La competitividad en tiempos de pandemia
La educación virtual, en cualquiera de sus modalidades, nos obliga como docentes a ser creativos, lúdicos e innovadores; para hacer una invitación atractiva al mundo del conocimiento e incorporar todas las dimensiones de saberes.

Por: Mg. Luis Alberto Tamayo M.
La competitividad como símbolo de generación de ingresos y bienestar se constituye en un referente de gran pertinencia social; por esta razón, es un camino por el que deberíamos transitar en forma decidida.
La educación es transversal a todos los factores del índice departamental de competitividad (IDC). Ellos se definen en condiciones habilitantes, capital humano, eficiencia de mercados y ecosistema innovador.
La tendencia o la prospectiva son herramientas que proporcionan escenarios de futuro. En la educación ya no tenemos un paisaje en la distancia, contamos con una realidad en el presente. Por estas razones, en la formación la orientación será hacia el aprendizaje, tendremos un nuevo rol del docente, no menos importante y fundamental; la tecnología en este entorno será disruptiva y todos los medios tendrán un papel protagónico. Además, dispondremos de muchos más ambientes de aprendizaje propios de la pertenencia académica y otros asociados la pertinencia social: el taller, los laboratorios, los entornos de simulación, aulas inteligentes, aulas polivalentes, aulas tradicionales, plataformas, las comunidades, la naturaleza, la casa, el barrio, la comuna, el salón comunal, la granja, los espacios sociales, las empresas y seguramente muchos más. Estos espacios nos permitirán formar, investigar y realizar procesos de proyección social con total pertinencia.
Formación tecnológica
Florecerán y se fortalecerán las modalidades de formación, principalmente las que se erigen o apoyan sobre tecnologías, entre ellas las en línea, blended (presencial y virtual), virtual, distancia, semipresencial, remota, multimedios (internet, radio, televisión, otros); la dual: alianza y coformación entre la academia y el sector empresarial. Tendremos todo un abanico de posibilidades y no podemos ser ajenos a ellas, debemos desarrollarlas, apropiarlas e implementarlas según la situación, el escenario y la coyuntura.
Para abordar cualquier de estas modalidades, lo que no podemos hacer, como ha sucedido en algunas instituciones de educación superior, es trabajar bajo la filosofía “Debrouillez vouz” ( arréglenselas como puedan), no es suficiente enunciar una lista de plataformas, enumerar fuentes de videos como material, mostrar una serie de herramientas para realizar videoconferencias, proponer instrumentos para crear grupos de estudio, inducir a la utilización de toda aplicación tecnológica para desarrollar la acciones de enseñanza – aprendizaje y, finalmente, solicitar informes de seguimiento y resultados.
En la educación ya no tenemos un paisaje en la distancia, contamos con una realidad en el presente.
Las voces de los docentes dicen: no estamos preparados metodológicamente para desarrollar actividades virtuales, la mala conectividad y la falta de condiciones en muchos estudiantes impiden su proceso de aprendizaje.
Esta situación nos enseña, que las orientaciones institucionales carecen de unidad técnica-pedagógica, que la orientación se entiende, como: hagan lo que puedan, como puedan, pero informen de sus actuaciones. Las voces de los docentes dicen: no estamos preparados metodológicamente para desarrollar actividades virtuales, la mala conectividad y la falta de condiciones en muchos estudiantes impiden su proceso de aprendizaje. El debate no prospera con propuestas concretas que permitan garantizar, en esta situación coyuntural, el derecho a la educación con la implementación de un proceso de enseñanza - aprendizaje con calidad.
Algunos expertos arguyen que la estrategia de las formas virtuales se definió en esta pandemia, sólo para cumplir metas y estadísticas sin considerar las realidades regionales y globales, sin metodología clara y expresa que conduzca a la obtención de resultados de aprendizajes y a la apropiación del conocimiento de los discentes.
Creatividad
La educación virtual, en cualquiera de sus modalidades, nos obliga como docentes a ser creativos, lúdicos e innovadores; para hacer una invitación atractiva al mundo del conocimiento e incorporar todas las dimensiones de saberes. La evaluación es uno de los grandes desafíos en el mundo virtual, la mejor forma de abordarla es con productos investigativos, producción textual, solución de problemas, estudios de caso, lecturas críticas, talleres, cine club analíticos; estrategias orientadas a fomentar la capacidad crítica, el libre pensamiento, la comunicación, la mayéutica, la argumentación, la investigación, el pensamiento sistémico, el pensamiento complejo, el trabajo colaborativo, la coevaluación y la autoevaluación. En este contexto, tendríamos un estudiante más activo, crítico, autogestor de su aprendizaje y colaborativo y, un docente facilitador, cooperante, innovador, motivador y dialogante. Surgiría una evaluación más formativa que clasificatoria y, un contrato didáctico más equilibrado, porque se construiría dentro de un contexto de objetivos-obstáculos con sentido real.
Una realidad que no se puede desconocer, aún con las buenas intenciones de la formación virtual, es el gran número de estudiantes de las universidades públicas que no cuentan ni con los medios ni los insumos tecnológicos para atender las actividades propuestas en las plataformas virtuales, la elaboración y envío de trabajos y evaluaciones que proponen los profesores.
Debemos aplaudir el férreo compromiso de los profesores por capacitarse en estas tecnologías, el entusiasmo de los estudiantes que han asumido y afrontado este reto con tranquilidad y madurez y el apoyo del personal administrativo; todos han contribuido, en muchos casos, a la continuidad de la formación.
