domingo, 20 de julio de 2025
Judicial/ Creado el: 2014-01-29 08:12

Condenado por estupefacientes y ahora acusado por homicidio

Ricardo Garrido Cumbe, de 20 años, llegó a la sala cuatro del Palacio de Justicia alegando que no sabía por qué estaba ahí. La fiscal novena seccional, en audiencia, le imputó los cargos de homicidio agravado y fabricación, tráfico o porte de armas. “Yo ni sé qué decir”, le dijo al juez. La madre de la víctima se sentó en primera fila y se tapaba la cara para ocultar su llanto.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 29 de 2014

Jhon Alexander Ortiz se llamaba el adolescente que fue asesinado cuando departía con tres amigos en frente de su casa, en el barrio Rafael Azuero Manchola del suroriente de Neiva el dieciséis de noviembre de 2011. Los testigos dijeron que fue Richard, Ricardo Garrido, hoy condenado por porte de estupefacientes y retenido en la cárcel de Rivera. Vivía en el Lote 28 del asentamiento La Provincia. Fueron cuatro disparos, dos en la cabeza, y los demás en el lado izquierdo del cuerpo. “No, no señor”- respondió el indiciado al administrador de justicia cuando éste le preguntó si aceptaba los cargos.

A Garrido le fue dictada medida de aseguramiento por este nuevo proceso judicial en el que está involucrado. De vez en cuando volteaba su cara hacia la ubicación de un grupo de mujeres que lo conocen, les sonreía y volvía su atención a la fiscal que le advertía la pena que podría ser decidida por el juez en caso de ser hallado culpable. Entre 33,3 y 50 años puede estar privado de la libertad y dado que el occiso era menor de edad, no puede obtener rebajas.

No le gustaron las cámaras de los periodistas y al final pasó un papel a las muchachas donde al parecer escribió los nombre de los testigos que tiene la Fiscalía para culparlo. Mandó una razón a alguien. “Los de esa pandilla son así”, dijo la mamá de Jhon Alexánder cuando terminó la audiencia. Presentarán el reporte ante las autoridades y solicitarán protección para acudir en los próximos meses a un juicio oral y posterior lectura de fallo que esperan les de la satisfacción de obtener la justicia después de más de dos años. Cada vez que la madre tiene que hablar de su hijo muerto es para ella una tortura, él era su consentido.