La historia detrás de nuestro plato de comida
Llegada la noche, la mayoría de las personas nos refugiamos en nuestros cómodos y frescos lechos para descansar del día ya transcurrido, mientras lo hacemos hay otro tanto de personas que apenas se está alistando para dar inicio a una jornada laboral. Esta es la historia de lo que ocurre desde la media noche entre Surabastos con la comida que llega a su mesa.

Texto y Fotografía: Diego Fernando Herrera
Despertar tan temprano para empezar un día laboral no es fácil, eso pensaba yo mientras me alistaba a la una de la mañana para ir a conocer el mundo que hay detrás del plato de comida que llega a mi mesa (y la mayoría de mesas de la ciudad), puesto qué, gran parte de los alimentos que ingerimos a diario pasan primero por la central de abasto del Huila. Llegué cerca de las 2:30 am y tras cruzar el imponente portón amarillo que regula la entrada de las gigantescas tractomulas, camiones, carros y motos. Me desplacé a la zona con mayor actividad comercial a esa hora, es la zona donde venden los productos perecederos, la zona de la papa.
Resultaba extraño para algunos ver a alguien tan temprano con una cámara en la mano tomando fotos sin mediar palabra, para otros la luz del flash si acaso les causaba curiosidad pero pasé desapercibido ante la mayoría de estos correligionarios de la comida porque se desplazaban con rapidez por los meandros de la central, envueltos en una especie de aura de afán y esfuerzo que no comprendí hasta que logré entablar una conversación con “Pimentel” quién me explicó que todo funciona desde muy temprano, porque hay muchos vehículos que deben ser cargados rápidamente, pues algunos van para pueblos aledaños a Neiva y otros para algunas tiendas y supermercados de la ciudad.
La inmediatez y la energía con la que se hace todo a esa hora debe imperar en el estado anímico de todos lo que hacen parte de lo que sucede tras bambalinas con nuestro plato de comida, se debe descargar de los camiones lo que ha llegado de otras partes del territorio nacional y modificarlos en otras presentaciones que son las que exigen los compradores que han madrugado a surtir sus establecimientos. Lo que era un bulto se empieza a desglosar en medio bulto, una arroba, media arroba, un cuarto y así sucesivamente o la papa que está sucia debe ser lavada para cumplir con las especificaciones del comprador que previamente ya ha calculado cuánto y cómo debe llevar el producto.
La comercialización
Mientras me paseaba con mi cámara capturando múltiples imágenes, los amables vendedores me confundían con un comprador más y me ofrecían sus productos, cada uno esbozaba estrategias diferentes de comercializar. Algunos simplemente ofrecían promociones, otros solo exhibían productos relucientes y las señoras especialmente con palabras de cariño trataban de cautivar al comprador con deseo de tal vez acabar rápido su mercancía y partir a su hogar a estar pendiente de su familia.
Sobre las 5 a.m llegan los otros comerciantes que complementan la vida de de esta central, estoy hablando de los vendedores de productos no perecederos que hacen parte de la cadena de compras y de empleos indirectos que se generan cada día en la central. Comerciantes de otras partes del Huila acuden a ellos para llevar estos productos que también gran parte van para nuestros platos y otros son cosas que necesitamos en nuestros hogares como implementos de aseo, etc.
El antes y el ahora
El trajín de lo que en mi entorno sucedía me sorprendía gratamente, la lidia constante de personas que con la pujanza que nos caracteriza como colombianos y el modo artesanal con el que se comercializan las cosas en esta central me hacía sentir bien, pero sentía que algo pasaba y necesitaba descubrirlo. Seguí un pálpito y decidí caminar más hasta que llegué al puesto de Doris Iñiguez, quién con amabilidad resolvió entablar una conversación conmigo, relatándome con angustia y tristeza lo que yo estaba pasando por desapercibido al estar utilizando las técnicas correctas para tomar las fotos.
A mis ojos vi una cantidad considerable de personas que hacían ver interesante el panorama y la dinámica de lo que sucede con nuestra comida, pero fue en ese preciso momento de la conversación cuando Doris, me explicaba la reducción considerable de personas que llega ahora en busca de comida fresca y la que venía hace unos cinco años.
Se lamenta por la reducción en sus ventas comentándome que esto no solo le pasa a ella sino a muchos comerciantes más. No del todo convencido con este testimonio decidí seguir entablando conversaciones con otros comerciantes y fue verídico. Con la mayoría de personas que entablé una conversación concluyó que a Surabastos está entrando muy poca gente.
La salida
Un poco atónito por lo relatado por Doris y otros comerciantes, sobre la difícil situación que aqueja a estos emprendedores de Surabastos, me detuve a contemplar la mecánica del ingreso y salida de la comida. Así como ingresan tractomulas y camiones con toneladas de comida para comercializar en la central, salen carros cargados para almacenes de cadena, tiendas de barrio, algunos fruver y mini mercados ubicados en diferentes puntos de la ciudad. La comida que ha llegado en estos vehículos muchas veces ni llega a conocer el suelo de la central, ya qué, son enviados inmediatamente a los otros vehículos que se encargarán de transportar esta comida hasta su distribuidor de confianza. ¿Y usted tenía conocimiento de lo que hay detrás de su comida?.