La cruda realidad del inmigrante venezolano en Neiva
Más de un millón de venezolanos han emigrado desde su país a Colombia, debido a la situación política, social y económica del país hermano. En Neiva, algunos de ellos, nos cuentan sus historias de vida y lo que hacen para sobrevivir.

Por: Simón Guillén
Venezuela históricamente ha sido un país lleno de recursos y oportunidades. Siempre fue una nación que recibió con brazos abiertos la oleada de inmigrantes en los años 60, 70, 80 y 90 de distintas nacionalidades y por diversos motivos. Europeos escapando de las devastadoras guerras y latinoamericanos queriendo buscar mejores rumbos en tierras venezolanas.
Hoy, la situación es otra muy distinta. El país sudamericano se encuentra inmerso en una crisis económica, política y social que ha llevado a la población que antes era ‘rica’, se vea sumergida en una pobreza generalizada, llevando con eso, la oleada migratoria más grande que se ha registrado en el país. ¿Las causas? El chavismo y sus políticas de izquierda.
El chavismo, que está en el poder desde 1999 con la elección de Hugo Chávez como presidente, nació realmente desde aquel golpe de estado del 92’ donde un grupo de militares comandado por Chávez (donde estuvo también Diosdado Cabello) se reveló ante Carlos Andrés Pérez por la creciente y evidente corrupción en la Venezuela de los años 90. Chávez no logró el objetivo de tumbar a Carlos Andrés y con su ‘mea culpa’ ante las cámaras de los medios de comunicación más importantes del país, enamoró a gran parte de la población. Allí, emergió la figura del líder valiente que sería capaz de ‘dar su vida por la patria’.Portada de El Nacional, principal periódico del país, al día siguiente del golpe de estado de Chávez
Pérez, meses más tarde fue relevado del cargo como presidente por una denuncia del fiscal general en contra por el delito de «peculado doloso» y «malversación» de 250 millones de bolívares (unos 17 millones de dólares en esa época). Octavio Lapague y Ramón José Velázquez fueron los que dirigieron el proceso de transición hasta las elecciones del 94’ donde Rafael Caldera fue elegido presidente. En este punto las cosas empezaron a funcionar para Chávez, ya que el 27 de marzo de 1994 tras el indulto que le otorgó Caldera, fue liberado de la cárcel como parte de un acuerdo político con sectores de izquierda, como el MAS y el PCV, para lograr apoyo a su gobierno.Chávez recorriendo el páis con el partido político Movimiento Quinta República (MVR)
El chavismo, de allí en adelante, no hizo otra cosa que crecer. Chávez empezó a crear su carrera política fundado el partido ‘Movimiento Quinta República’ con la intención de hacerle frente a los poderosos de Acción Democrática y COPEI (Los grandes partidos políticos que gobernaron gran parte de los últimos 40 años antes del arribo de Chávez). Recorrió el país y su discurso populista inundó las calles venezolanas, prometiendo acabar la corrupción y eliminar la pobreza extrema en Venezuela. Y su objetivo se logró: fue elegido presidente electo en el año 1999.
Para los analistas, ese fue el principio del fin de la democracia en Venezuela. Diversas decisiones políticas fueron agravando poco a poco la situación económica hasta llevarla al punto del colapso. Nacionalizar empresas productoras, tener poder absoluto del cambio de divisas, censura a los medios de comunicación, nacionalizar PDVSA, CANTV (empresa de telecomunicaciones) y todas las empresas de servicios públicos, entre otros aspectos que rompieron el orden institucional y el equilibrio de poderes.
La radiografía de Venezuela nos muestra hoy como escasea la comida, medicina, la cifras desbordantes en delincuencia y una híper inflación que es la más alta del mundo son parte del día a día que el venezolano tiene que afrontar.La muestra de la escasez de comida en los supermercados de Venezuela
Básicamente el Ejecutivo controla todo, lo político, las empresas productoras, el aspecto judicial, las Fuerzas Armadas y ahora hasta la Asamblea. No existe separación de poderes.
Toda esta cadena de situaciones y demás aspectos sociales, políticos y económicos ha llevado a que millones de venezolanos decidieran dejar su país de origen en busca de mejorar sus condiciones de vida.
