Adiós a Marcela Ortiz
La periodista bogotana que trabajó durante diez años en el Huila será despedida por familiares y amigos el miércoles. Ortiz sufrió un accidente de tránsito con su compañero sentimental y un amigo en vías del departamento del Magdalena.

A la periodista Marcela Ortiz González le encantaba el vino y la buena música. Los caminos de la vida la trajeron a Neiva cuando iniciaba el año 97 y en la ciudad trabajó en el diario La Nación, el Diario del Huila, Alcaldía de Neiva (Jefe de Prensa de Cielo González Villa) y fue docente de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN). En el 2008 partió de la capital bambuquera y se radicó en su natal Bogotá. En la capital empezó a laborar en Radio Televisión de Colombia y en un viaje para cumplir con su deber encontró la muerte.
党Era una persona íntegra en todo el sentido de la palabra”, recuerda su colega y excompañera de trabajo, Mónica Medina. Marcela “daba la vida” por su madre y sus cinco hermanos. Su padre murió hace un par de años y eso la unió aún más con su familia. “He experimentado varios tipos de soledades, que esa que permite mirar adentro, silenciar las emociones y escuchar la propia naturaleza realmente limpia” escribió junto a una de sus fotos en Facebook.
Hacer las cosas bien era una de sus reglas y por ello era muy exigente. “En la universidad siempre fue de las mejores, era una mujer muy inteligente”, expresa Germán Hernández quien compartió estudios con Marcela. Le gustaba la poesía de Mario Benedetti y la música de Lilly Goodman o Bomba Estéreo.
Marcela perdió la vida en carreteras del Magdalena cuando, al parecer, su novio se quedó dormido mientras conducía el automóvil que la traería a su ciudad de origen después de un trabajo periodístico. Él, Juan Pablo Linares Vargas, se encuentra gravemente herido en un hospital de Barranquilla. El sepelio será el próximo miércoles en Bogotá a la espera de la llegada de familiares desde el exterior.
Un día, el 14 de diciembre de 2013, escribió junto a una fotografía suya mirando hacia el cielo: “Tengo el corazón arrugado. He estado viendo en una sola dirección, muchas veces me descubro con los ojos en el piso. No veo, he tropezado; falta un poco el aire y algo, cualquier cosa que en otro momento sería sólo una eventualidad me coge de la espalda, me jala el pelo hacia atrás y mi cabeza ve la luz...Lo que no estaba claro lo está...me falta el aire y veo la cometa y me gustaría elevarme alto y dejarme ser así en ese vaivén liviano..."