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Panorama/ Creado el: 2020-06-27 04:47 - Última actualización: 2020-06-27 04:48

La indisciplina social como factor de expansión del Covid-19

La ausencia por completo de un comportamiento considerado como normal y esperado ratifica la denominada indisciplina social. No se cumplen las normas que contribuyen a modular la conducta de los integrantes de la sociedad.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | junio 27 de 2020

Por Luis Alfonso Albarracín Palomino

A tres meses de decretado el confinamiento social obligatorio es bueno hacer un análisis de  la problemática social y económica que está viviendo la sociedad mundial por la propagación exponencial del Covid-19 y que nuestro departamento no escapa a esta tragedia que tiene semiparalizada la dinámica productiva. Desde que apareció el primer caso confirmado el pasado 6 de marzo en Colombia y los dos primeros casos de contagios en el departamento el 12 de marzo del presente año, empezaron a generar una incertidumbre entre todas las familias colombianas, por los efectos catastróficos que iba a ocasionar este diminuto virus mortal en el bienestar de los colombianos.

De acuerdo con los indicadores que son emitidos diariamente por el Ministerio de Salud y la Secretaría de Salud Departamental, según el boletín de ayer jueves 25 de junio, el país presenta 80.599 casos confirmados, 2.654 personas fallecidas, 33.349 personas recuperadas y 42.951 enfermos por este virus. Frente al contexto nacional, el Huila, presenta 323 casos confirmados, 10 fallecidos, 248 recuperados y 61 personas activas.

Desafortunadamente, la indisciplina social que ha caracterizado no solamente a los huilenses sino a gran parte de la población colombiana, ha generado un incremento muy preocupante de los contagios y reducida la capacidad de atención del sistema de salud. A diario observamos a través de los medios de comunicación la anarquía que se presenta en algunas localidades, que rompen abruptamente las normas establecidas por las autoridades gubernamentales a través del aislamiento preventivo obligatorio.

La ausencia por completo de un comportamiento considerado como normal y esperado ratifica la denominada indisciplina social. No se cumplen las normas que contribuyen a modular la conducta de los integrantes de la sociedad. Lo anterior genera un deterioro del desarrollo, del progreso y por lo tanto restringe la consecución del bienestar de las familias, que es el objetivo que siempre debe primar en el país. La interacción social, se debe realizar a través del cumplimiento de normas, reglamentos o leyes dispuestas que deben servir de soporte para mantener la moral y las buenas costumbres en los ámbitos de los entornos familiares en cualquier circunstancia.  

Desafortunadamente, el peor ejemplo de indisciplina social se dio en las aglomeraciones generadas en el tan comentado “día sin IVA” llevado a cabo el pasado viernes 19 de junio, donde se desbordó el acceso a los Centros comerciales aunque el mismo gobierno mencionó que esto se presentó en 85 establecimientos comerciales frente a más de 70.000 abiertos ese día en todo el país.

Por tal motivo, los contagios que se presentan en Colombia y otros países reflejan este comportamiento irracional de las personas que violan las normas implementadas por el accionar gubernamental que busca prevenir la propagación del coronavirus. Pero desafortunadamente los resultados estadísticos son adversos. Así como vamos, la cuarentena deberá seguir ampliándose, así no nos guste. La vida está por encima sobre la economía.



Los contagios que se presentan en Colombia y otros países reflejan este comportamiento irracional de las personas que violan las normas implementadas por el accionar gubernamental que busca prevenir la propagación del coronavirus.

No debemos repetir las experiencias de países como Italia, España y otros, que no atendieron el llamado de sus autoridades. Colapsaron sus sistemas de salud. Inclusive falleció la cuarta parte del personal de salud, que les tocó afrontar directamente la atención de los enfermos. No permitamos que la indisciplina social reine entre nosotros. Desafortunadamente, el ADN cultural que impide la autorregulación y el comportamiento en sociedad, lo tenemos arraigado todos los colombianos y no nos ayuda pero debemos cambiarlo.

Nuestra sociedad no puede perder el norte. Evitemos salir a las calles y visitar masivamente los centros comerciales. Estos protocolos los debemos adoptar con la convicción de que se trata de un aporte concreto con impacto efectivo y real en la tarea de salvar vidas y avanzar hacia la luz que brilla al final de este oscuro y largo túnel.

No podemos hacer caso omiso a estos retos que enfrentamos. En estos momentos aciagos que afronta la República, los sectores sociales más vulnerables, son los que están sufriendo con mayor impacto, la crisis económica por la parálisis de sus actividades económicas. Para tal fin el gobierno ha estructurado junto con los entes territoriales programas masivos de entregas de mercados a los sectores vulnerables de la población.

Nuevamente aparece otra pandemia peor que el Covid-19, en la compra y distribución de mercados y en la adquisición de bienes para fortalecer el sector de la salud en el país. Las denuncias que a través de las redes sociales y de los medios de comunicación, tienen sorprendidos a la opinión pública. Sobreprecios, la distribución politiquera e inequitativa de éstos, deficiencias en los procesos contractuales y la forma mezquina como se ha venido desarrollando esta sana intencionalidad del Estado, para atender en mínima parte las necesidades básicas de la población, están siendo aprovechadas por algunos funcionarios públicos para lucrarse personalmente. Esto es inaudito y detestable desde todo punto de vista y motivo de rechazo de los integrantes de la Tertulia El Botalón. No necesitamos una justicia espectáculo. Se necesita un actuar coherente y estricto, de acuerdo con la normatividad vigente, sin contemplaciones, cuando se detecten y comprueben estos casos de corrupción. La pandemia del Covid-19, no puede servir de festín de alcaldes, gobernadores y de funcionarios cuando se desarrollen esta clase de programas. Igual actitud debe proceder para los funcionarios de la salud. La ciudadanía debe convertirse en los principales veedores de los escasos recursos que se ejecutan para aliviar en parte, la tragedia que vive más del 80% de la población en Colombia.