Según cifras otorgadas por la OIM (Organización Internacional para los Migrantes) un millón de venezolanos aproximadamente están viviendo en Colombia, y más exactamente 885 están en el Huila según Gestión de Riesgos. De esos 885, 282 corresponden a Pitalito y 240 a Neiva.
Venezuela en Sudamérica
El gráfico muestra la repartición de venezolanos en toda Latinoamérica, aunque la gran mayoría reside en Colombia, cientos de miles se han trasportado a otros países de la región.

La historia de los ‘venecos’ en el Huila
Emigrar se dice fácil. Pero la realidad es que hay un mundo detrás de esa palabra. El irse de tu país significa múltiples cosas, que en la mayoría de los casos, esas muchas cosas se van descubriendo en el camino, porque lo cierto es que nadie te enseña a emigrar, se aprende.
Dejar tu país, tu tierra, tu barrio, tus amigos, las personas con las que creciste, la gente que te vio crecer y desarrollarte como persona, dejar todo lo que te identifica como individuo es simplemente algo que no se le recomienda a nadie. Es un sentimiento de derrota que por más que no sea así, se siente de esa forma. ¿Y cómo no sentirlo así? Si al momento de emigrar estas dejando atrás todo lo que desde niño fuiste construyendo, quedándote solo con los recuerdos. Esos añorados recuerdos a los que se aferra el que emigra que algún día volverán.
Antes de relatar los testimonios, se debe resaltar ciertas cosas de la nación vecina, mi país. Venezuela es uno de los países más hermosos de América. En mi infancia, puedo agradecer a mis padres, que tuve la dicha de visitar varias ciudades de Venezuela. Tuve la oportunidad de disfrutar de las hermosas playas de Falcón, la belleza de lugares como la Colonia Tovar en Aragua, el agitado movimiento de Caracas y su gran infraestructura, el significado histórico de Valencia con su Campo Carabobo, la bondad de Barquisimeto y su gente, y por último, tuve la bendición de nacer en la mejor ciudad del mundo: Maracaibo. Para los marabinos (maracuchos como se dice coloquialmente) no hay nada mejor que nuestra ciudad. Es un sentimiento de orgullo que no les puedo explicar, está dentro. Es una marca registrada del zuliano. La Gaita (género musical del Estado Zulia), el Lago, el Puente, la comida, el calor de la ciudad y su gente es lo que caracteriza a Maracaibo.Colonia Tovar, un hermoso lugar en Maracay con gran influencia alemana en sus estructuras y gastronomía
Con 75mts de altura, el Obelisco es una estructura representativa de Barquisimeto
La Gran Caracas, capital venezolana
El puente General Rafael Urdaneta, o mejor conocido como el 'Puente sobre el Lago' es una estructura representativa de Maracaibo y de toda Venezuela. Es el segundo más largo en América Latina.
Playa Morrocoy en Falcón. Es considerada una de las mejores en toda Venezuela.
Colombia, como se mostró en la infografía previa, se ha convertido en el destino más elegido por los venezolanos para emigrar. Más que todo por la cercanía y porque muchos cuentan con padres colombianos que le facilita el estatus migratorio. Sin embargo hay detalles que se deben tomar en cuenta al momento de hablar sobre Venezuela y Colombia. Hay lazos que nos unen, por más que a muchos no les gusten. No somos naciones hermanas simplemente porque estemos una al lado de la otra, compartimos un mismo padre, y a Padre me refiero a ese cumulo de gente que dio su vida por nuestra independencia. Simón Bolívar y su ejército lograron liberarnos hace más de 200 años y por detalles históricos no somos un mismo país. La Gran Colombia ¿Se lo imagina? Hubiésemos sido lo más potente del continente.
Harrison Puentes. 38 años: “El remedio fue peor que la enfermedad”
Harrison es el más experimentado de los entrevistados, tanto en edad, como en tiempo en Neiva. Tres años lleva en la ciudad y nos cuenta su historia de manera detallada y precisa con el orgullo que toda persona puede sentir al momento de relatar su experiencia que le dieron la oportunidad de crecer como persona y de mejorar su situación de vida.
