lunes, 21 de julio de 2025
Judicial/ Creado el: 2014-03-27 08:22

“Con el poder de Dios saldré de la cárcel”

A juicio irá un joven de sonrisa frecuente. Al parecer participó en un intento de atraco en el que salió lesionado un hombre. Todo sucedió el 30 de octubre de 2013. Desde ese día Juan David Vargas Gómez está en la cárcel. Dice que él no fue, que la víctima lo va a confirmar.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 27 de 2014

¡Vargas Gómez Juan David! -le gritaron los guardianes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario- Inpec- al joven de dieciocho años que lleva cinco meses en el centro carcelario de Rivera. No sabía para qué lo llamaban, eran cerca de las seis de la mañana de ayer. A las diez y treinta tenía audiencia de acusación.
Un poco más tarde, el fiscal Segundo Delegado lo declaró probable coautor de los delitos de homicidio doloso agravado en calidad de tentativa y hurto calificado y agravado. Poco entendía de la diligencia y antes de iniciar estaba ansioso de que su mamá llegara. “Regáleme un minuto para llamarla”, solicitó.

Miraba la puerta constantemente. Mientras tanto, el ente acusador relataba los hechos en que estaría involucrado. “Dos sujetos entraron a un café internet ubicado en la calle segunda con carrera 10-37 del barrio Diego de Ospina (comuna 4 de Neiva)”. Al parecer uno de ellos portaba una navaja en la pretina de su pantalón y se dirigió hacia una de las clientas del lugar y el otro, con arma de fuego, a otro usuario que salió a la puerta de la calle a pedir auxilio. Con la actitud, habría provocado que el joven que llevaba el elemento cortopunzante lo atacara en la espalda. Eran aproximadamente las diez y cuarenta y cinco de la mañana del 30 de octubre de 2013.

En el patio de “gente sana”
Juan David recuerda que lo capturaron después de que policías le pidieron los papeles de la moto que conducía y luego lo llevaron a un CAI. Sin embargo, en el informe presentado por el fiscal dice que la detención se presentó después de un seguimiento y que el joven iba como parrillero en una motocicleta.
Hacía dos meses y una semana que había celebrado su cumpleaños número 18. Después de las audiencias preliminares, fue enviado a la cárcel. Está en el patio 4, “en uno de los sanos. Yo allá no me meto con nadie”, contó.

En el centro de reclusión lo despiertan a las cinco de la mañana a bañarse. A las seis es el desayuno; almuerzo a las diez y cena a las tres de la tarde. Cuando sean las cuatro abrirán y cerrarán las celdas y él se quedará adentro junto a otras dos o tres personas -depende-. Cree que ha adelgazado y, para comprobarlo, al ponerse de pie se le ve un pantalón de un par de tallas más grande que su cintura. Además, está estudiando. Valida noveno y décimo grado. “Es aburridor allá dentro, yo quiero terminar (el colegio) en la calle. Mi papá me lo paga y mi mamita”.

Confía en Dios
En varias oportunidades, antes de que iniciara la audiencia, expresó que “con el poder de Dios” saldrá pronto de la cárcel. Asegura que no fue él quien participó del incidente y que incluso la víctima, Óscar Vladimir Ortiz, va a decir lo mismo. Su abogado considera “curiosa” la manera en que lo reconocieron. “El más parecido es él”, habría dicho el denunciante cuando lo señaló entre otros presos. No obstante, diga lo que diga, por ahora debe esperar la audiencia preparatoria que será el 20 de mayo de 2014. Y luego vendrá el juicio oral.

Al fin su madre llegó en compañía de una jovencita de contextura delgada y cabello largo. Él sonrió y volvió su cara para mirar al fiscal. Cuando el juez Tercero Penal del Circuito concluyó la diligencia, lo esposaron y condujeron a la puerta. Después de atravesarla saludó a la señora. “Despídase de la niña”, le recomendó. Él hizo caso y la besó en la boca. Después solo pudo sonreír. La joven hizo lo mismo.