Morirá en la calle si no recibe ayuda
Lo conocen como El Paisa o Garrapiño y su débil figura duerme en los andenes del barrio Centro, en los alrededores del centro comercial Los Comuneros.

Su voz se ha perdido en medio de la tos que le produce la tuberculosis. De sus palabras solo queda un esfuerzo innecesario y una pérdida del aliento. Su cuerpo escuálido se refugia en un cartón mientras espera ayuda o dormirse hasta morir. Su nombre es William Oswaldo Ordóñez y tiene 28 años de edad. Además de esta enfermedad respiratoria, fue contagiado de VIH-Sida al parecer por una cortada que sufrió. Vive de la caridad de transeúntes y de quienes lo han visto desde hace varios años por el sector cercano a los comuneros. “Yo llevo acá en la cuadra más de diez años y desde ese entonces lo distingo”, comentó una peluquera que trabaja en la zona. Su hermano Míller Ordóñez, que según William es ingeniero, lo visita de vez en cuando y le da comida.
Tiene los ojos manchados y tristes. “La mamá lo trajo la vez pasada y lo dejó tirado con todo y papeles. Ahora parece que está en las últimas, antes ayudaba a cargar paquetes. Hace como un año que la enfermedad lo está secando”, relató la mujer. Garrapiño o El Paisa escribió que ha tenido apoyo hospitalario pero que es mejor estar libre. “El hospital es como una cárcel”. No obstante, dice que si alguien lo ayuda él va a recibir colaboración. “Necesito que alguien esté pendiente pero allá no llega nada ni nadie”, anotó.
El joven es natural de Florencia y vive en Neiva desde 1991. Su padre está muerto y su madre “le hizo el ′chai′” desde que descubrió que consumía drogas. “Ni me voltea a mirar”. Los alucinógenos lo hundieron en el mundo de la calle desde hace cuatro o cinco años de acuerdo con sus recuerdos. Tiene tres hermanos pero está solo. Se le va el aire. Cuanto tose, tapa su boca con una toalla curtida con la que por momentos se ventila el cuerpo por las altas temperaturas de la ciudad.