De familia conservadora, Harrison creció en la capital venezolana conocida por sus impresionantes infraestructuras y ajetreado día a día. "Desde pequeño siempre escuchaba a mis padres decir que el país estaba mal, lleno de corruptos, y todos esperaban alguien que arreglara todo eso, y ese alguien, lamentablemente, fue Chávez" fue una de sus primeras reflexiones recordando como él y su familia fueron de los millones de venezolanos que creyeron en el discurso de Hugo Chávez en el en los años 90.
"Hoy nos damos cuenta que el remedio fue peor que la enfermedad" decía Puentes con mirada reflexiva. El caraqueño recordó que fue hasta el 2002 con el paro petrolero que se dio cuenta de que el gobierno de Chávez no sería el adecuado. Y poco a poco, desde ese momento, fue naciendo su necesidad de emigrar. Intentó crear una empresa de Yogurt caseros, y a pesar de que por un tiempo pudo mantenerla, tuvo que desistir de ese sueño por la escasez de los principales rubros como leche y azúcar.
Encontró un refugio económico siendo taxista. Según nos cuenta, fue una decisión difícil ya que tuvo que dejar sus estudios de Ingeniería para poder alimentar a su esposa e hija. Por un tiempo le fue bien, ya que se complementaba también dando clases de Física a bachilleres, arreglando computadoras, entre otras cosas. Sin embargo la creciente crisis lo fue ahogando poco a poco. En 2012 en Venezuela, comenzó a ser complicado conseguir llantas de carros y diferentes tipos de repuestos, situación que complicó su desempeño como taxista "Llegó un momento en que se hizo inaguantable, pero me aferraba a la esperanza a que todo iba a mejorar. Pero no fue hasta el 2014 que me di cuenta que debía irme".
Llegó a Neiva en el primer trimestre del 2015 con la ayuda de una amiga que lo recomendó en una empresa acá en el Huila. Una obra civil como obrero fue su primer trabajo y de allí en adelante comenzó su aventura. Con altos y bajos pero siempre con un solo objetivo en mente: reencontrarse con sus dos hijas, el motor que lo levantaba día a día para trabajar incansablemente para brindarles una mejor calidad de vida.
En busca de ese objetivo hizo de todo. Fue mesero, bar tender y hasta clases particulares de física y química llegó a repartir. Pero todo cambió un día. En una charla con un compañero colombiano le prepuso ser barbero, y tras meditarlo, lo intentó y a hoy día es su trabajo fijo que le dio la estabilidad económica que tanto buscaba. Y su objetivo fue cumplido, a mediados de 2017 pudo traer a sus hijas junto a su esposa.
Actualmente Harrison está feliz, separado de su esposa, pero contento por conseguir tener a sus hijas cerca. Las niñas estudian en un colegio de la ciudad y están adaptabas. Al preguntarle si todo su esfuerzo valió la pena, responde con una sonrisa que solo es interpretada de una manera: "Valió la pena cada segundo".
"Me alegro de venir a Neiva. Es una ciudad tranquila, económica, es la ciudad que quiero donde mis hijas crezcan” Fue la respuesta de Harrison al ser consultado por Neiva. Se siente cómodo y quiere mantenerse en Huila.
Harrison Puentes de la misma forma agradeció el trato de los colombianos que califica como "muy bueno", ya que según dice los opitas lo han tratado bien y está consciente de que hay gente que no mira a los venezolanos con buenos ojos, pero recomienda "que todo depende de cada persona, así como hay venezolanos malos, también hay buenos y te puedo asegurar que los buenos somos más".
Jessica Salazar, 28 años: “Es humillante hacer cola por comida”
Jessica es una chica agradable, siempre con una sonrisa de esas que te saca una a ti también aun sin quererlo. Con su simpatía y con un niño en su vientre nos contó su experiencia, que tuvo momentos duros, pero la convicción de querer un futuro mejor la mantuvo fuerte.
"Me acuerdo que mi decisión definitiva fue en una cola para comprar harina pan. Estuve todo el día con mi mama, nos mojamos, cuando llega la Guardia Nacional (de Venezuela) y veo que empezaron a llevarse los bultos de harina me dio mucha rabia, y de paso, cuando ya iba a tocarnos a nosotros para comprar la harina, nos dijeron: Se acabó. Y allí fue donde yo me dije a mi misma que no me calaba más esto". Así empezó Jessica nuestra conversación, contando el motivo que la llevo al desespero de dejar su país.
