios naturales con los que cuenta la ciudad.

POR LINDA VARGAS
Tres mujeres, residentes del oriente de la ciudad de Neiva, dedicaron su tiempo desde el año 2017, para dedicarse totalmente a la conservación y protección de dos humedales: El Chaparro y El Curíbano.
A través de esta iniciativa, ellas buscan que los neivanos tomen conciencia sobre las consecuencias del cambio climático y se sumen a cuidar estos espacios con los que cuenta la ciudad.
Ana Vargas, una mujer de 57 años, desde hace aproximadamente tres años se dedica a “colocar un granito de arena a nuestra casa, que es la cada de todos; el medio ambiente”.
Las tres guardianas de los humedales.
Diariamente se levanta a las 5 de la mañana, pero antes de realizar cualquier labor se encomienda a Dios, y así es como su día arranca con las mejores energías, para luego ir a cualquiera de los dos humedales con sus demás compañeras. Allí, limpian el entorno, riegan de agua y abonan la tierra de los árboles, y de vez en cuando, le llevan comida a las babillas y a los pajaritos.
Ana, hace más de 30 años logró visitar el humedal El Chaparro, incluso sus hijos cuando estaban pequeños se bañaban ahí. Para aquella época, ella quedó impactada y maravillada con tan semejante espectáculo de la naturaleza, un lugar propio para compartir en familia, pero que después de muchos años, perdía su esencia y características, pues se estaba llenando de maleza y escombros. Por esta razón, decidió ser parte del cambio para proteger y conservar este entorno natural.
Ana Vargas, una mujer de 57 años.
“Con una amiga dijimos: ‘Vamos a limpiar esto’. Fue un trabajo muy duro, nos íbamos todos los sábados a las 7 de la mañana y terminábamos a las 11 de la mañana. Desde aquella época, estamos cuidando El Curíbano y El Chaparro”, contó Ana.
Indicó que, el oriente de la ciudad es privilegiado de tener estos humedales para el disfrute de la comunidad, lugar donde las personas se pueden conectar con la naturaleza. Sin embargo, expresa que, “lo quieren acabar las constructoras” y, en parte dice, que es culpa de las personas que no aportan un ‘granito de arena’ para sembrar y cuidar los espacios verdes de Neiva.
Morelia Soto de Pascuas, es una de las amigas de Ana, ella se ha dedicado a cuidar los humedales del oriente de la ciudad. Contó que inició en este proceso luego de que su hija, de 30 años, partió de este mundo terrenal como consecuencia de un cáncer de mama. “Hace 5 años mi niña murió y me encerré. En este lugar encuentro paz y tranquilidad; aquí me llena este vacío. Hoy en día doy gracias a mi amiga porque nos consagramos en este lugar y fui olvidando esta pena”.
Morelia Soto de Pascuas se ha dedicado a cuidar los humedales del oriente de la ciudad
Todos los días, sin falta, ella y sus amigas, visitan a los dos humedales. Allí, siempre espera ‘Jose’, una babilla que se ha ganado el cariño de estas mujeres. Como es habitual, ellas lo saludan, y él, al escuchar sus voces, sale de las profundidades del humedal. Indican que este animal no con cualquier persona interactúa.
“En el humedal hay tres babillas: la mamá, el papá y el hijo que lo llamamos ‘Jose’. En el Chaparro también hay una babilla grande”, relató.
Indicó Morelia que, seguirá ejerciendo esta labor hasta que el Señor le dé salud. “Mi destino es estar aquí todos los días antes de las 7:00 a.m. Todos los días, nos venimos a echarle agua a las maticas, y tipo 9:30 a.m. o 10:00 a.m. ya estoy de recorrido para mi casa. Así que invito a las personas a que vengan a tomar aire puro”.
Por otro lado, Sandra Milena Hernández, quien también desde hace varios años está dedicada a cuidar a los humedales, indicó que, debido a la necesidad de tener espacios al aire libre para la recreación de los neivanos, se aunó con Ana y Morelia para adelantar acciones en beneficio de estos espejos de agua.
Sandra Milena Hernández desde hace varios años está dedicada a cuidar a los humedales.
“Nosotras tenemos algo muy particular y esencial, lo primero que hacemos es darle gracias a Dios por el día que nos da y asistimos a misa. Luego llenamos las vasijas para comenzar a regar desde el barrio Víctor Félix los árboles y los arreglamos; los vecinos ya saben y nos regalan agua. Ellos se van uniendo y uno observa que cada vez somos más. Aquí llegamos, nos tomamos un cafecito, y luego limpiamos el humedal”.
Finalmente, estas mujeres hacen un llamado a la ciudadanía para que ayuden a preservar y conservar estos espacios naturales de Neiva, que heredarán las próximas generaciones. “Esto es para todos los que habitamos en Neiva. Así es una forma de retribuirle a la ciudad por habernos adoptado y brindado sus recursos naturales.”, puntualizó Sandra.
En el humedal El Curíbano se puede compartir en familia.