Nuevos escenarios de educación
La educación virtual como estrategia de ampliación de cobertura tomará una nueva dinámica que debe llegar a los jóvenes y colombianos más vulnerables, a la Colombia dispersa y profunda, al campo, a los sitios alejados de los centros urbanos, con el propósito de proveer mayor equidad y mejores oportunidades para todos; solo así se justifica esta modalidad educativa donde la calidad debe ser su impronta.
Este contexto nos presenta una gran oportunidad de mejora en los indicadores de: cobertura bruta en formación universitaria, graduados en postgrado y calidad de docentes en educación superior. Indicadores asociados a los pilares Educación Superior y Formación para el Trabajo y al factor Capital Humano; ejes sin los cuales sería imposible mejorar la competitividad y a los que se debe la universidad. En el pilar de Educación Superior, estamos ubicados en el puesto 24 con un puntaje de 2.21, disminuyendo 4 posiciones respecto al IDC 2018, donde se evidencia la profundidad de la brecha; esta línea base nos debe permitir , sin discusión, enrutar todos los esfuerzos para mejorar en un escenario de postcoronavirus.
Minciencias lanzó la convocatoria denominada Mincieciatòn, se registraron 531 propuestas de investigadores, académicos o innovadores de 26 departamentos.
El Huila, por medio de sus universidades locales, presentó 4 propuestas al Mincienciatòn, de las cuales, finalmente, ninguna fue aprobada; estas son nuestras realidades.
Ciencia, tecnología e innovación
La crisis producto de la pandemia reveló la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación para generar soluciones, generar propuesta y dar respuesta a necesidades, problemáticas y realidades. Las inversiones en este sector tienen que tener nuevas lógicas y prioridades; seguramente, sus abordajes y metodologías, se deberán agilizar. Los niveles de confianza en la relación entre la universidad, el estado y el sector productivo tienen que mejorar, estas miradas y sentires se tienen que aproximar para el bien colectivo.
Ante esta situación crítica, Minciencias lanzó la convocatoria denominada Mincieciatòn, se registraron 531 propuestas de investigadores, académicos o innovadores de 26 departamentos, evaluadas por 130 expertos y las líneas temáticas definidas, fueron: salud pública, sistemas de diagnóstico, estrategias de prevención y tratamiento, equipos y dispositivos y sistemas de monitoreo. Esta convocatoria se presentó como una estrategia disruptiva del ministerio para enfrentar la pandemia del Covid-19 y se creó una bolsa de $26.000 millones para este propósito; se puso a prueba, por lo maratónica, a todo el ecosistema de ciencia, tecnología e innovación del territorio nacional.
Según la ministra Mabel Gisela, “la estrategia nos va a permitir, en muy poco tiempo, encontrar soluciones innovadoras de investigación y de innovación social para apoyar al gobierno nacional en la lucha contra el coronavirus”.
Los evaluadores aprobaron 25 proyectos, propuestos por 6 universidades privadas, 5 públicas y 3 centros de investigación. Entre las universidades figuran: lo Andes, Rosario, Valle, Industrial de Santander, EAFIT, Javeriana, El Bosque, Antioquia, Caldas, Nacional, La Salle; y por los centros de investigación, se avalaron las propuestas de: Instituto Nacional de Salud, Fundación Abood Shaio y Corporación para investigaciones Biológicas. La distribución y asignación de recursos obedeció, exclusivamente, a los 5 proyectos con los más altos puntajes en orden descendente de cada línea temática definida en la convocatoria.
Se favorecieron las universidades de mayor prestigio en el país, las de mayores resultados investigativos y seguramente, las que venían trabajando en temas afines. Todas estas universidades, con excepción de La Salle, figuran entre las mejores 20 universidades de Colombia en el mundo de la investigación, según el U-Sapiens; donde la formación de investigadores, la estructuración interna para hacer investigación en los grupos y la comunicación científica realizada a través de revistas indexadas son los principales criterios de clasificación en este rango.
En el IDC 2019, en el pilar de Educación Superior, los departamentos mejor calificados son Bogotá – D.C, Caldas y Antioquia, reafirmando el liderazgo de estas regiones en educación y en el ecosistema de innovación.
El Huila, por medio de sus universidades locales, presentó 4 propuestas al Mincienciatòn, de las cuales, finalmente, ninguna fue aprobada; estas son nuestras realidades.
La universidad postpandemia deberá reforzar su genoma investigador, su cadena genética deberá ser mucho más larga y permanecer ante las lógicas del sistema de ciencia y tecnología y a las prácticas académicas; no se deberán desalojar con simple jabón y antibacterial.
Hemos avanzado, lo demuestran en el IDC 2019, los indicadores del pilar Innovación y Dinámica Empresarial, dependiente del factor Ecosistema Innovador. El rezago era abismal, todavía tenemos brechas grandes, las cuales se manifiestan, específicamente, en los indicadores: investigación de alta calidad, revistas indexadas en Publidex, registros de propiedad intelectual, participación de medianas y grandes empresas.
El Huila, tendrá que fortalecer, principalmente, los pilares de salud, sostenibilidad, apropiación de las TIC, educación superior y el factor ecosistema innovador para cumplir con la promesa de valor de la competitividad: bienestar para todos. Estas señales nos orientan la pertinencia de la formación y los pretextos investigativos, en esta puesta en marcha, como consecuencia se robustecerá el factor Eficiencia de los Mercados.