Jessica oriunda de San Felipe, Estado Yaracuy, se vino sola a pesar de que tenía su esposo. "Yo me voy, bien si tú me apoyas o no, pero yo me voy". Ella cuenta que a pesar de que no estaba tan mal, no quería seguir humillándose a hacer horas de colas por comida o traer al mundo a sus hijos en dicha situación.
No llegó a Neiva inmediatamente, tenía un amigo en Bucaramanga y allá la recibió. El principio fue difícil, no conseguía trabajo por no contar con un permiso legal que le permitiera trabajar, pero poco a poco se fue enfrentando a las adversidades. Por diferencias con su compañero de habitación tuvo que devolverse a Venezuela, triste, sin dinero y con la sensación de derrota. Pero su historia no terminaría allí.
Llegó a Venezuela y por cosas del destino, una amiga de ella la llamó a los dos días de llegar a Barquisimeto ofreciéndole una oferta de trabajo estable en un restaurante en Bucaramanga. Pero esta vez Jessica lo tenía claro, su esposo debía irse con ella. Y así fue, su cuñada (Que residía también en el exterior) les prestó un dinero y ella y su esposo volvieron a Colombia.
Esta vez llegaron a un hotel. A los días se entrevistó con el dueño del restaurante y éste le ofreció trabajo pero con una condición: Tenía que mudarse a Neiva. Su esposo preocupado por el poco dinero que les quedaba, la acompañó en su viaje y llegaron al Huila un 22 de julio del 2017 con tan sólo $30.000 en el bolsillo.
Al llegar empezó a trabajar duro y logró que su esposo trabajara en la misma empresa de restaurantes. De ahí en adelante las cosas fueron mejorando para Jessica y su pareja, él consiguió estar fijo en el restaurante y ella quedó embarazada. Situación que la tiene sumamente contenta a pesar de que perdió un contrato con una empresa multinacional de automóviles por su condición. Viven cómodamente en un apartamento y la mama de Jessica está de visita para ayudarla con el parto y sus complicaciones.
Neiva le encanta a Jessica porque le recuerda a San Felipe por la tranquilidad que ofrece la ciudad. Al ser consultada por los colombianos dijo que "Yo aquí, a diferencia de Bucaramanga, siento más la receptividad del colombiano. Cada vez que alguien sabe que soy de allá (Venezuela) me preguntan sobre la situación y me animan a seguir adelante. La gente nos ha abierto mucho las puertas".
Jessica, que está a pocos días de concebir a su niña Samantha, se encuentra feliz rodeada de su familia y agradecida por que todo el esfuerzo, decepciones y lágrimas no fueron en vano.
Fabiola Vanni, 35 años: "Todo allá es un caos, que si el agua, la luz, conseguir pañales para mi bebe, todo”
Fabiola es una chica tímida que habla poco pero sus expresiones dicen mucho. La tristeza que la acompaña es evidente, su abuela murió solo un día antes de esta entrevista y el hecho de que tuviera la disposición de hablar con el Diario del Huila habla mucho de su personalidad y compromiso. Tiene apenas un mes en Neiva y trae consigo muchos sueños por cumplir. Vive en un hotel con su esposo y su hijo de 11 meses.
Su esposo se vino primero a Neiva hace 6 meses. Es vigilante en un almacén y se trajo a Fabiola con su hijo en común.
Fabiola como buena luchadora, se vino sola con su bebe de menos de un año y una sobrina suya menor de edad en un trayecto de casi tres días de viaje, incluyendo una cola de 12 horas para sellar el pasaporte de salida de Venezuela, y si no es porque le pagó a un Guardia Naiconal (De Venezuela) $20.000 para que le sellaran, quien sabe cuánto tiempo más hubiese pasado en la fila. "Todo allá es un caos, que si el agua, la luz, conseguir pañales para mi bebe, todo. Pasábamos hasta una semana sin agua" expresó Fabiola al ser preguntada por el motivo que la llevó a tomar la decisión de emigrar.
Lo positivo para la zuliana es que al llegar tuvo la oportunidad de trabajo en una peluquería en la calle por donde vive, y su sobrina la ayuda a cuidar a su hijo de 11 meses.
Tiene dos hijos más, uno de 5 años y otro de 13 que están con su papa. Su objetivo primordial es traerse a su hijo de 5 años y poder estar con él para brindarle un mejor futuro.
"Los colombianos me han tratado muy bien, no he tenido ningún problema. Todas las personas que van a la peluquería son muy receptivas" concluyó Fabiola la entrevista.
Richardson Gutiérrez, 28 años: “Allá no hay nada”
El no tener dinero suficiente para mantener a su hija de 3 años y esposa fue la razón principal que llevó a Richardson de dejar Venezuela hace más de un año. "Allá no hay nada. No hay dinero, no hay comida, no hay Gobierno, simplemente no hay nada" fueron las duras palabras con la que expresó Gutiérrez al recordar su situación en Venezuela.
Medellín fue su primer destino. Allí estuvo par de meses trabajando y reuniendo dinero para traerse a su familia, sin embargo distintas realidades de la ciudad Paisa no lo mantenían del todo cómodo. Preguntándole a un amigo paisa sobre qué ciudad 'pequeña' sería la ideal para vivir, éste le aconsejó Neiva, y no lo pensó dos veces.
Llegó a Neiva y con mucho esfuerzo, dedicación y sobre todo trabajo logró traerse a su hija y esposa. Lo único que lamenta el venezolano es que ha sentido rechazo por algunos colombianos, "veneco vete a tu país" o "todos los venezolanos no sirven" han sido parte de las humillaciones por las cuales, lamentablemente, ha sido sometido. Sin embargo Richardson, es consciente de que no todos son así, porque asegura haber recibido buen trato por parte de muchos opitas.
El futuro de su hija, fue lo que lo mantenía en pie de lucha para salir a adelante. "La zozobra de no saber si al día siguiente no tendría que darle de comer a mi hija (En Venezuela) era muy doloroso, me vine a darle un mejor futuro a mi bebe" decía con voz esperanzada Richardson.
Actualmente Gutiérrez trabaja como mesero y su 'bebe' como él le dice, está creciendo en Neiva y seguro, con el esfuerzo de su papa, contará con un mejor futuro que podía obtener en Venezuela.
La realidad supera a la ficción
Por naturaleza el venezolano es una persona trabajadora. Diferentes medios de comunicación últimamente se han dispuesto a sólo resaltar la parte negativa. Y es comprensible, ya que generalmente, sólo lo negativo es noticia. Sin embargo no es la realidad, es una especie de ficción. No todos los venezolanos son ladrones, o querrán quitarles las cosas a los colombianos a la fuerza. Me atrevo a decir que el 90% de las personas que emigran a Colombia sólo están huyendo de una crisis que es degradante y cada vez más aguda, buscando en Colombia la oportunidad de crecimiento que no tuvieron en Venezuela.
Ese 90% de personas quieren resaltar el nombre de su país, demostrarle al mundo que los venezolanos no somos el reflejo de un Gobierno autoritario que se ha preocupado más por llenar sus cuentas bancarias que de brindarle una economía, por lo menos, estable a su pueblo. Nicolás Maduro, “el Presidente Obrero”, es la persona que menos representa al venezolano. Hace poco Maduro llegó a repetir hasta dos veces que “el venezolano que emigra se va a lavar pocetas (sanitario) en el exterior” típica frase de una persona que no siente empatía, ni respeto por la situación desesperante que lleva a millones a salir hasta caminando buscando un mejor futuro. No se deje engañar, así no somos los venezolanos.
Video cortesía Contrastes TV
Es una triste realidad que el país está viviendo consecuencia a la corrupción de la derecha venezolana de los 90’ y de la ineptitud de la oposición venezolana a no saberle hacerle frente de manera responsable a un Gobierno que ha sido más inteligente que ellos a pesar de tener un 80% de rechazo popular.
Pero como la historia ya nos ha enseñado, no todo es para siempre. Llegará el día en que Venezuela será libre nuevamente y podrá empezar un proceso de construcción nacional y de recuperar todo lo que se ha perdido, lo único que esperamos los que nos encontramos afuera de nuestras fronteras, es que no seamos una Cuba 2.0. O por lo menos no por mucho más tiempo.